La Madre Luna, ese ser superior que enlazaba y trazaba los caminos de los licántropos con la ilusión y fascinación de verlos enredarse y crear nuevos lazos... ¿Nuevos? Lo que la Madre Luna más amaba era volver a reencontrar Destinados.
Varias década...
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JeongIn, literalmente, se quedó observando a esas tres personas ajenas a él y desconocidas con gran parecido a HyunJin como si fueran locos. Su expresión fácil gritaba un claro "¿Y qué queréis que haga?".
-Nosotros, es que... -Comenzó a decir la rubia viendo a sus hermanos.
-Creimos que tal vez podrías ayudarnos. -Expuso el pelinegro.
-Chicos. -Dijo el Omega suspirando rendido. -Acabemos de empezar a salir por así decirlo, ni si quiera hemos tenido una cita porque era el sábado y entró en celo. -Los gemelos mellizos lo vieron pestañeando con pesar y comprensión. -No puedo ir a acostarme con él así de fácil y a la ligera. -Sus mismas palabras le hicieron fruncir el ceño, dándose cuenta al fin de un hecho imposible. -¿Cómo puede estar aún en celo si fue el sábado?
-Ahí está la cuestión. -Afirmó YeJi.
-Su celo terminó ayer domingo, pero sigue muy sensible y es lo que no entendemos. -Añadió Yae.
-Tú eres el Auror. -Dijo Jinnie consiguiendo que sus hermanas asintieron seguido y fijo.
JeongIn tapó su rostro con sus manos finas y largas, sabía lo que ocurría. Era todo tan sencillo y plano como el hecho de que ambos se habían conocido. Encontrar a tu destinado podía desigualar y alterar al animal interior tanto como provocar un celo repentino, alargar el mismo y una depresión en el lobo. Y más, mucho más fácil era de suceder, si ellos conectaban tanto humanamente como sus espíritus animales.
-Entonces decís que su celo ya ha terminado, ¿no? -Preguntó el Omega obteniendo afirmaciones de los Alfas. -Tengo citas que atender, si puedo me pasaré por vuestra casa en la tarde. -Los ojitos, iguales a los de su HyunJin, brillaron con ilusión. -¿Me podéis dar la dirección?
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Yang JeongIn se debatía, de nuevo y el mismo día, entre salir corriendo o aceptar el destino. Era inevitable, él que era un Omega tierno e infantil en el buen sentido, temer cometer un error al entrar en esa casa y que todo terminara demasiado rápido. Él creía, por simple forma de ser y no por su trabajo vocacional, que amaría a HyunJin y serían pareja enlazada hasta el día de su muerte. Mas no quería apresurar las cosas, él de verdad anhelaba citas, salidas, el primer beso, enamorarse, hacer el amo, tener un celo juntos, marcarse, enlazarse, casarse y tener hijos.
No quería simplemente entrar ahí y ser marcado saltándose tantos pasos.
Desde su posición alzó la vista hacia las ventanas de la casa de la planta superior. La ventana de la izquierda mantenía la luz apagada, la del centro dejaba ver a los hermanos de HyunJin inclinados al parecer sobre una mesa y la de la derecha era claramente la de su Alfa. No lo podía ver con claridad, pero a través de las cortinas se vislumbraba su sombra peinando su cabello largo rubio y echando su cabeza hacia atrás con pesar.
El lobo Omega de JeongIn sollozó, queriendo ir hacia su Alfa y arroparlo entre sus brazos. Su propio aroma a miel y dulce de leche incrementó tratando de llamar a HyunJin. Con un suspiro se acercó a la puerta de la casa y llamó esperando ser atendido. Al poco tiempo Yae le abrió la puerta y sonrió con emoción.
-¡Has venido! -Aplaudió antes de abrazarlo. JeongIn devolvió tosco y torpe el abrazo. -¿Te llevo con él? -Con un asentimiento siguió a la Alfa a las escaleras afianzándose a las correas de la mochila que portaba a su espalda. Al alcanzar la segunda planta se encontró de frente con la otra hermana y el hermano de HyunJin en lo que parecía ser un cuarto de estudio. -Estábamos estudiando. -Yae le confirmó. -Este es su cuarto, adelante. -Animó señalando una simple y blanca puerta. -Cualquier cosa gritas y venimos corriendo.
La forma dulce y a la vez amenazante en la que Yae bromeó rompió un poco la tensión en su cuerpo hasta hacerlo reír. Con la sornisa aún permanente en su cuerpo asintió y se despidió de ella para abrir el cuarto de su Alfa.