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Clases del penúltimo año, reuniones del consejo estudiantil, tareas para el director Choi y prácticas de violín. Toda la rutina de las últimas semanas estaba en perfecto orden; y aunque muchos hubieran apostado a que era monótona, existía algo que llenaba de color sus días.

Jungkook.

Cada instante a su lado era mágico y fascinante. Siempre había algo nuevo para descubrir sobre él; como esa extraña manía de imitar a las personas cuando decían algo divertido o la forma en que dos de sus dientes sobresalían al sonreír haciéndolo lucir como un adorable conejito.

Él era increíble, hermoso, tierno y genuino.

Taehyung aún no podía creer que Jungkook se hubiese enamorado de todo su desastre, pero él conseguía que todas las cosas que pensó eran malas sobre sí mismo fueran características únicas y dignas de amar.

—¿Y si mis notas dejaran de ser perfectas? —le preguntó un día, en medio de sus conversaciones previas a las clases.

—Aún serías el chico más inteligente, divertido y carismático.

—¿Y si me rompiera la cara y perdiera todo mi cabello? —Jungkook rio y dejó un cálido beso en su mejilla.

—Te seguirías viendo hermoso ante mis ojos.

—¿Y si tuviera un terrible secreto o hubiera hecho algo muy malo? —preguntó con temor. A diferencia de ciertos miedos infundados, este tenía una verdadera razón de ser.

—Trataría de entenderlo —tomó el rostro de Taehyung entre sus manos para verlo con detenimiento—. Nunca dudaría de que eres alguien bueno.

Suspiró ante el recuerdo. Le gustaría verse a sí mismo como lo hacía Jungkook, pero cada día de engañar a las dos personas que más le importaban borraba toda partícula de bondad en su ser.

Tal vez, su rutina no era tan perfecta y pacífica; prácticamente estaba llevando una doble vida.

Fue ingenuo al pensar que podría enfrentar a Jimin y decirle toda la verdad sobre su relación con Jungkook, pues cada vez que lo intentaba y la mirada de su amigo se ensombrecía, él prefería quedarse en silencio y fingir una vez más que nada sucedía.

Jungkook tampoco estaba exento de sus mentiras.

Él no tenía restricciones sobre las muestras de cariño en público, pero Taehyung buscaba siempre la forma de que, frente a otros estudiantes, ellos no parecieran más que amigos.

Sabía que eso le desagradaba porque luego de que él le negara un beso o una caricia, esbozaba un gesto triste y vulnerable. Taehyung intentaba compensarlo cuando estaban a solas, pero a veces sentía que eso no era suficiente.

—¿Está todo bien?

Soobin llamó su atención y Taehyung retiró la mirada de la mesa del fondo de la cafetería para centrarse en su propio almuerzo.

—Sí.

—TaeTae está cansado por todo el trabajo que el director Choi le ha encargado estos días —explicó Jimin y acarició con delicadeza el hombro de Taehyung.

—Deberías renunciar al puesto de presidente de clase —dijo Soobin—. De cualquier forma, los profesores ya te aman y seguro te darán cartas geniales de recomendación para la universidad.

Taehyung forzó una sonrisa. Apreciaba el consejo, pero ser presidente de clase era el menor de sus problemas.

—No entiendo por qué se preocupan por eso —intervino Yeonjun—. Aún tenemos el próximo año para pensar en cosas como la universidad, los meses que nos quedan deberían ser para relajarnos y festejar en grande.

Two Loves | KookV♡Where stories live. Discover now