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Abrochó los botones de su abrigo, protegiéndose de la fría ventisca de otoño. A su alrededor, las hojas de un vibrante color naranja caían una tras otra creando un paisaje pintoresco. Jungkook disfrutaba la tranquilidad que le ofrecía el pequeño parque en horas de la mañana, aunque esa no fuera la verdadera razón por la que lo visitaba todos los días.

A unas cuantas calles, se encontraba la casa de Taehyung. Sabía que su recorrido hasta la escuela incluía bordear la zona de juegos antes de tomar la avenida principal. Jungkook no ingresaba al parque, pero desde esa vieja banca podía observarlo y asegurarse de que estuviera bien.

En el pasado, su pequeño osito solía caminar a la escuela junto Jimin y, conociendo el noble corazón que poseía, era casi seguro que la ausencia de su amigo le estuviera resultando más difícil de lo que pudiera imaginarse.

Jungkook pensó en ofrecerse a acompañarlo en las mañanas, tan solo para ir a su lado en silencio y que la soledad no fuera abrumadora, pero no se creía capaz de estar en presencia de Taehyung sin tomar su mano, abrazarlo o llenarlo de besos.

Permanecer alejado de él era una de las cosas más dolorosas que tuvo que obligarse a hacer. Algunos días, cuando su corazón se sentía quebrado, llegaba a preguntarse si tomó la decisión correcta. ¿En verdad terminar su relación fue lo mejor para ambos? No era sencillo dar una respuesta a eso, pero intentaba recordar los motivos que lo impulsaron a separarse en primer lugar.

Taehyung merecía sanar, recuperarse sin la presión de tener que salvar una relación y pensar únicamente en su bienestar, no en el de Jungkook.

Dejó que sus pensamientos fluyeran con libertad, como las hojas llevadas por el viento, hasta que logró concentrarse en el presente. El frío clima que penetraba en su piel sirvió como una firme ancla a la realidad. Jungkook no recordaba que los otoños que vivió en Busan fuera tan intensos como el que percibía ahora en Seúl, pero no le sorprendía dada la cercanía del invierno.

Estuvo reflexionando sobre las estaciones durante varios minutos hasta que una bonita cabellera castaña se asomó en la esquina del parque. Taehyung caminaba con prisa, cargando una pila de libros que apenas le dejaba observar la calle frente a él. Jungkook sonrió por lo precioso que lucía con su gorrito de lana y guantes a juego.

Se sumergió tanto en admirar la belleza de su osito que no consiguió ver a tiempo el enredo que se hizo Taehyung con sus propios pies y lo llevó a terminar sobre el suelo. Jungkook reaccionó por instinto, no se cuestionó nada y sólo corrió hasta él para ayudarlo.

Al acercarse, notó que Taehyung lucía muy confundido y dudaba que fuera solo por la caída; verlo en ese momento debió ser bastante inesperado para él.

—¿Estás bien? —tomó su mano y tiró de él con cuidado para que pudiera levantarse.

El castaño consiguió ponerse de pie, pero continuó observándolo con el ceño fruncido, como si no pudiera creer que estaba justo frente a él.

—¿Jungkook?

—Sí, ese soy yo —contestó, un tanto nervioso, mientras verificaba con discreción que Taehyung no se hubiera hecho daño.

—¿Qué haces aquí?

Era una excelente pregunta que Jungkook no deseaba responder. Había actuado de forma impulsiva sin considerar que acercarse de repente a Taehyung podría ser un tanto problemático. Él no tenía cómo justificar su presencia allí sin parecer un genuino acosador.

Jungkook desvió su mirada para evitar responder y se percató de los libros que quedaron tirados en el asfalto. Se apresuró a levantarlos, encontrando un tanto curioso que Taehyung llevara tres tomos diferentes de cálculo.

Two Loves | KookV♡Where stories live. Discover now