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—Taehyung, todo está bien —repitió frente al espejo.

Luego de las tres primeras veces, la afirmación ya no parecía creíble.

Abrió el grifo y dejó que el agua corriera, tan solo porque escuchar el líquido caer lo ayudaba a enfocarse, pero luego de varios segundos se dio cuenta que no era más que un desperdicio. Nada estaba funcionando.

Hasta hace unos días, todo en su vida era maravilloso. Ser el novio de Jungkook le abrió un mundo de hermosas ilusiones que lo hacían sonreír a cada instante, y su relación le otorgó la confianza necesaria para empezar a admitir sus pasiones y considerar un futuro lejos de los lineamientos impuestos por su madre.

Las cosas, sin embargo, empezaron a derrumbarse como un castillo de naipes.

Fijó la mirada en el espejo, encontrando su reflejo. Quiso decirse una vez más que todo estaba bien, aunque ya no tuvo el coraje de engañarse a sí mismo. Algo estaba ocurriendo con las personas a su alrededor, algo de lo que no era del todo consciente.

Primero, estaban las constantes ausencias de Jimin a la escuela. Su amigo jamás fue el estudiante más aplicado, pero no aparecerse durante tres días no era una simple falta por pereza. Además, él no contestaba sus mensajes. Taehyung perdió la cuenta de las veces en que le escribió esperando por una respuesta que nunca llegó.

Luego, estaba esa extraña mirada que Jungkook le lanzaba cuando creía que él no se daba cuenta: tan afligida y llena de dolor. Esa tarde en el parque cuando Koo lució tan triste, Taehyung creyó que las cosas quedaron solucionadas después de la conversación y los cientos de mimos y besos que compartieron. No obstante, al siguiente día la actitud de su novio volvió a ser fría y distante.

El cambio fue tan repentino como encender un interruptor y Taehyung no podía entender lo que significaba; sólo deducía, por su expresión abatida, que Jungkook estaba herido.

Intentó preguntarle qué le sucedía en varias ocasiones, reconociendo que la comunicación era lo más importante entre ambos. Sin embargo, él evadió el tema con astucia, huyendo una y otra vez. Taehyung trató de mantenerse optimista y pensar que no era nada malo, pero su corazón se hacía trizas cada vez que veía la forma en que Jungkook se alejaba.

«Así debió sentirse cuando lo aparté de mi vida».

Taehyung no soportó un segundo más de la conversación que estaba teniendo consigo mismo porque sabía que sólo se haría daño imaginando los peores escenarios. Así que, cerró el grifo y salió de inmediato del baño, dispuesto a encontrar respuestas de la única persona que podía entregárselas.

Tropezó con algunos estudiantes que se amontonaban en el pasillo como solía suceder a la hora del almuerzo, pero con una voluntad inquebrantable y algo de esfuerzo, consiguió abrirse camino entre ellos y llegar a su destino: la cafetería.

Una vez que ingresó, pasó de largo la mesa donde se sentaba todos los días junto a Jimin, Soobin y Yeonjun. Ni siquiera lo pensó por un segundo y fue directo al fondo del recinto donde la mayoría del equipo de baile se acomodaba para tener bullosas conversaciones y hacer un desastre con sus comidas.

Se acercó con todo el coraje que —irónicamente— pudo brindarle el temor a que su feliz y tranquila vida se viniera abajo. Posó su mirada en Jungkook, quien parecía demasiado abstraído en sus pensamientos para darse cuenta de su presencia, y aclaró su garganta antes de hablar.

—Hola —saludó a todos en la mesa, aunque solo le interesaba dirigirse a una persona en específico—. ¿Está bien si me siento con ustedes hoy?

Escuchó la respuesta afirmativa de Yoongi y otro par de chicos, pero la expresión sin vida de Jungkook al escuchar su voz fue todo en lo que pudo fijarse.

Two Loves | KookV♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora