Verano 1977 (Parte 3)

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Remus se despertó bajo un lienzo brillante, Sirius respiraba suavemente junto a él. Estaba un poco muy cálido y húmedo, pero no se hubiera movido por nada del mundo. Acostado pacíficamente bajo las mantas, aún podía saborear la sal en la piel de Sirius, sentir sus latidos. Al fondo del saco de dormir, sus pies estaban entrelazados.

Sirius se movió, arrugando su rostro antes de abrir sus ojos.

—Buenos días.

—Buenos días.

—Mierda, mi boca está seca.

—Seh, la mía también, —coincidió Remus, pasando su lengua por sus dientes. Toda esa sidra. —¿Podría ir a buscar agua de la bomba?

—Seh, ambos iremos. ¿Crees que alguien más esté despierto?

Remus escuchó cautelosamente, luego sacudió su cabeza. Esperó que Sirius no estuviera preocupado de que los atraparan, ¿seguramente nadie cuestionaría que compartieran una tienda? ¿Qué otra cosa pudieron haber hecho? Era probablemente un poco apresurado para empezar a interrogar a Sirius, entonces Remus se mordió la lengua mientras se vestían silenciosa y rápidamente, buscando su ropa al fondo de la cama, que parecía haberse dispersado en la noche.

Salieron de la tienda y pestañearon fuertemente contra la brillante luz mañanera, Remus pensó que todo parecía lucir diferente. Lo mismo; pero no tanto como lo recordaba. Más real; sólido y anclado.

Se tambalearon el dirección a la bomba de agua con sus cantinas, y mientras caminaban, uno junto al otro, y Remus sintió que su corazón estallaría con alegría. Estúpido, realmente, una cosa tan pequeña. El sitio de camping era encantador y pacífico, gorriones pasaban rápidamente entre los árboles por encima de ellos, y ocasionalmente un campista asomaba su cabeza y les deseaba un cortés 'buenos días' a los chicos mientras pasaban.

La bomba de agua estaba en el compartimiento de las duchas, y ambos se inclinaron para lavar sus rostros rápido, antes de llenar sus cantinas, al igual que las otras que habían traído consigo.

—La tienda vende empanadas, —dijo Sirius, pensativo, moviendo su cabeza en dirección a la pequeña cabaña de madera con un toldo azul y blanco, —¿Deberíamos conseguir algunas para el desayuno, volviendo al campamento como héroes?

—Buena idea, —Remus sonrió tímidamente.

Compraron demasiadas empanadas de Cornualles, pero estaban recién salidas del horno, escamosas y mantecosas y calientes, y Sirius no tenía control de sus impulsos.

De vuelta a las tiendas, nadie había despertado aún, aparentemente, entonces Remus y Sirius decidieron que llevarían su desayuno a la playa. Se sentaron en una duna de arena, uno junto al otro, masticando pacíficamente y lamiendo la grasa de sus dedos después.

—Podría acostumbrarme a esto, —dijo Sirius con una sonrisa, pasando sus manos por sus jeans, suspirando felizmente hacia la vista. La arena se había limpiado por la noche junto a la marea. Todo era perfecto e inmaculado. —Nunca antes había tenido unas vacaciones apropiadas.

—Yo tampoco.

Remus limpió sus propias manos en sus pantalones de pana y arrancó inquietamente restos de césped.

—Oye, —dijo Sirius, —¿Qué pasa Moony? Dijimos sin preocuparse.

—Lo siento.

—¿Qué pasa?

—Solo me estaba preguntando algo. Es estúpido, no te preocupes.

Estuvieron en silencio de nuevo. Remus jugó inquieto un poco más. Suspiró.

All the Young Dudes 5-7Donde viven las historias. Descúbrelo ahora