Han pasado cinco años desde que Kagome había regresado a su época dejando a sus amigos y a Inuyasha, pero durante ese tiempo guardo un secreto el cual era que ella estaba embarazada ella juro que jamás le diría al padre de su hijo, pero cuando regre...
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Cuarto mes del embarazo y a pesar de eso Kagome jamás dejo de estudiar solo que su madre contrataba a maestros privados para que no reprobará cosa que resultó demaciado.
- Pronto podrás graduarte - decía.
- Lo sé mamá, solo espero que mi bebé no se adelante - dijo.
- Nunca se sabe hija solo Kami lo sabe - mencionó.
Día con día Kagome seguía su rutina de su embarazo, pero poco a poco comenzaba a pensar que todo lo que había vivido había sido solo un sueño, claro si no fuera por su embarazo y por la peineta que Sesshomaru le dió jamás lo creería. Y así nuevamente paso el cuarto mes llegando al quinto mes y uno de los más peligrosos, ya que podía sufrir abortos o incluso el desarrollo de su bebé podía peligrar, aún que lo que le extrañaba a Kagome era que este embarazo estaba durando más de lo que ella tenía entendido, ya que en tres meses un yokai o Daiyokai podía desarrollarse por completo, pero un hanyō duraba seis meses y ella apenas entraba en el quinto mes, así que Kagome pensó que su bebé sería un hanyō y con más razón protegería a su pequeño no nato.
- No te preocupes mi vida mamá siempre estará para ti - decía.
Nuevamente Kagome sintió como su bebé se movía dentro de ella y eso la hacía querer seguir con el embarazo.
- Sabes cuándo tu papá y yo nos conocimos jamás cruzó por nuestras cabezas que podríamos enamorarnos - contaba - Tal vez si me hubieran dicho que estaría embarazada de tu padre me hubiera reído como nunca -
Kagome podía sentir como a su bebé le gustaba escuchar de su padre y eso de cierta manera le hacía feliz porque no odiaria a Sesshomaru.
- Pronto seremos una familia - dijo sonriendo - Sesshomaru -
El quinto mes para Kagome se fue volando y ahora en su sexto mes se sentía nerviosa porque podía ser que en cualquier momento neciera su bebé que lo más seguro para ella fuera que el bebé nazca siendo un hanyō, pero conforme pasaban los días jamás llegó el tan esperado día y preocupada fue al hospital a su chequeó matutino.
- Realmente tu bebé es muy saludable y no has tenido problemas - dijo.
- No suerte no - mencionó.
- Bien lo que si es un poco preocupante para mí es que tú bebé está casi desarrollado, pero eso no quiere decir que esté listo para nacer - explicó.
- ¿Entonces? - preguntó.
- Bueno tu embarazo es uno de esos embarazos especiales tal vez tú bebé nazca en el séptimo u octavo mes no lo sé bien - respondió.
- Entiendo -
- Pero no hay de que preocuparse muchos bebés nacen de esta manera - dijo sonriendo.
Kagome sonrió asintiendo, después de su chequeó decidió regresar a casa y preguntarse, ¿Por qué su bebé no había nacido como hanyō? ¿Acaso su bebé sería humano?.
- Tal vez sea lo mejor - se dijo.
En la era feudal en la aldea todos estaban tranquilos y en paz más aquel grupo que había acabado con Naraku hace algunos meses atrás. Todos estaban reunidos tranquilamente esperando unos resultados.
- ¿Entonces no sabes lo que le pasó a Sango? - preguntó Inuyasha.
- No - respondió - Solo se desmayó cuando veníamos para acá -
La puerta distrajo a ambos hombres, pues Kaede había salido junto a Sango quien lucía sonrojada.
- ¿Y qué le pasa a Sango? - preguntó serio.
- Exelencia no sotros seremos padres - respondió.
Sorpresa es lo que había en la cara de Inuyasha y Miroku.
- ¡¿Enserio Sanguito?! - preguntó emocionado.
Sango asintió con una sonrisa y Miroku la abrazo, pues ahora serían una familia, pero en Inuyasha anhelaba lo que ellos tenían.
- Kikyō - susurro.
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