Capítulo 24

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Capítulo 24:

-¡Cuánto hemos dormido! –Dijo Abel bostezando mientras se estiraba. –Sam, despierta. -¿Qué hora es? -Son las siete de la tarde, hermosa. -¿Enserio? ¿Tanto hemos dormido? –Pregunté asombrada. -Sí, y si por mí fuera, me quedaría durmiendo una semana entera así, abrazados. –Se levantó y buscó ropa para cambiarse. –Vamos de compras, cenaremos con mi familia.

Me sentía muy rara caminando de su mano por la calle, todos mirándonos y él sonriendo como si nada. Creo que era sólo cuestión de acostumbrarme, porque esa era la vida que soñábamos, estar siempre juntos, tomados de la mano.

Al terminar de hacer las compras, fuimos a casa de sus padres, también iría Ariel y su familia. Cuando llegamos, Susi estaba viendo noticias en Internet, a decir verdad, estaba viendo cuántos periódicos online habían publicado la noticia de su hijo. Yo tenía miedo de que lo tomasen mal, porque no hacía mucho habían perdido a Natasha, quizás pensarían que yo me aprovechaba de la situación de Abel, pero no era así, yo lo amaba.

-¡Hijo, me alegra que te hayas animado a dar el primer paso! –Dijo Raúl, al vernos juntos. -Tendrías que haberme avisado antes, Abel, que vendrías con Sammy, así preparaba algo para recibirla. –Dijo Susi. -Descuida, mamá, ya compramos lo necesario, te ayudaremos a cocinar. –Dijo Abel mientras vaciaba las bolsas. –Invité a Ariel, vendrá en un rato.

Durante la cena, todos estaban muy callados, el padre de Abel miraba la mancha en mi rostro. Me había puesto demasiada base para ocultar el color morado, pero sólo había logrado que disminuyera su color y la herida aún se notaba. Mientras comíamos el postre, habló.

-¿Hijo, vas a contarme por qué el viaje tan repentino? –Dijo Raúl, preocupado. -Samantha tuvo… un problema… y quiso viajar antes de la fecha, yo quise protegerla y la fui a buscar, es todo. –Abel trataba de sonar lo más seguro posible. Yo comenzaba a sentirme mal, no quería que sus padres supieran lo que en verdad había sucedido. Moriría de vergüenza. -Samantha, no nos conocemos muy bien aún, pero ya te queremos por haber hecho algo muy grande. Nosotros siempre le dijimos a Abel que no escondiera a Natasha. Ahora ella no está, pero todos saben de ella… ¡Gracias a ti! –Raúl sonrió mirando hacia abajo y luego volvió a mirarme a los ojos. –Él nos habló de ti hace un par de semanas y… me sentí tan feliz de que él se haya fijado en ti, eres una gran mujer y espero que dure la eternidad… -¡Gracias! –Fue lo único que logré decir. -Y ahora que empiezas a formar parte de esta familia, quiero que confíes en nosotros. –El papá de Abel estaba muy serio. –No es lindo ver a una mujer golpeada, me apena verte así, ¿quieres contarnos? –Nos quedamos en silencio, yo no conseguía soltar ni una sola palabra, las lágrimas brotaron de mis ojos, regando mis mejillas. Sentía tanta vergüenza por lo que me había hecho Matías, me daba tanta impotencia recordar… -Papá, mira lo que has conseguido… -Dijo Abel y quiso abrazarme pero no lo dejé, sentía tanto asco por mí misma. -No, no, Abel tu padre tiene razón, debo confiar en tu familia… -Tomé aire y comencé a contarle a sus padres y a Ariel, que también estaba allí, su esposa había ido a recostar a sus hijas porque se habían quedado dormidas. –El hombre con el que vivo llegó borracho a mi departamento en la noche de ayer, estaba en un estado deplorable, discutimos… yo no siento nada por él, pero él no lo entiende… -las lágrimas salían en mayor cantidad, corriendo el maquillaje de mi rostro, dejando a la luz aquel moretón y la herida. –Se puso violento conmigo porque yo no quería estar con él, me golpeó muy fuerte en todo el cuerpo… -ellos miraban atónitos, horrorizados y, al verlos, aumentaba mi dolor, traté de continuar pero me era difícil hacerlo. –Y luego… -No podía hacerlo, no podía, miré hacia abajo y me tapé los ojos con las manos, tratando de ocultar mi vergüenza, mi sufrimiento, mis heridas. -Y luego, aquel idiota la violó. –Dijo Abel con tanta furia y dolor a la vez en su voz. Susi se levantó de la silla y corrió a abrazarme. -Todo va a estar bien, ya verás, nena, todo va a estar bien. –Dijo Susi, mientras acariciaba mi cabello. El clima que se había generado en aquella habitación era tan tenso, nadie habló, todos compartían mi dolor. Eran maravillosas personas, toda la familia era genial y yo me sentía la oveja negra, no debía estar ahí, ensuciando el apellido Pintos.

Sin Luz Propia.On viuen les histories. Descobreix ara