❝Bruning.❞
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-ˏˋ En donde Cerys hará todo lo que sea necesario para que su hermana se siente en el trono de hierro, aún si eso significa destruir a su propia familia. ˎˊ˗
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Aemond y Jaehaerys fueron llevados a una habitación para que los maesters los revisaran sin el ambiente tenso que aún se podía sentir en el salón. Alicent fue con ellos, pero el rey no se apareció hasta minutos después cuando ambos niños ya dormían. Cerys y Daemon estaban sentados frente al fuego aún molestos por la situación, sus hijos estaban sentados en el suelo luego de pelear con sus padres porque no querían dejar a sus hermanos heridos solos. El único que no estaba presente era Viserys que había ido en busca de Aegon cuando no lo vio con Helaena y Daeron. Y Alicent se mantuvo de rodillas junto a la cama rezando por el bienestar de su hijo. Ninguno se movió cuando el rey llegó, solo sus nietos lo saludaron.
—Cerys, Daemon—llamó—, tenemos que hablar de lo que pasó.
—No hay nada más que decir—Daemon respondió sin girarse a mirarlo.
—Aemond regresará a King's Landing con nosotros y el acuerdo que teníamos se acabó.
Tres pares de ojos se giraron a verlo, Daemon y Cerys con fuego ardiendo en los suyos, y Alicent con sorpresa.
—Niños, vamos—Haizea se acercó a los niños—, dejemos que sus padres hablen con su abuelo.
Los niños no protestaron, en seguida salieron de la habitación huyendo de la pelea que se avecinaba.
—Estás bromeando—Daemon llevó una de sus manos a la empuñadura de Dark Sister—, Aemond...
—Es mi hijo—le recordó el rey—, y como tal permanecerá en King's Landing donde pertenece.
—No...
—Daemon—Cerys agarró a su esposo por el brazo.
El peliblanco dejó salir algo parecido a un gruñido y se soltó de su agarre para salir de la habitación, deteniéndose por un segundo frente a su hermano. Cerys y Alicent contuvieron la respiración al ver a Daemon tan cerca de Viserys, pero ninguna se movió con miedo de provocar una reacción del príncipe. Al final Daemon salió azotando la puerta detrás de él y Cerys se dejó caer en la silla ahogando un sollozo en su mano.
—Alicent, déjame a solas con mi hija—pidió el rey.
—Pero Viserys, los niños están descansando.
—Ahora—demandó el hombre.
Alicent abandonó la habitación resignada, en lo más profundo de su ser sentía ganas de intervenir por la mujer que había defendido a su hijo, pero la amargura que las palabras de su padre habían creado en ella era demasiada.
—¿Por qué haces esto?—Cerys miró a su padre con los ojos llenos de lágrimas. —Yo cuide de Aemond, lo crié, y ahora me lo quieres quitar.
—Daemon y tú lo declararon su hijo frente a todos, ¿Qué crees que van a pensar los demás?
