Quinto año: Enero

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Sábado 4 de Enero, 1976

El resto de las vacaciones Navideñas pasaron de forma temblorosa, en blanco y negro. Los Potters organizaron una pequeña reunión para Víspera de Año Nuevo, pero muy pocas personas asistieron. Muchos de su círculo cercano ahora estaban trabajando para Dumbledore, explicó la Sra Potter, y estaban ocupados con el esfuerzo de la guerra. Lo que fuera que significaba. Sus amigos periféricos o le habían dado la espalda a los Potters (—somos traidores de la sangre, —declaró James orgullosamente) o simplemente estaban muy aterrados para involucrarse ellos mismos.

Moody no dejaría a la Sra Potter llevar a Sirius al Callejón Diagon, pero necesitaba zapatos para empezar el nuevo curso, entonces caminaron al pueblo una tarde. Ahí, Sirius se había enamorado locamente con un par nuevo de Doc Martens, con cordones amarillo brillante. Remus estaba bastante celoso; su propio par había sido robado del mercado, y se habían desgastado hace tiempo.

En su camino de vuelta, pasaron un par de punks, algo bastante raro en este pueblo de campo, pero Remus supuso que había adolescentes en todas partes. Uno de ellos tenía una fila de pesados aros plateados en el cartílago de una oreja. El otro tenía el pelo verde.

La Sra Potter había prohibido cualquier tintura de cabello, pero la noche antes que la escuela empezara, Remus había cedido después de horas de Sirius rogando, y lo ayudó a perforarse uno de los lóbulos de su oreja usando su pin de prefecto y una patata. Había sangrado, mucho, pero Sirius estaba fascinado.

En consecuencia, se había presentado frente a Remus la mañana que estaban preparándose para ir a Londres,  había jugado con el volumen de su cabello, lo había dejado sobre un hombro para mostrar su nuevo arete de oro, se puso de pie con las piernas separadas como un guitarrista, manos en los bolsillos, grandes botas bovver negras.

—Perspectiva muggle, —le sonrió a Remus, con un cigarrillo entre los dientes, —¿Cómo me veo?

—Como un imbécil. —Dijo James.

—Como una estrella de rock. —Dijo Remus, gimiendo internamente. Estaba condenado.

Había pensado (esperado, realmente) que el trauma de Sirius hubiera congelado el considerable ardor de Remus hacia su mejor amigo. Que lo hubiera sacudido para darse cuenta de que, como su amistad sería todo lo que tendría, debía enfocar sus energías solo en ser un jodido buen amigo. Pero no. Sirius era un semi-dios, y Remus no podía hacer nada más que adorarlo. Tu tonto, imbécil enamorado, se dijo.

De todas formas, Remus estaba contento de estar de vuelta en Hogwarts, donde las líneas se habían dibujado muy claramente, y había exámenes en los que concentrarse.

Sirius volteó cabezas en Kings Cross. Los muggles apenas lo miraron, pero los magos,o más precisamente, brujas, miraron. Mary llego corriendo hacia el en la plataforma, en un par de botas turquesa de ante con un taco que la dejaba de su misma altura.

—¡Hola guapo! —cantó, luego lo abrazó ferozmente, y Remus notó la mirada en su cara sobre el hombre de la chica. Lucía complacido.

Debía ser agradable, después de un momento difícil, tener a alguien en tus brazos así. Especialmente alguien tan emocionalmente abierta como Mary. Remus permitió su propio dolor llegar al máximo, después disminuir, lentamente, concentrándose en sonreír y escuchar a Marlene contarle sobre su Navidad.

Una vez adentro, se apretaron en su compartimiento usual, y Remus siempre le estaría agradecido a Lily, quien sugirió que se unieran a la patrulla a lo largo del tren un par de veces.

—Parecía como que podrías necesitar un poco de aire, —ella le sonrió.

—Seh, gracias. Estaba repleto ahí dentro.

All the Young Dudes 5-7Donde viven las historias. Descúbrelo ahora