A fuego lento

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Laura

—¿No estás enfadada? —pregunté atónita ante el remolino de luz que se instauró en el rostro de la rubia segundos después de que me besara.

—¿Por qué lo estaría? —inquirió enarcando la ceja antes de soltar una risita nasal—, soy yo la que te ha besado, ¿no es así?.

Asentí confundida porque de todas las reacciones que había imaginado durante la semana al pensar en confesarle cómo me sentía, la de la calma guiando el semblante de Carla era la última que había barajado porque sentía que era imposible tomarse con tranquilidad la noticia de que estábamos quebrantando todos los límites de la normalidad.

—Pero...—resoplé agachando la mirada ante el recuerdo de todas las palabras que Irene me había dicho—. No quiero que pienses que quiero aprovecharme de ti, Carla. Yo...

La artista no dijo nada y solo acarició mi mejilla con ternura para que me relajara mientras sus irises color miel me observaban con ese amor y paciencia encapsulada que siempre estaban disponible para que me llenase de ella cuando quisiera.

—No lo pienso —aseguró antes de suspirar—, jamás podría llegar a pensar eso, Lau —declaró extrañada—. ¿Por qué lo pensaría?.

—Porque mi hermana me dijo que las bolleras eran unas pervertidas...unas viciosas que solo querían aprovecharse de sus amigas —solté sintiendo que todo el aire de mis pulmones era expulsado con la vergüenza de dar voz a esos pensamientos mortales que no me habían dejado dormir durante la semana.

Carla no dijo nada y solo resopló ladeando la cabeza confundida antes de soltar mis brazos para dirigirse a la puerta y cerrarla con pestillo, a lo que fruncí el ceño extrañada.

—Tenemos que conversar y creo que es mejor hacerlo en privado —afirmó posando su mano nerviosa en su nuca como siempre lo hacía cuando no sabía qué decir—, sé que todo esto es raro —aseveró en un intento de encontrar las palabras correctas para decirme—. Nunca me ha gustado una chica en mi vida —soltó—, de hecho si te soy sincera no conozco a ninguna bollera ni mucho menos podría clasificarlo como algo normal porque no tengo conocimiento sobre ellas ni de lo que harán en privado o lo que sea, ¿vale?.

Asentí agachando la mirada a lo que Carla se acercó y alzó mi barbilla para que la mirase a los ojos.

—Carla...

—No, escúchame por favor —pidió a lo que asentí obedientemente—, ¿le has dicho a Irene sobre esto? —preguntó enarcando la ceja—, ¿le has dicho sobre que nos besamos? —inquirió nerviosa a lo que negué.

—No, solo se lo he preguntado.

—¿El qué?.

—Qué significa besar a una chica —afirmé a lo que la artista solo asintió nerviosa.

—¿Y te ha dicho que eres una bollera? —dijo abruptamente dejando a la luz el miedo que existía en su voz ante la opción de que le hubiese confesado a mi hermana sobre que nos habíamos besado.

Negué a su pregunta ya que no había sido de esa forma y aunque ella no quisiera decírmelo, no me fue difícil notar cómo sus facciones se tranquilizaron inmediatamente porque nuestro secreto no había sido revelado.

—No exactamente, es decir, le he preguntado qué pasaba si una chica besaba a otra y ella me ha respondido que eso es imposible.

—Normal —aseguró encogiéndose de hombros—, no es normal no querer besar a un chico, Lau, Lo entiendes, ¿no?.

—Ya...

—¿Y le has dicho que nos besamos? —repitió.

Negué.

Amar en tonos grisesOù les histoires vivent. Découvrez maintenant