Feels like home

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Maratón 1 de 3

Laura

—Pero si luces como una bebé enanísima, dos añitos tienes —comentó Carla al ver la foto tamaño carnet que me habían pedido para ponerla en la ficha de inscripción de la escuela para adultos que quedaba cerca de casa—, Laura Vega Sanz —leyó orgullosa sacándome una sonrisa profunda por la forma en que la rubia siempre me hacía sentir como si fuera la persona más importante del universo—. Es que hasta tu nombre pega un montón contigo, ¿no eres familiar de Alejandro Sanz?.

Reí divertida ante aquella locura.

—Mi madre sería la persona más feliz del mundo por ello, pero para nuestra desgracia no, solo es simple coincidencia —determiné sin dejar de repasar una y otra vez todos los puntos cardinales de la artista quien hoy se encontraba con una camiseta blanca raída y llena de manchas de pintura, un par de shorts oscuros deshilachados, el pelo tomado en un tomate y esa sonrisa veraniega con tintes de invierno que trataba de sacar a flote como un velero en medio de una tormenta en ultramar.

Y aun así con ese look que probablemente no llamaría la atención de nadie, a mí me parecía la mujer más guapa que había visto jamás, por lo que se me hizo imposible no posar mis ojos sobre ella mientras mi sonrisa se ensanchaba cada vez más a mi rostro al comprobar por milésima vez que me había ganado la lotería al tener la fortuna de coincidir en esta vida con ella.

Porque no solo me había tocado en aquel sorteo del destino, la chica más linda del mundo, sino que además todos sus atributos se multiplicaban por mil con cada sonrisa que me regalaba y me hacía sentir que no necesitaba nada más para existir que los amaneceres otoñales de sus irises dorados.

—Pues nada —sugirió arrancando sin ningún tipo de culpa, una de las fotos de la cartola para luego sonreírme mordiendo su lengua en tono inocente por lo que había hecho—, esta se va directo a mi billetera para que acompañe a la otra Laura bebé —comentó sacándome una risa sonora por ello—. Así te llevo conmigo hasta en Viena —mencionó antes de acercarse a mi lado y colgar sus brazos sobre mi cuello dejando que nuestras miradas conectaran por un par de segundos en ese eclipse que ya podía durar toda la vida.

—Me falta una foto tuya —sentencié antes de robarle un beso envuelto con todas las precauciones del mundo, ya que mi padre estaba dando vueltas en la tienda mientras terminábamos de pintar la última sala que quedaba—, me lo debes, ¿eh? —solté antes de deshacer esa conexión para dirigir mi mirada hacia la pared naranja donde estaban dibujadas varias notas musicales entre un par de logos de bandas como Queen, Guns n roses entre otras.

—¿Me vas a llevar contigo a todas partes? —preguntó curiosa a lo que asentí alegre.

—A todas partes incluso a las que nos faltan por conocer —me sinceré antes de sentir su mano rozar contra la mía como respuesta a todo ese ruido que nuestros corazones provocaban cuando nuestros satélites estaban a tan poco distancia de diferencia.

Carla no tardó en sonreírme de tal forma que removió por completo mi alma y se sintió como si me besara eternamente incluso sin que nuestros labios rozaran en lo más mínimo.

Sin embargo, en el momento en que mi padre entró a la sala, nuestras manos volvieron a su lugar original y fingieron estar vendadas y no reconocer ni una sola línea en la palma de la otra que habían memorizado a la perfección durante los últimos meses.

—Me encanta cómo ha quedado, gran trabajo chicas —comentó con su mirada atenta al mural mientras su sonrisa acompañaba a la de Carla quien también se encontraba feliz y orgullosa de admirar el resultado final de su obra.

Pero a pesar de que el eje de todas las miradas quedaron en la pared, yo desvié por unos segundos el giro de mis planetas y mis ojos recayeron en la rubia y cómo cada vez que estaba conmigo simplemente se quitaba su armadura de guerrera y se mostraba tal cual era.

Amar en tonos grisesDove le storie prendono vita. Scoprilo ora