Lo Hice Por Tu Bien. (Sesshome)

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En el pueblo todos corrían a la fortaleza subterránea que habían construido para los ataques y algunos eran ayudados por las gemelas Gyokuto y Kin'u.

- ¡Vamos! - gritaba - Todos debes ir a la fortaleza -

- Nao dame a Hanae - pidió Sango.

- Claro, por favor señorita Sango cuide a mi hermana - dijo entregándose la.

- Claro que lo haré es la hija de mi mejor amiga - dijo.

- Sango tu ve con los demás yo ayudaré a Nao - dijo Miroku.

- ¿Estás seguro? - preguntó dudosa.

- Claro que sí, ahora vete - respondió sonriendo.

- Está bien -

Sango se dirigió con Kaede y Rin para que fuera a la fortaleza, mientras tanto Yokais del Oeste peleaban con valor enfrentandose contra los nueve hermanos Inukamis que atacaban la aldea que su Lord protegía.

- Esto es adsurdo Yokais defendiendo a humanos - exclamó él hermano menor.

- Eso pasa cuando les das muchas libertades - dijo - Ahora escuchen bien debemos capturar a el heredero del Oeste y a la princesa Hanae -

- ¡Sí! -

La pelea que se desataba llenaba la blanca nieve de sangre carmín, pues nadie se detenía ni daría marcha atrás ante la batalla, pues todos tenían un objetivo en claro, ganar.
Inuyasha, Kagome y Kirinmaru corrían lo más rápido que podían llegando a la entrada y ver el caos que había, pues muchas vidas Yokais se habían perdido en esa batalla.

- Maldición, debieron saber que yo vendría a advertirles - dijo molestó.

- Debemos hacer algo para que no lleguen a la fortaleza - dijo Inuyasha - Si no todos morirán -

Kagome miraba hacia todos lados viendo como su hijo Nao defendía a Kin'u quien llevaba a unos niños.

- ¡¡Nao!! - gritó preocupada.

Kagome recogió el arco y flechas que había de los Yokais muertos para atacar al Inukami que peleaba con su hijo, soltando la flecha con el suficiente poder espiritual para purificar a más de un yokai está flecha siguió su camino sin interrupciones dando en el objetivo tocando al hermano número seis de los Inukamis.

- ¿Pero qué? - se preguntó.

El InuKami dejo caer su espada, pues el dolor de ser purificado lo hacía sentir arder en llamas.

- ¡Maldita Sacerdotisa! - gritó intentado acercarse a Kagome.

Nao al darse cuenta de las intenciones de aquel Inukami enterró su katana en su espalda atravesando el pecho de aquel Inukami.
Después de que aquel Inukami desapareciera Nao se acercó a su madre abrazándola.

- Que bueno que estás bien - dijo abrazándolo - ¿Dónde está Hanae? -

- Tranquila madre, Hanae está con Sango - respondió sonriendo.

- Que bueno - dijo.

Nao volteó a ver a Kin'u.

- Debes irte con los niños, también Gyokuto - dijo.

- Pero no quiero dejarte - dijo entre lágrimas.

- Kin'u yo estaré bien, pero no estaré tranquilo si tú no estás a salvó, por favor vete - decía mirándola.

- Promete que estarás bien - ordenó.

- Está bien, lo prometo -

Kin'u asintió y beso a Nao para irse con los niños que había salvado, Nao se acercó a su madre y sonrió.

- Tu padre estaría orgulloso - dijo sonriendo.

Nao sonrió y ambos se dirigieron hacia Inuyasha y Kirinmaru.

- ¡Kirinmaru-sama! - llamó - Me alegra que haya vuelto -

- Y a mí me alegra que estés bien - dijo mirándolo - Bien ahora debemos matar a los siete hermanos que están aquí -

- No habías dicho que eran nueve - reclamó Inuyasha.

- Si, pero el primer hermano aún no está aquí y el hermano número seis lo han matado ya eso nos deja con siete - explicó.

- Bien, pero ¿Qué pasa si el primer hermano aparece? - preguntó.

- Moriremos y jamás volveremos a ver a Hanae ni a Nao - respondió.

Nao se sorprendió tanto que las palabras no salían de su boca solo siguió a su madre quien necesitaba de alguien para poder purificar a los Inukamis, sin embargó el árbol sagrado comenzaba a agrietarse por el inmenso poder que Yakō comenzaba a dejar salir.

- Pronto todos serán masacrados -