9: París.

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Pasajeros de vuelo a París, favor de abrochar sus cinturones de seguridad, estamos por aterrizar.

La voz de la puti-azafata se reproducía una y otra vez en mi cabeza después ya haber estado al menos media hora pisando tierras europeas, Jack y yo caminamos por el aeropuerto uno al lado del otro, todos hablaban francés por lo cual, está lindo. Aunque no entendía nada.

—Hola, ¿podría decirnos donde encontrar un taxi? —preguntó Jack, ya que él sí sabe francés.

Una chica lo volteó a ver. Con sus lindos ojos celestes, cabello rubio, otra típica. Igual que yo, vamos a reír porque fue un chiste re bueno.

Después de que plantearan una conversación demasiado corta Jack se volvió hacia mí y tomó mi mano. Su acto me sorprendió, pero no dije nada, pues razoné y medité mis opciones, en definitiva, no es momento para pelear.

—¿Qué dijo? —fruncí el ceño.

Me miró por un segundo—. Afuera hay taxis o si queríamos podíamos tomar el bus.

—¡Bus! —exclamé entusiasmadísima. Pues que mejor plan para conocer esta hermosa ciudad.

Pero me decepciono verlo chasquear la lengua—. Cassie, es mejor un taxi, nos llevará a casa.

—¿Casa?, ¿Qué casa? —pregunté extrañada.

—Oh, tengo amigos aquí —dijo caminando hacía la salida.

—¿Quiénes? —pregunté con el ceño en extremo fruncido.

—Sam —respondió con simpleza.

Mi cara esta ideal para un meme, porque no tengo ni mínima idea de que habla—. ¿Sam?

—Jones —agregó.

—Ah —reí.

Uh la lá, Samuel Jones.

—¿Qué?

—No nada —seguí con mi risa.

La verdad es que Sam está súper apuesto, me encantan sus ojos y sus risadas pestañas, como lo dije. Terriblemente guapo.

¿Cómo lo conozco?, pues Zoe @stalkeadoraprofesional en instagram se dio a la tarea de investigar a todas y cada una de las amistades de mi ahora esposo. Y nombró a Sam, entre algunos otros más.

Ambos salimos del aeropuerto, un taxi estaba vacío, Jack entró. Rodé los ojos y lo seguí, el taxista subió nuestras cosas, Jack le entregó la dirección y enseguida nos llevaron hacia allá.

Al llegar ambos bajamos, Jack pagó. El día era nublado, frío y hermoso. La casa frente a nosotros era pequeña pero preciosa y rústica. Pero lo que me trajo a la realidad fue un constante beep que marcaba batería baja.

—Jack.

Me miró—. ¿Si?

—Mi celular no tiene batería.

Asintió—. Lo podrás cargar cuando entremos.

—Olvide el cargador en el avión —sonreí como una niña pequeña que se comió un dulce justo cuando su madre le advirtió que no lo hiciera.

Upsi.

—¡Cassie! —reprochó con desaprobación.

Rodé los ojos arrepintiéndome de haberle dicho. Pues solo necesitaba su cargador, no un sermón—. ¡Agh!

—Te prestare el mío —bufó.

Sonreí como el mismísimo gato rizón—. Wii —chillé.

Ambos entramos, Jack saludó a Sam seguido de mí.

Ramé (PROXIMAMENTE NUEVA VERSION)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora