Capítulo 1

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Capítulo 1:

Estaba más que ansiosa por el viaje a Neuquén para verlo al flaco. Hacía bastante que no iba a sus chows debido a mi trabajo, pero esta vez, no me lo perdía. Viajamos con un grupo de abeleras desde Mendoza hacia el sur de Neuquén, donde Abel tocaría en un festival. Al llegar, el lugar se encontraba desierto, estaban realizando las acomodaciones para la fiesta en la noche, que seria dentro de 9 horas. Éramos las primeras en llegar, sí, solas como un hongo, pero felices por verlo a él, eso era lo que él provocaba, felicidad. Además de estar ansiosa por verlo después de tanto tiempo, lo que más nerviosa me ponía era el hecho de que hoy era el día, sí o sí, hoy iba a tener mi primer foto con él, me iba a pegar a sus piernas y seguirlo a todos lados si era necesario con tal de obtener ese abrazo plasmado en una imagen con él.

A las seis de la tarde, el flaco salió al escenario con un mate en la mano. Mientras su equipo hacia arreglos, él tomaba. Hizo una hermosa prueba de sonido y al finalizar, todas lo invadimos. Fue algo inmensamente grande, un sentimiento indescriptible lo que me produjo conocerlo.

-Hola, ¿cómo te llamas? -Me preguntó al verme tan nerviosa.
-Me llamo Samantha Agrelo. -Contesté temblando. -No puedo creer que te haya conocido Abel, esto es increíble. -Comencé a llorar, oh, por dios, no quería hacerlo, pero allí estaba yo, llorando.
-No llores, ven aquí. -Dijo y me llevó hacia él para sumergirme en su cálido abrazo. Luego se me quedó mirando mientras me secaba las lágrimas, era tan dulce, sus ojos tan bellos. -Luego del festival, búscame detrás del escenario, di tu nombre a los de seguridad y te dejarán pasar.

¿Esto era cierto? ¿Abel me había invitado para ir a verlo después del recital? ¡Este era el día más feliz de mi vida! Mientras esperábamos con las abeleras el chow, leíamos noticias en Internet. -Pronostican mal tiempo en el sur de Neuquén para esta noche, chicas -Dijo Florencia, una de las chicas con las que viajé. -Pero ya estamos aquí y el sol brilla más que nunca, no debe ser cierto.

No, que horrible sería que suspendieran el chow del flaco por mal tiempo, y todo el viaje que hicimos, sería un castigo. Por suerte, nada pasó y allí estaba él, sobre el escenario, a la 1 de la madrugada, y nosotras, cantando desaforadamente sus canciones. Nos volvía locas. Al finalizar el recital, corrí para hablar con el encargado de seguridad.

-Señorita, no puede pasar, no tiene el pase. No puede. -Dijo aquel hombre sin siquiera dejarme terminar de hablar.
-Soy Samantha Agrelo, Abel dijo que hablaría con usted para que yo...
-Adelante, pase. -Dijo el hombre interrumpiéndome otra vez.
-¡Gracias!

Cuando entré, lo vi, rodeado de otras chicas, pero ellas tenían pase. Estaban sacándose fotos con él, era increíble, todas sentíamos lo mismo, todas lloraban, todas lo abrazaban, todas lo seguíamos, todo hacíamos por él.

-Samantha! -Gritó al verme. - ¿Podrás esperarme unos minutos, hasta que me desocupe?
-Sí. -Dije confundida, no sabía que pensaba hacer él, yo sólo esperé. Comenzó a correr un viento fresco, y las estrellas comenzaban a ocultarse. Una hora y media después, Abel se desocupó.
-¡Qué frío! -Dijo sonriendo mientras se acercaba hacia mí. -Quería hablar con tigo, hubo algo que me llamó la atención en ti pero no se qué es, perdona, no suelo ser misterioso. -Sonreí. Comenzó a sonar su celular. -¡Hola! -Dijo y esperó a que el de la llamada hablara. -De acuerdo... Sí, el recital ya finalizó, los muchachos deben estar guard... Pero puedo irme con ellos en el colectivo... Bueno, perdona, te espero. -Dijo y cortó la llamada. - ¿de dónde dijiste que eres? -Preguntó y yo reí.
-Oh, disculpa, pero no te he dicho de dónde vengo. Soy de Mendoza. -Pero mira que coincidencia, mi próximo recital será allá, el martes.
-Lo sé, allí estaremos con mis amigas. -Dije sonriendo. Aún no entendía nada de lo que pasaba, ni por qué me había pedido que lo esperara, pero era el flaco, y estaba con él, mi paraíso. El viento comenzó a hacerse más bravo y había sillas volando por la fuerza que este traía. Los organizadores del festival comenzaron a desalojar el lugar. Una gran tormenta llegaba, y todo era peligroso, todos corrían para refugiarse.

-¡Cuidado! -Gritó Abel, y de pronto, yo me encontraba en el suelo debido a su empujón. De no haber sido por él, un enorme parlante habría acabado conmigo. Luego me ayudó a levantarme. -¿Te encuentras bien? -Preguntó preocupado.
-¡Sí! Salvaste mi vida, gracias.
-Escucha, llama a tus amigas, y diles que estás bien. Ven conmigo, en estas circunstancias no podrás encontrarlas, ya no queda casi nadie en el predio.

Salimos del lugar, donde ya no había más nadie, él esperaba a alguien, yo aproveché para llamar a mis amigas. -Flor, vayan al hotel, no me esperen, con este viento no puedo encontrarlas, nos vemos mañana-. Ellas habían dicho que viajaríamos mañana en la tarde.

Noté que un auto se estacionó del otro lado de la calle. -Sube -Dijo Abel, mientras él hablaba por celular con su hermano Ariel.

Había una sola persona dentro del auto, era una mujer, me miró con desconfianza, pero yo subí.

Sin Luz Propia.Where stories live. Discover now