Put your head on my shoulder

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Laura

—¿Mamá? —dije llamando la atención de mi madre quien se encontraba terminando mi delineado para la noche de hoy.

—Dime amor.

—¿Cómo haces...para que alguien entienda algo? —titubeé con un suspiro carcomiendo mis labios, ya que era la pregunta que retumbaba en mi mente cada vez que veía cómo Carla no era capaz de darse cuenta de que ella no era la culpable de lo que había sucedido con su hermana.

—¿En qué sentido? —inquirió enarcando la ceja al no entender a lo que me refería—, cierra los ojos por favor, amor para ver si me queda algo más que retocar.

Asentí cerrando mis ojos mientras la pregunta seguía latente entre nosotras.

—En el sentido de que no es culpable de lo que sucedió.

—¿Hablamos de una persona en específico o es una pregunta al aire?.

Me tomé un par de segundos antes de responder aquella pregunta, ya que no estaba segura de que lo mejor fuese abordar esa duda comentando de que se trataba de Carla pero estaba tan desesperada por encontrar una respuesta que decidí hacerlo.

—Hablamos de Carla —comenté en un suspiro—, sus padres la culpan por lo que sucedió con su hermana.

—Es muy triste lo de su hermana.

—Lo es —afirmé—, ella se siente culpable porque le permitió salir esa noche a la casa de la playa y pues no sé, mamá —declaré sintiendo cómo mi garganta se cerraba ante el dolor que me provocaba pensar en la vida injusta que estaba viviendo actualmente la rubia—, me duele verla de esa forma.

—Me imagino —aseveró dejando el maquillaje a un lado para luego sentarse a mi lado de la cama y tomar mi mano con esa dulzura propia de ella—, entiendo tu posición pero a veces uno no puede hacer nada frente a los pensamientos de otro.

—¡Pero debe haber una forma! —exclamé exasperada a lo que la castaña asintió desganada.

—Ir a terapia es una buena alternativa como tú lo haces —sentenció chasqueando la lengua al notar que aquella respuesta no me consolaba del todo—. Amor, entiendo que te preocupe la situación de tu amiga pero lastimosamente es poco y nada lo que puedes hacer más allá de acompañarla...es doloroso, pero la única que puede cambiar esa idea es ella y al parecer no está preparada para ello, por lo que solo queda tenerle paciencia —concretó apretando dulcemente mi mano a lo que asentí—, de todas formas, de seguro alejarse de todo ese ambiente le ayudará a darse cuenta de que ella no es el problema. Era y es solo una niña, no es culpable de nada —mencionó acariciando mi mejilla—. No entiendo a sus padres si me lo preguntas.

—Yo tampoco —sugerí agobiada por el tema que no me había dejado dormir en los últimos días ya que cada día que pasaba sentía que era uno más que nos alejaba de esa conexión tan única y nuestra—, tengo miedo de que se pierda en el infierno de su mente —solté sintiendo cómo mis lágrimas quemaban mis mejillas—. Mamá no te imaginas cuánto me duele verla así y no poder hacer nada —dije a lo que mi madre asintió antes de abrazarme y refugiar mis pensamientos en su pecho, permitiéndome sacar todo lo que tenía dentro de mí y que ella quitase la neblina de mi mirada—, Carla es la persona más increíble que conozco y no puedo entender cómo ella puede verse de esa forma tan dura y tan injusta...

—Claro que lo sabes bebé, tú estuviste en esa misma posición, de una manera diferente y con otro panorama pero en sí te duele porque sabes a la perfección cuánto cuesta salir de ahí, tú eres la prueba viviente de que todo cambia hasta esas ideas que están incrustadas en tu cabeza y crees que son una verdad irrefutable—musitó sin dejar de besar mi frente—, pero ese cambio vino de ti, no fue obra nuestra ni tampoco de la compañía de Carla. Esas solo fueron herramientas que te ayudaron a salir, pero al final del día quien dio el paso fuiste tú —aclaró quitando mis lágrimas con sus pulgares—. Así que es lo mismo para tu amiga, ella tiene que darse cuenta de que no está bien la forma en que está llevando las cosas y con ello no la estoy culpando del camino que ha tomado porque a diferencia de ti y por lo que me has contado, en su casa la culpan de lo que sucedió, ¿no?.

Amar en tonos grisesWhere stories live. Discover now