67; REGRESO A CASA

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REGRESO A CASA

Aemond estaba cansado. Todo su cuerpo estaba débil y su cabeza dolía, pero no podía detenerse. La imagen de Stormfyre destrozando a Baexar se repetía en su mente una y otra vez sin parar, el grito de Aiyana llamando por Jaehaerys sirviendo como eco mientras volaba por la costa buscando. ¿Buscando qué? ¿Acaso esperaba que estuviera vivo después de lo que pasó? Una parte de él se negaba a aceptar que estuviese muerto, pero otra le decía que se rindiera. Solo había podido encontrar su espada y los restos de Baexar y Arrax. No había nada más.

Stormfyre rugió con tristeza sintiendo a su jinete en dolor, pero él cerró los ojos ignorándolo, tan solo estar sobre el dragón le causaba náuseas. La única razón por la que no se lanzaba a su muerte era que debía darle la cara a sus padres. Sus padres, ese era otro asunto. ¿Cómo iba a poder llamarlos como tal después de eso? Había matado a su hermano. Era un traidor. ¿Cómo miraría a sus hermanos a la cara? ¿Y Helaena? Su pobre hermana estaba embarazada y él acababa de matar al padre de su hija. ¿Y Rhaella? Él amaba a Rhaella, todos los llamaban los gemelos de fuego por lo cercano y parecidos que eran. ¿Acaso moriría a manos de su hermana? No tuvo que pensarlo dos veces para saber que si, moriría sin poner una lucha.

Con eso en mente por fin, después de casi dos días volando sobre la costa, dirigió a Stormfyre hacia Dragonstone. No le tomó más que unas horas alcanzar el castillo que una vez llamó hogar y apenas los dragones descubrieron su presencia rugidos se escucharon. Mientras descendía podía ver a los caballeros que salieron a recibirlo, todos armados y listos para atacar. Caníbal aterrizó cerca de ellos rugiendo a Stormfyre en señal de advertencia, el dragón negro parecía guardar resentimiento con Aemond y su dragón después de lo sucedido sobre Storm's End. Y con razón, Aiyana era su primer jinete y el dragón se tomaba muy personal el enojo y la tristeza de su jinete.

Dentro del castillo todo estaba en silencio. Después de dar la noticia de la muerte de su hijo Cerys había declarado que la guerra ya había comenzado y dejó a Lord Corlys a cargo de todo mientras ella lidiaba con sus hijos. Haelyn y Aerys fueron los únicos que se quedaron en Dragonstone cuando sus hermanos partieron como mensajeros. La gemela de Jaehaerys y el menor de sus hijos. Darles la noticia fue difícil, pero tuvieron que hacerlo. Haelyn había gritado hasta que su garganta dolió y cuando Daemon intentó sostenerla lo había golpeado rehusándose a que alguien la tocara, había perdido a su otra mitad y el dolor la arrastró a una depresión de la que no iba a recuperarse nunca. Aerys, con solo siete años ya entendía lo que significaba que alguien muriera, significaba que se irían y nunca regresarían. El niño lloró en brazos de su madre preguntando si su hermana y su primo, Aiyana y Lucerys, también se irían. Cerys no supo qué responder.

Aiyana había llegado en malas condiciones a Dragonstone, y ni se diga de Lucerys. Ninguno de los dos despertó el día que llegaron, ni al día siguiente, para el segundo día después de la muerte de Jaehaerys todos comenzaron a preocuparse por la falta de respuesta de los dos. Los mensajes con la noticia habían sido enviado a sus hijos pidiendo que regresaran a casa cuanto antes. Aemma se enteró dos días después, pero ella era muy pequeña para saber lo que estaba pasando, no entendía por qué le decían que su papá ya no iba a regresar y se encerró a sí misma en su habitación porque ya no quería escuchar mentiras.

Daemon había destrozado la habitación que compartía con su esposa en un intento por desahogarse, ella lo dejó porque no tenía fuerzas para discutir con él. En ningún momento hablaron de Aemond, pero cada vez que alguien lo mencionaba señalándolo como el culpable ellos se miraban y una mirada bastaba para saber que Aemond no era el culpable. Ellos lo eran. No pudieron salvar a su hijo de las garras de Otto Hightower y ahora pagan las consecuencias.

burning fire. (daemon targaryen)Where stories live. Discover now