Extra final

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Carla

—Amor tengo que irme —fue el susurro que me extrajo de un sueño y me colocó en otro en el que mi esposa se encontraba a tan solo unos centímetros de mí con sus ojos oscuros combinando con su sonrisa intergaláctica la que no dudé en devorar al acercar suavemente con mis manos su rostro hacia mí para llenarla de esos besos que no sabía que necesitaba hasta hace unos segundos atrás.

Los cuales obligaron a que la castaña se recostara sobre mí con un par de risitas sonoras las cuales junto al traje de vestir gris que le había regalado para su último cumpleaños, se convirtieron en la pólvora necesaria para pasar de ese destello ilusionado de comenzar mi día viendo al amor de mi vida, al choque eléctrico que me desbarató el alma al morder mi labio después de repasar con mi mirada lo guapa y seductora que se veía hoy.

—No me parece buena idea que vayas así —susurré al sentir cómo mis manos empezaban a caminar descalzas en la frontera existente entre sus clavículas y los primeros botones de su blusa blanca a lo que la castaña solo rodó los ojos divertida—, no me parece bien que mi mujer vaya por ahí conquistando a su equipo de trabajo —le recriminé utilizando mis dedos como pinceles sobre su piel en donde no tardé en dibujar con la tinta indeleble que teñía mi corazón, un par de tulipanes sobre ésta mientras mi mirada no dejaba de pintarse con las tonalidades más puras de esa lujuria y atracción natural que sentía hacia mi esposa en donde no había ni un solo momento del día en donde no la mirase como la diosa a la que quería rezarle a diario porque ella era la definición de la mejor experiencia religiosa de mi vida.

—¿Ah sí? —preguntó Laura con esa voz rasposa que provocó una marea inesperada en la zona sur de mi cuerpo—, ¿y tú quién eres para opinar sobre cómo me visto? —tiró antes de sostener mis manos sobre el colchón a lo que mi cuerpo no tardó en reaccionar al aprisionar a mi mujer con mis piernas y que mi centro necesitado rozara contra su ropa.

—¿Acaso se te olvida que eres mía? —sentencié antes de alcanzar sus labios y sentir cómo mis manos cambiaron de estrategia, las cuales no dudaron en colarse en sus hombros con el único fin de quitar su chaqueta y así poder viajar con mayor facilidad hacia su espalda en donde me permití repasar cada uno de sus bordes fronterizos mientras nuestros besos cambiaban de registro a uno mucho más primitivo y acelerado.

—Creo que no me ha quedado del todo claro, pero tengo que ir a trabajar sino se me hará tarde, amor —soltó a lo que chasqueé la lengua negativamente porque no iba a dejar que se fuera así sin más, a lo que la música solo rio ante mi negatividad—, de verdad, mi cielo, se me hará tarde.

—Eres tu propia jefa, Laura por lo que no hay excusa que valga, así que hazte cargo de lo que has provocado —determiné antes de que una de mis manos llegara hacia el botón de su pantalón y lo desabrochara descaradamente mientras todo mi cuerpo le rendía pleitesía a la morena.

En donde sin necesidad de una orden explícita de su parte, abrí mejor mis piernas dándole paso libre a que hiciera lo que quisiera conmigo porque todo mi ser le pertenecía desde hace tanto que ya ni siquiera era consciente de las reacciones de mi cuerpo.

—Amor —susurró casi sin aire en el momento exacto en que mi mano bajó hacia su centro en donde mis dedos no dudaron en empaparse de ese néctar tan adictivo con el que repasé sus labios antes de volver a besarla permitiéndome saborear sus gemidos, sus deseos y todo el amor que irradiaba su mirada al repasar con sus lagunas achocolatadas mi cuerpo desnudo el cual siempre iba a estar a toda su disposición—, te amo —murmuró encantada antes de detener suavemente mis besos acelerados para acariciar mi mejilla y tomarse su tiempo para sonreírme con la misma fuerza de cien mil soles espléndidos—, eres lo más maravilloso de mi mundo —aseveró provocando que mi corazón diese una voltereta mortal porque podían pasar los años que fuesen y aún así nunca iba a ser capaz de acostumbrarme a que Laura siempre me viese con los ojos más hermosos del universo.

Amar en tonos grisesजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें