Séptimo año: Legado (Parte 1)

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—Podrías robarlo, apuesto que no sería difícil. —Dijo Sirius, de pie junto a Remus frente a la vitrina de trofeos. —Solo desvanecer el cristal por un segundo.

—El Profesor Flitwick lo notaría. —Remus arqueó una ceja, distraído por el fantasmal reflejo de Sirius en el cristal. —O uno de los Ravenclaws.

—Nah, —el otro chico captó su mirada y le sonrió, dientes blanco perlado, —Nadie lo extrañará.

—Creo, —respondió Remus, humedeciendo sus labios y volviendo su mirada a la pequeña figura de oro en la cima del trofeo, —Lyall hubiera preferido que se quedara ahí. De esta forma siempre habría un pedazo de él en Hogwarts.

—Ahh, ¿te has vuelto todo sensiblero porque es la última semana? —lo molestó Sirius. Remus sonrió, impávido.

—Seh, un poco.

Sirius soltó una risita, y se inclinó hacia él confidencialmente.

—Yo también.

Remus le hizo una mueca.

—Vamos entonces, tengo hambre.

Ambos emprendieron marcha hacia el Gran Salón. Aparte de la racha de detenciones de Remus después de la final de quidditch, todos habían tenido una semana muy relajante, sin nada que hacer más que planear el futuro. Lo que por supuesto significaba que no habían planeado nada para el futuro.

—No estamos dejando nada atrás. —Dijo Remus, pensativamente, mientras caminaban.

—¿Eh? —preguntó Sirius, distraído por un grupo de chicas que habían pasado caminando, soltando risitas. Remus le dio un golpecito en la oreja.

—¡Auch! —Sirius agachó la cabeza, —Te estaban mirando a ti, Remus fóllenme-ganamos Lupin. ¿Qué estabas diciendo?

—No dejaremos nada atrás, como el trofeo de Lyall.

—James y yo estamos en la copa de quidditch. Y Prongs es Delegado, ¿acaso eso no queda grabado en alguna parte? Y Peter ganó ese campeonato de ajedrez.

—Oh seh. Debo ser solo yo, entonces. —Remus suspiró, desamparado.

—Eh... ¿está el sauce boxeador? —intentó Sirius.

Remus solo le frunció el ceño. Bueno, supuso. Eso es lo que consigues por tratar de pasar desapercibido. Se mantuvo contemplativo a través del almuerzo, que era pescado y patatas fritas, con opción de acompañarlas con puré o guisantes enteros (Remus experimentó con una combinación de ambas).

—¿Todo bien ahí, Moony? —preguntó James, entre bocanadas. —Estás muy callado.

—Se está preocupado sobre su legado, —anunció Sirius. —Quiere un trofeo.

—Cállate, no lo quiero. —Remus se sonrojó.

—Si me preguntas a mí, ese comentario del partido merece una medalla. Servicios especiales para la escuela, —Mary se rió. —No puedes ir a ninguna parte del castillo sin escuchar a alguien gritar '¡jodido cristo, eso estuvo cerca!' Es brillante.

Remus sonrió, sintiéndose un poco mejor. Había estado disfrutando silenciosamente sus quince minutos de fama, y había recibido suficientes regalos de cigarrillos y chocolate para pasar el verano. Lo que era igual de bueno, supuso, porque en unos pocos meses tendría que empezar a mantenerse por su cuenta.

—No te preocupes, Remu, si tú sabes qué, funciona sin problema el Viernes, —susurró James, inclinándose, —Entonces nadie nos olvidará con apuro.

—¿Creí que el punto era que nadie supiera quién lo hizo? —Remus arqueó una ceja.

—Oh, vamos. —Lily resopló. Y ella tenía un punto.

All the Young Dudes 5-7Where stories live. Discover now