Séptimo año: Noche y día

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Viernes 28 de Abril, 1978

—Remus... Remus. Por la mierda, despierta...

—Jódete. —Gruñó Remus, despertando por una sacudida. —Es la mitad de la noche.

—Estás apretando tus dientes de nuevo. —Se quejó Sirius.

—No puedo evitarlo. Ve a dormir.

—Entre tus rechinidos y los ronquidos de Prongs y Wormtail levantándose cada cinco minutos, ¿¡cómo puedo hacerlo!?

—¡Oye! —Una voz vino directamente del otro lado de la habitación, —¡Tengo una vejiga nerviosa!

—¡No deberías beber tanto antes de ir a la cama! —siseó Sirius de vuelta.

—Perdón, madre. —Respondió Peter, gruñonamente, —No me di cuenta que estabas monitoreando mi biología.

—¡Te tropiezas con tu ropa sucia cada vez que te levantas!

—De hecho, ¡eran los libros de Moony!

—¡No son míos! —exclamó Remus, —¡Son para la broma!

—Todos ustedes, ¡cállense! —gritó James.

Estuvieron en silencio, por un minuto.

—Jodido Wormtail. —Murmuró Sirius en su almohada, girándose.

—Grandioso, ahora yo necesito ir al baño... —gruñó Remus, levantándose de la cama, sus pies desnudos chocando con las losas frías del piso.

No encendió la luz del baño, en un intento por mantenerse medio-dormido, pero no fue buena idea. Para cuando se había levantado, cruzado la habitación, orinado y lavado sus manos, Remus estaba completamente despierto. Y su mandíbula dolía, entonces Sirius debió haber tenido razón sobre estar apretándola. Era por la misma razón que Peter había estado levantándose toda la noche, y probablemente la misma razón por la que Sirius no podía dormir. Los ÉXTASIS empezaban la semana siguiente.

Mientras salía del pequeño baño, Peter se apresuró para entrar de nuevo, acercándose en busca del panel de los interruptores de la luz en la pared, y presionando el equivocado. Remus hizo una mueca de dolor, sintiendo como si sus retinas hubieran explotado mientras un alarmante brillo artificial llenaba la habitación.

—¡Wormtail imbécil! —gruñó Sirius desde la cama. Remus había dejado las cortinas en parte abiertas, y la luz le golpeó a lo largo de su rostro como un rayo láser.

—¡Perdón, perdón! —dijo Peter, saltando de un pie al otro mientras buscaba a tientas los interruptores en la pared, —No quería apretar ese...

—No puedo esperar hasta que no tenga que compartir más una habitación contigo, pequeño roedor, —escupió Sirius, sentándose, —¿¡Acaso nunca piensas sobre nadie más!?

—Cállate, gilipollas. —Respondió Peter, sonando somnoliento y molesto, —¿¡Crees que me gusta compartir contigo y Moony!?

—¿¡Qué hay sobre Moony y yo!? —Sirius se sentó, bruscamente.

—Solo ve al baño, Peter, —Remus suspiró, encendiendo la luz del baño y luego apagando la gran luz por encima de la habitación, de forma que estaban a oscuras una vez más. Peter cerró la puerta de golpe y le puso llave.

—Tonto pequeño imbécil... —Sirius gruñó para sí mismo.

—¡Sirius! —exclamó Remus, en esa voz autoritaria que siempre funcionaba, —Deja de lloriquear.

Sirius presionó sus labios juntos, silenciándose instantáneamente, ojos fijados en Remus.

—Buen chico, —Remus sonrió malicioso. Frotó su nuca, vislumbrando el reloj en la mesita de noche de Peter. Tres y media. —Voy escaleras abajo, no seré capaz de dormir ahora. —Dijo. —Y podrás tener algo de paz.

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