Capítulo 38

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Capítulo 38 | "Despedida"

Narrador Omnisciente

Los hermanos caminaron derrotados hasta las camionetas estacionadas, ninguno de sus hombres osaba pronunciar ni una sola palabra por miedo a que la rabia que manejaban se descargara sobre ellos.

Los hermanos tampoco podían culpar a sus socios, los entendía a todos.

Del lado de la mafia roja, lo entendían, entendía a Yaroslav y a Yasir por no querer arriesgar a su hermana Yulia, la menor de los Ivanov. Entendían a Massimo Coppola, Don de la Camorra, por no querer arriesgar a su hermano Lorenzo. Claro que lo hacían. Porque ellos jamás se arriesgarían, su hermandad era un lazo sólido.

También entendían a Aurelio Vitale, Don de la Cosa Nostra, por no querer arriesgar a su madre, Vittoria Vitale. Joder, la cantidad de cosas que no harían ellos por Antonella.

Y tampoco correrían el riesgo de que lastimaran a Celine, aún menos cuando estaba embarazada y no sólo su vida corría peligro, sino también la del pequeño o pequeña que cargaba en su vientre.

Estaban completamente atados de manos, pero eso no hacía que el gusto amargo de la derrota no se saboreara en sus bocas y quisiera hacerlos estallar.

Y ahora también estaba el regusto de la traición, y no sólo la traición hacia su mujer, traición hacia el mismo Alek, que no le importó sacrificarse por el bien de los demás. Puede que no fueran los mejores amigos, su relación se mantenía netamente como el hermano de su mujer, la mujer que ellos adoraban, pero no era justa la manera en que lo habían abandonado. Y no tenían idea de cómo sacarlo de ahí.

Los propios hombres de Alek se habían volteado en su contra con la noticia de que el chico Morosov trabajaba para la Bratva, eso dificultaba aún más las cosas.

Además, tenían un topo, alguien de confianza quien le vendió la información a los Corella y a Egor, alguien que fuera de absoluta confianza en la mesa de las jerarquías de las organizaciones, dado que supo dar en el clavo con los puntos débiles de los líderes.

Yulia Ivanova, Vittoria Vitale, Lorenzo Coppola y Celine Blackwolf.

Se sabía de la existencia de Yulia y Vittoria, pese a no ser una parte activa del crimen organizado, pero que lograran dar con sus ubicaciones era sospechoso. Del lado de Lorenzo era algo bastante obvio que la gente lo conociera puesto que era el sottocapo de su hermano, sin embargo, dar con su ubicación tan fácil también era un punto de sospecha. Y por último teníamos a Celine, una sicaria activa de la organización y esposa del mismísimo Trevor Blackwolf, que supieran de su paradero era una alarma.

Una alarma de que alguien fuerte nos estaba traicionando.

Y las cabezas de los Blackwolf apuntaban a Francisco Díaz, el capo de Colombia que formaba parte del plan y fue el único que no fue atacado. Eso era un golpe doloroso, porque más que su socio, era su amigo.

Aunque no pudieron pensar mucho en ello cuando luego de horas y horas de viaje, dado que bastantes de las calles principales que conducían a Murcia se encontraban con arreglos viales, finalmente lograron llegar a casa.

El silencio en la mansión con su llegada fue inquietantemente desolador.

Frank, su jefe de seguridad, frunció el ceño hacia sus jefes, algo andaba mal. Los hermanos al final decidieron llevarse a sus mejores hombres a la misión, en vano, puesto que no lograron nada, Madison se había quedado con un escuadrón competente en casa.

Horus bajó corriendo las gradas y empezó a ladrar, un ladrido como si alentara a sus dueños a subir las escaleras con él.

— Frank, examina el perímetro — ordenó Connor.

As de CorazonesWhere stories live. Discover now