Séptimo año: La mente maestra

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No podía haber sido una coincidencia que Sirius hubiera aparecido exactamente en el momento correcto, pero Remus estaba tan aliviado en ese instante que no lo mencionó. Sirius estaba siendo tan amigable con Chris, y Remus no quería empezar cualquier tipo de discusión. Lo que fuera que había pasado esa mañana claramente había sido una casualidad; todo estaba bien, todos estaban felices.

—No puedo creer que aún tenga permitido ser un prefecto. —Dijo Lily ferozmente, cuando escuchó lo que había pasado con Regulus. —Él ha estado peor que nunca este año, y no me hagan empezar con el chico Crouch, me da escalofríos. —Se estremeció visiblemente, y James puso un galante brazo alrededor de sus hombros.

Christopher se encogió de hombros, nervioso.

—Está bien, puedo manejar a esos dos idiotas.

No habían mencionado lo que Regulus había dicho de hecho cuando volvieron a contar lo que ocurrió, a petición de Chris. Aun así, lucía un poco abrumado, sentado con los cuatro merodeadores y la Delegada en Las Tres Escobas. El propio círculo social de Christopher era bastante pequeño, y generalmente mucho más tranquilo.

—Debemos enseñarles una lección, —dijo Sirius, señalándole a Rosmerta por otra ronda de cervezas de mantequilla.

—Otra más, —suspiró Remus, muy despacio.

—¿Qué tipo de cosa estás pensando, Pads? —James se inclinó hacia adelante, emocionado.

—Necesitaría pensar mucho. —Dijo Sirius, pasando sus manos en su barbilla pensativamente, como un profesor anciano.

—No hemos hecho una broma en años, —destacó Peter, ojos brillando, —No desde... eh...

—Los hongos bola-bubotubérculos. —Señaló Remus, dándole un sorbo a su bebida.

—Es mejor si solo te cubres los oídos, Christopher, —le advirtió Lily irónicamente, —No hay forma de detenerlos una vez que están en modo-plan.

Remus le sacó la lengua. Era bastante cierto; ya estaba empezando a tener esas familiares mariposas en su estómago que siempre tenía cuando los merodeadores se embarcaban en una nueva misión.

—Ustedes no herirían a nadie... ¿Cierto? —Chris miró ansiosamente a Sirius y James, quienes estaban haciendo su cosa de comunicación telepática, sonriéndose como lunáticos y moviendo sus cejas.

—¿¡Qué nos miras a nosotros!? —Sirius le guiñó, —Moony es el peligroso.

—Como te atreves. —Respondió Remus, sonriendo traviesamente, —Todos saben que ustedes tres me llevan por el mal camino. De todas formas, es séptimo año, y hemos hecho todo lo que se puede hacer.

—¡Ten algo de imaginación! —dijo James, —No puedo creer que estoy escuchando esto del chico que una vez literalmente cambió el tiempo por diversión.

—¿¡Ese fuiste tú!? —saltó Chris, luciendo ofendido. Remus negó con la cabeza.

—No hice nada 'literalmente'. Jugamos con los relojes.

—Cuanto tenías once, —dijo Sirius, —Organizaste solo e implementaste un ataque a gran escala de polvo picapica en los chicos Slytherins.

—Semillas de rosa mosqueta. —Corrigió Remus.

—¡Y! —añadió Peter, brincando emocionadamente, —Tú fuiste el que perfeccionó el hechizo de expansión de jabón que hizo volar todos los baños en segundo año.

—Vale, seh, ayudé con eso... ¡Fue un esfuerzo en equipo!

—Remus, ¿no fuiste tú quien inventó ese hechizo de cruce de palabras para detener a los Slytherins de usar insultos? —preguntó Lily, sonriéndole dulcemente, con la lengua entre los dientes.

All the Young Dudes 5-7Where stories live. Discover now