La Reina [Edición]

88 Convencer

Narrador omnisciente

Minutos antes

Cameron carraspea mientras mira a un lado y otro del pasillo. No sabe que hacer con exactitud.

 Está en medio del fuego y no sabe ni para donde ir. Fija su vista en el soldado muerto que se encuentra a su lado y se pregunta si tendría que seguir el plan del hombre o improvisar.

Recién lo había liberado le había dicho que iban a salir por el pasadizo y esa no pareció una mala idea. Después de todo, ese era el pasaje más cercano y de seguro el más seguro para salir de ahí contando la guerra que se estaba librando en la parte de arriba.

Pero ahora tenía unos cuantos problemas para seguir ese plan. Claramente Cameron está en pésimas condiciones. A penas si puede mantenerse en pie por su cuenta y el dolor y sangre no paran de correr en su cuerpo.

Intenta pensar claramente, pero es muy costoso y lo único que logra pensar es que está extremadamente cansado. Se deja caer al suelo, mientras intenta pensar con más claridad.

Sus ojos se encuentran con los del soldado que estaba a su cargo y simplemente logra soltar un suspiro de tristeza. Claramente no lo conocía de nada, pero en el último tiempo había sido el único rostro amigo que había visto, así que el verlo sin vida le causaba cierto sentimiento desagradable. 

Respira profundamente mientras cierra los ojos y se da cuenta de la única opción que tiene.

 Claramente no puede ir por los pasillos secretos, ya no más. No está en las condiciones para caminar tanto, sin contar que a diferencia del soldado, él no sabe cual es el camino correcto que debería tomar y claramente debido a su condición física no puede permitirse caer en una trampa, eso sería una muerte segura... claro siempre esperando que no muera desangrando en el proceso de escape de ese asqueroso lugar.

Con todas sus fuerzas se levanta y comienza a caminar por el pasillo. Está cubierto totalmente de sangre y a simple vista se puede ver que parece más muerto que vivo.

El dolor en todo su cuerpo es casi insoportable, pero a pesar de eso sigue caminando, agradeciendo internamente un poco el que su padre lo haya entrenado cuando era más joven a soportar el dolor. Si no fuera así no podría ni siquiera moverse un centímetro.

Por un momento sus pensamientos se extienden a su padre y no puede negar que este en verdad le había enseñado cosas verdaderamente útiles. Después de todo había sido gracias a sus enseñanzas que él no había dicho absolutamente nada en medio de su tortura. 

Había sido entrenado con fervor y sabiamente, para poder soportar de todo. Gracias a eso ahora es quien es. Casi inquebrantable. 

Un buen soldado; como diría su padre. 

Al pensar a eso hace una mueca. ¿Valía la pena ser un buen soldado ? 

Para nada. 

Se había convertido en una marioneta y no es para creerse más de lo que es, pero sabe que puede ser mucho más que eso. De hecho lo había entendido cuando se dio cuenta de los errores que había cometido estando junto a Asia y los chicos. Y, a pesar que esos pensamientos y decisiones lo habían llevado al dolor que siente en ese momento; arrepentimiento es lo único que no siente. 

Sorprendentemente, gracias a su aspecto mas muerto que vivo,  no es un blanco para nadie y esto le permite el poder moverse sin el problema de tener que preocuparse de esquivar alguna bala.

La verdad es que nadie le dispara debido a su miserable apariencia. Se ve tan mal y tan moribundo que todos se dan cuenta que no podría ser una amenaza ni aunque quisiera. Se nota desde kilómetros que la muerte está más cerca del hombre que cualquier otra cosa y eso en un campo de batalla es bueno y hasta tranquilizante.