Los nenúfares

272 32 130
                                    

Laura

—Ha llegado por quien llorabas —murmuró Nuria a mi oído apenas alcanzó mi cintura para abrazarse a mi cuerpo y como siempre hacía cuando me encontraba de espaldas, no dudó en repartir su mejor repertorio de besos fugaces entre mis mejillas, mi cuello y mi hombro, gesto que me enloquecía a escalas incalculables porque antes de ella jamás había aceptado que necesitaba de tanto cariño permanente para que mis días fuesen mejores, por lo que en otra época muy probablemente ni siquiera hubiese aceptado que la menor se acercase tanto.

Sin embargo, en este momento de mi vida, la actriz era la dosis exacta que necesitaba de amor en mi vida, por lo que cerré mis ojos con una sonrisa que bailó animada entre mis labios, ya que aquella conexión se sentía como si pudiese tocar el cielo con solo una caricia.

—¿Me extrañaste mucho? —preguntó dulcemente a lo que asentí entre risas por las cosquillas que me provocaba sus besos rozando contra mi piel.

—No te imaginas cuánto —me sinceré notando cómo la curva más bonita de su rostro se ganaba el protagonismo de aquella escena, por lo que no dudé en girarme para quedar frente a ella y notar que hoy estaba más arreglada de lo normal, ya que por lo general cada vez que me visitaba después de sus ensayos se encontraba más que nada cómoda, en donde siempre estaba con una camiseta vieja de alguna banda antigua de rock que era tres tallas más grande que ella, el cabello recogido y en chándal pero hoy la menor se encontraba con el pelo suelto, una tenue capa de maquillaje, un vestido de tirantes con un estampado de leopardo combinado con unos tacones negros que la hacían al menos una cabeza más alta que yo, lo cual me hizo sonreír porque Nuria era también la excepción a la regla en ese sentido con todas mis parejas ya que al tener la misma altura, cuando utilizaba tacones me hacía sentir tan pequeña y a la vez tan protegida que aunque nunca se lo había comentado era una de las cosas que más adoraba de sus looks—, ¿por qué estamos tan guapas? —pregunté curiosa antes de besarla y que la morena ubicara sus brazos en mi nuca para que la distancia entre nosotras se redujese al mínimo en un entrelazamiento tan perfecto que se sentía cómo si nuestros cuerpos hubiesen sido hechos para calzar en un abrazo mientras nuestros corazones se ajustaban para reproducir en latidos todo ese amor que sentíamos hacia la otra.

Nuria sonrió.

—Hoy ha tocado arreglarse porque he tenido una reunión con Andrea —mencionó mientras sus pupilas no dejaban de chocar contra mis labios como si fuesen olas deseosas de chocar contra el acantilado de donde nacían mis besos—, ¿y adivina? —soltó enarcando la ceja a lo que esperé animada a su respuesta—, pues tu novia tiene trabajo hasta febrero —afirmó orgullosa—, me han extendido el contrato hasta el final de la temporada de invierno, después no sé qué será de mí, probablemente viviré en la calle como mi padre tanto quiere, pero al menos por ahora puedo respirar tranquila —bromeó extendiendo por toda la tienda su sonrisa, la cual no tardé en aprisionar entre mis labios en un intento de que todo ese orgullo que se acumulaba en mi pecho cada vez que la veía se reprodujese como un sismo en su alma.

Uno que tenía tantas repercusiones que tuvimos que sostenernos del cuerpo de la otra para no caer ante aquel movimiento telúrico que provocó que no me reconociese en lo más mínimo, ya que estaba más que segura que jamás había sentido tanto como con la actriz.

—Felicitaciones amor, aunque no me sorprende en lo más mínimo si eres la mejor del reparto —aseguré antes de alcanzar un mechón rebelde de su rostro y posarlo detrás de su oreja notando cómo la menor solo agachó tímidamente la mirada con una sonrisa perpetua—, igual si quedas en la calle puedo acogerte, Carmen ya está comenzando a empacar —contesté divertida.

—Ni te imaginas lo contento que está Raúl, ese hombre vale su peso en oro ya te lo digo —apuntó a lo que asentí porque lo sabía, debido a que nadie le ganaba en paciencia al no escapar a la primera locura de mi mejor amiga—, tu amiga que es mi jefa se lo puso muy difícil, ¿eh? —señaló a lo que le di la razón porque estaba segura de que podía dar hasta mi vida por la bailarina pero eso no quitaba el detalle de que no estuviese de acuerdo en cómo se tomaba su relación con el arquitecto.

Amar en tonos grisesTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang