Dragón Salvaje #3

557 93 22
                                    

Espero que les guste~

Nota: Esto era más largo al principio pero decidí dejarlos con la duda xD

En general, el niño hacia lo que quería pero al mismo tiempo, parecía haberse establecido límites para si mismo.

No les robaba comida ni tampoco se los pedía, hasta podían verlo con un pescado aun vivo entre sus dientes o con un trozo de carne robado del pueblo más cercano. A veces, les traía pescados y los dejaba en la entrada, como una especie de regalo.

No se acercaba a los monos, mirándolos de reojo, pero no los evitaba, sentado rígidamente y con las alas bien acurrucadas contra su espalda, manteniendo su cola entre sus manos mientras los monos más valientes decidían acercarse para inspeccionarlo. No se quejo, sin moverse hasta que ellos lo dejaron solo, dejándose caer con un suspiro de alivio.

Lo veían rondar por el lugar, vigilante y alerta, como si estuviera haciendo una patrulla, pero en general, se mantenía escondido bajo los arbustos, a veces su cola asomándose como única señal de que estaba allí.

No entraba a la casa, ni siquiera lo intentaba, pero eso no apagaba su curiosidad, porque lo habían visto colgando de alguna de las ventanas y mirando el interior con ojos brillantes, incluso se quedaba cerca de la puerta cuando la dejaban abierta, aunque no cruzaba el limite.

Les hacía compañía cuando alguno de los dos estaba sentado o solo, acurrucándose como un gato a su lado, haciendo un suave sonido que casi sonaba como un ronroneo.

Era lindo tenerlo allí, incluso si el chico parecía disfrutar pelear con Wukong o intentaba en cada oportunidad que se le presentaba sorprender a Macaque.

La noche es tranquila, con la luna brillante en lo alto y en compañía de un mundo de estrellas que adornan el oscuro cielo. No hay viento y los grillos resuenan pero por encima de eso, se puede escuchar un tarareo ligero y suave, trayendo consigo una sensación de melancolía.

-¿Una canción de cuna?- Macaque no podía evitar pensar, acotado sobre su espalda y con los ojos fijos en el techo, sin mirar nada realmente. Sabía que la tonada venía del pequeño dragón que aun rondaba por la zona pero el ritmo lento y tranquilo le recordaba algo que ambos habían ignorado desde su llegada. Era un niño, uno pequeño que debería estar con su familia, no allí con ellos.

-Puedo sentir que estas pensando demasiado- Wukong bostezo, amplio y ruidoso, acomodándose para imitar la posición ajena en la cama al otro lado de la habitación.

-No lo estoy, es solo...- la punta de su cola se movió con nerviosismo. La melodía afuera se detuvo por unos segundos pero volvió a sonar, aunque un poco más suave ahora, signo de que el menor estaba adormilado. -...es un niño- suspiro. -Se está arrullando a si mismo- su corazón se estremecía con tristeza y cariño al escucharlo.

-Ya sabia yo que era cuestión de tiempo- bufo y eso hace que el pelaje oscuro se erice.

-¿Qué quieres decir con eso?- le lanzó una mirada llena de advertencias, pudiendo imaginar la sonrisa creída que el otro de seguro tenía en su rostro.

-Tienes instinto materno en ese cuerpo triste y emo- rio a carcajadas, las orejas ajenas agitándose ligeramente.

-En primer lugar: lo único triste aquí es el imaginario cerebro que dices tener- el dios frunció el ceño, gruñendo entre dientes. -En segundo lugar: ¿Qué instinto materno?-

-Te das cuenta que trajiste a la mayoría de los monos que viven por aquí, ¿no?- enarco una ceja, burlón y divertido al ver a su contraparte parpadear, tomado por sorpresa al parecer.

-Eso no significa nada- bufo.

-Lo que te ayude a dormir de noche- se encogió de hombros, sin sentirse amenazado ante la mirada fulminante que su contraparte le estaba mandando. -Solo digo que eres un blandengue y que estaba totalmente seguro de que no tardarías en querer llenan a ese niño de cariño- sonrió. -Acerté~-

-Cállate, maldito- gruñó con los dientes apretados porque la peor parte de todo es que no podía negar las palabras del dios. Quería tanto meter al niño a la casa para que durmiera en lugar más cómodo y cálido, lograr cambiarle esa ropa desgastada que amenazaba con caerse en cualquier momento, contarle historias para arrullarlo para que el niño no tuviera que cantarse a si mismo. -¿Qué le habrá pasado?-

-Ni idea pero podrías preguntarle...- hizo una pausa, pensativo. -...aunque el niño no habla- recordó con una mueca.

-Puede hacer señas- la suave tomada se había vuelto más suave hasta desaparecer, de seguro el pequeño estaba dormido.

-Fue más un juego de adivinanzas pero...- se encogió de hombros. -...supongo que podemos intentar- y al fin, ambos se duermen.

~Monkie Kid~ 5️⃣Where stories live. Discover now