41:Una habitación para dos.

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—Te odio.

Emití aquello con una franqueza y sinceridad petulante, con los brazos cruzados y los labios apretados, mirándolo fulminante. Dicho aquello, su reacción me resultó predecible y un tanto cómica ya que sus cejas espesas y gruesas se elevaron por unos segundos para después estar fruncidas y con los brazos cruzados sobre su pecho fornido e increíblemente sensual...

—Pensé que te gustaría —pronunció genuinamente confundido.

Sí, bueno, estaba jugándole una bromita pesada al hacerle pensar que mi ser odiaba con profundidad el que estuviéramos en esta tienda de pinturas para nuestra... mi nueva habitación. Fue momento de acabar la bromilla y mi tiempo de soltar una suave carcajada que relajó por completo su semblante.

—Estoy jugando contigo —emití mientras me acercaba a él desenredando sus brazos—, me encanta todo esto que haces por mí...

Me regaló una sonrisa genuinamente bella, elevó una de sus manos y se dio a la tarea de pasar un mechón de mi cabello rubio por detrás de mi oreja. Sus ojos brillaban con profundidad al contrastar con la luz tenue sobre nosotros, su piel tostadas perfecta lucía suave, y daban unas profundas ganas de devorar esos labios rosados, carnosos, unas carnales ganas de pasar los dedos por su cabello caramelo y desenredarlo mientras que él hace eso con su...

—Bueno, ¿de qué color la querrás?

Y parpadeé saliendo de mi ensimismamiento, carraspeé con las mejillas acaloradas y desvié la mirada cohibida, sí el notó mi reacción, no lo hizo notar y lo agradecí internamente.

—¿Yo? —arqueé una ceja y me señalé. Joder, quedé en blanco que hasta olvidé porque estábamos aquí.

—Si —rio mientras asentía—. Mi habitación la quiero en blanco —comentó mientras volvía sus ojos al mostrador con diferentes tonalidades.

Y de nuevo, me encontraba yo aquí, sin dilemas ni nada que pensar porque todo lo que tenía que pensar, lo hice anoche. Después de que devoró mis labios y me acarició el cabello hasta que me durmiera, cuando abrí los ojos en la mañana y noté su ausencia, me encontré descubriendo que deseaba despertar con él a mi lado.

—Yo no quiero dormir en una habitación en blanco.

Si, así es. Dormir contigo me haría feliz Johnson.

—¿Qué?

Me miró rápidamente, con el ceño fruncido y entendiendo a la perfección lo que yo le había dicho, pero necesitaba confirmárselo con palabras más concretas.

—Estuve pensando en... —titubeé realmente nerviosa—. Ya sabes —tragué saliva obligándome a enfrentar su mirada depredadora, que justo ahora, lucía más seductora que todo—. Una habitación... para los dos.

—¿En serio? —sonrió en grande y esa sonrisa me dio tanta ternura.

—Si —asentí con la misma sonrisa que él.

Sus brazos me rodearon mientras inhalaba mi aroma y yo me aferraba a sus hombros, joder, estaba loca por él de mil maneras distintas...

—¿Disculpen? —dijo el señor encargado de la tienda mobiliaria y de pintura dónde estábamos—. ¿Les ayudo en algo? —sonrió.

—Si —emití feliz mientras me separaba de Jack un poco—. Pintura color beige.

°°°

—Se verá increíble —chillé emocionaba mientras entrabamos a casa con todas las cosas nuevas que habíamos comprado para nuestra habitación.

—Sí, y... ¿Cuál habitación será para nosotros?

Nosotros.

—La tuya es más grande que la mía —informé mirándolo suspicaz.

—Eso es cierto, pero donde estés más cómoda.

—Me da igual.

—Pues en la mía.

La tarde pase entre risas, Jack pintándome la piel cada que tenía la oportunidad y besándome.

—Bien, hoy dormiremos en tu habitación o nos desmayaremos con éste olor —emitió mientras recogía las brochas.

Asentí—. Tienes razón —suspiré agotada después de toda una tarde de trabajo—. Me iré a duchar.

Cuando terminé mi ducha, me vestí y bajé en búsqueda de Jack, él estaba recostado en el sillón viendo televisión con el torso desnudo y el pelo húmedo, me recosté sobre él y besé sus labios. Me respondió de inmediato, sus manos tomaron mi cintura y descendieron a mis piernas acomodándolas a sus costados, era un beso lento, húmedo y ansioso. Porque si de algo estaba segura es que Jack siempre hacía desearlo y ansiar más de él.

—¿Qué nos está pasando? —pregunté en un susurro que sonó más como un jadeo.

—Nos amamos, Cassie.

Sonreí. Y volví a atrapar sus labios con los míos, sus manos acariciando la piel de mis piernas y trasero a su antojo y joder, me encantaba y estaba jodidamente genial, jadeé sobre sus labios, sus manos de adentraron al interior de mi camiseta, comenzó acariciar la piel de mis senos descubiertos, dando leves pellizcos que me estremecieron de placer, introduje mi lengua a su boca con suavidad y su lengua comenzó acariciar la mía de una manera intensa y excitante. Jugueteando entre sí y ahora sentía mi pobre intimidad palpitar y desear más.

—Maldita sea te haré mía —musitó con la voz ronca y aterciopelada.

Gemí y comencé a moverme contra su motivación, sus manos se deshicieron de mi blusa y me dejó expuesta ante él, con sus manos masajeando uno de mis senos mientras que la otra me sostenía por la espalda.

Pero entonces...

La puerta se abrió. Me quedé paralizada, el reflejo de Jack más veloz de lo que esperé, porque de pronto, yo estaba debajo de él, con su pecho unido al mío, cubriendo mi cuerpo semidesnudo con el suyo.

—¡Hol... ¡Por dios una escena porno, no veas Zoe! —exclamó Sam, miré sobre mi hombro y Sam la cargó como un costal de papas y se la llevó a la cocina.

Reí y sentía la cara roja y a nada de explotar de vergüenza, Jack se puso de pie después de asegurarse de que Zoe y Sam estuvieran en la cocina y fue cuando me levanté y me coloqué la blusa, Jack les gritó a Sam y Zoe que ya podían venir a la sala de estar, me senté en el suelo entre las piernas de Jack.

—¿Que hacen? —preguntó Sam con Zoe aún sobre él.

—Pedimos Pizza, ¿se quedan? —pregunté.

—¡Si! —gritó Zoe desde el hombro de Sam.

°°°

—¡I thinking i'm love! —grité cantando desde la cama de mi habitación.

—Que buena forma de decir buenos días —pronunció Jack despertando.

Lo miré divertida, estaba somnoliento que me parecía la cosa más tierna del mundo—. El gallo tanta lo que el sol le pide.

Se rio con ganas antes de frotar sus ojos y mirarme con esa sonrisa que me derretía por completo—. ¿Y eso es?...

—No lo sé, lo acabo de inventar, dejémoslo con que es algo que escuché por ahí —reí.

—No lo sé, lo acabo de inventar, dejémoslo con que es algo que escuché por ahí —reí

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Ramé (PROXIMAMENTE NUEVA VERSION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora