43: Reencontrarlos.

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—Me iré a lavar las manos.

Le avisé a Cassie. Ya se habían ido todos y Cassie quedó internada porque estaba deshidratada y esperábamos resultados de un análisis para verificar que estuviera perfecta.

Ella asintió, fui al baño, me lavé las manos y la cara, solté un suspiró y volví con ella. Ella estaba dormida, se veía tan hermosa y frágil. Me paré junto a ella, tomé su mano y la besé de eso me senté junto a ella, posando su pequeña mano contra mi mejilla. Me gustaba observarla, ver cada detalle de su rostro orgulloso y testarudo.

Su piel de porcelana pálida estaba algo amoratado de, sus párpados cerrados y respiración tranquila, su cabello rubio estaba amarrado en un moño desordenado que le llegaba hasta arriba, algunos mechones rebeldes estaban fuera, parecía la mismísima bella durmiente, pero la diferencia entre Cassie y la princesa Aurora, era que Cassie no hacía nada para agradarle a nadie, no tuvo tres hadas a su cuidado, solo tuvo uno y ése es Michael. No fue hechizada por Maléfica, pero su momento más difícil fue la muerte de sus padres, y yo no soy el príncipe Felipe, pero estoy seguro de que, si algo malo le pasara, recorrería un camino de espinas con tal de tenerla a salvo, conmigo o sin mí, daría lo que fuera por Cassie Clark.

—¿Puedo entrar? —preguntó papá asomando la cabeza por la puerta.

—Sí, entra —sonreí dejando la mano de Cassie a su costado con delicadeza.

Él entró y cerró la puerta detrás de él. Se sentó junto a mí y soltó un suspiro mientras observaba a mi esposa dormir.

—La amas de verdad, ¿no es así? —me preguntó.

—Sí —suspiré.

Me miró y al sentir sus ojos en mí, también lo miré—. ¿Sabes?, siempre supe que algo bueno iba a salir de todo esto.

—¿Cómo?

Me sonrió—. Se odiaban, no hice todo esto para molestarlos, no fue mi idea, fue de su papá —la volvió a ver—. Quizás ninguno de ustedes lo recuerde, pero ya se conocían de pequeños —y eso sí que me sorprendió—. Mi viejo amigo era sabio, él mismo lo dijo —sonrió como si el recuerdo fuera hermoso—. Era un domingo antes de su muerte, los visitamos a su casa, desde que atravesamos la puerta, la pequeña Cassie saltó a ti obligándote a jugar con ella al té, no te negaste y eso me sorprendió, siempre fuiste obstinado y de un círculo social muy selectivo, pero esa misma tarde, descubrí que te divertía verla molesta. Era la primera vez que se veían y parecían amigos de toda la vida —se carcajeó y no pude evitar reírme. Deseaba poder recordarlo, pero simplemente no podía, de seguro era tan pequeño como para poder hacerlo—. George, su padre, me dijo ésa misma tarde mientras que tu mamá y la de Cassie preparaban la comida, ambos estábamos bebiendo una cerveza mientras lo veíamos a ti y a Cassie jugar, <<la química de nuestros hijos es impresionante para su corta edad, hace años no veía algo parecido>>. Y yo lo miré y no pude evitar reírme, pues George era un analista y le encantaba ir al parque y observar a todos, le fascinaba leer a su hija, él mismo la describió como una chica fuerte, poderosa e inteligente. Él sabía que la belleza de Cassie cautivaría a cualquiera, pero lo difícil era que alguien la cautivara a ella, y eso es lo que vio diferente en su hija ése día. Tú la cautivaste, la retaste y vio algo que nunca antes creyó posible en su hija.

—¿Qué cosa? —pregunté perplejo. Pues esta historia me parecía fascinante y tan emocionante. Y, sobre todo, es real.

Me sonrió—. El poder de amar a alguien tan testarudo como ella. George no creía en la ideología de que dos opuestos se atraen, él creía que dos iguales creaban una química y fusión impresionante, que con sus mentes ambiciosas y obstinadas podían complementarse y ser impresionantes —miró de nuevo a Cassie y suspiró. De seguro le recordaba tanto a su mejor amigo, no lo dudé ni un segundo—. George no me pidió casarlos, me pidió reencontrarlos, pero yo sabía que sería difícil, tú estabas metido en tu trabajo que se te estaba olvidado lo feliz y divertida que era la vida —me miró de nuevo—. "Novia perfecta, trabajo perfecto, casa perfecta, chico perfecto" —pronunció haciendo comillas y con la voz cargada de ironía—. Nada de eso era real Jack, no eras feliz, te conozco tan bien y no eras feliz, nada puede ser perfecto en la vida si no hay obstáculos en el camino que te obliguen a esforzarte.

Ramé (PROXIMAMENTE NUEVA VERSION)Where stories live. Discover now