Capítulo 14

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Capítulo 14:

Pasamos una hora tirados en un sillón, abrazados, acariciándonos. Estábamos en el cielo.

-Amor, ¿qué te hizo cambiar de opinión? –Pregunté -Digamos que alguien me abrió los ojos hoy. -¿Ese alguien es Matías? -Es sorprendente, pero sí, fue él. –Se sentó en el sillón. –Le pregunté sobre ustedes, sobre la relación que llevaban. Le pregunté por qué había dejado que fueras sola, él respondió que tú querías ir con tus amigas porque aquel recital era el primero en mucho tiempo y querías gritar y hacer todo lo que haces con tus amigas. –Sonrió. –Además, dijo que él no quería prohibirte nada, quiere que disfrutes de todo, todo lo que puedas. Y me agradeció por haberte salvado la vida, dijo algo así como que tú fuiste su primera mujer y, por más que no fuesen la pareja perfecta, él te amaba más que a su vida. –Comencé a reír irónicamente. -Soy su primera mujer, pero no la única. No puedo creerlo. –no podía parar de reír. –Es increíble a dónde llega Matías con tal de marcar territorio. No debes creerle ni media palabra de lo que dijo. -Pero comencé a pensar en mi situación, le prohibí a Natasha aparecer junto a mí, sólo quise protegerla. Ella fue mi primera mujer, pero luego apareciste tú, más daño le habría hecho. No debí interponerme entre sus sueños. Terminó todo de esta manera, sin poder darme cuenta un segundo antes. Como dijiste, Natasha debe salir a la luz, todos deben saber de ella. Y es en esta noche cuando podré despedirme de ella, junto a ti.

Yo no lograba entender cómo mi novio había llegado a lo más profundo de Abel, qué botón había presionado para que él explotase de esa manera. Pero estaba feliz de que hiciera lo correcto.

Nos llevó hasta la casa de mi madre para cambiarnos y ponernos más decentes para su noche especial y luego regresó al teatro. Matías me había llamado para decirme que él iría directamente al teatro. Tomé mi bolso y salí de la casa, mi madre me esperaba en su auto. Al llegar al teatro, Ariel me hizo pasar al camarín de Abel.

-¡Volviste, preciosa! –Lo besé tiernamente y calló sentado en la silla. – ¡Ah, me matas, hermosa! –Se rió. Me senté en sus piernas y contemplé la vista. Estaba tan bien vestido con aquel traje marrón, su pantalón pegado a las piernas en el mismo tono que el saco y una camisa blanca, desabotonada hasta la mitad del pecho. -Estás muy… ¡sexy! –Le dije al oído. -No me hagas esto, sentada sobre mí, tan linda y susurrándome al oído, ¿quieres que nos quedemos aquí toda la noche? –Dijo como si fuéramos dos niños haciendo travesuras. -No mi amor, hay muchas personas esperándote allí afuera, el chow está por comenzar, ya no aguantamos más. ¡Éxitos pelado mío! –Lo llené de besos y salí del camarín. El lugar estaba más lleno que hacía rato. Salí disimuladamente de atrás del escenario y me dirigí a mi asiento. ¡Qué gran vista, en primera fila, para disfrutar de una gran noche, repleta de emociones, eso seguro!

-¡Hola bella! –Me asustó Matías, e interrumpió mis pensamientos. -¡Ay, vas a matarme del susto! -Perdona. ¿A qué hora empieza esto? –Miró el reloj. -¿No vas a darme un beso? -Ya comienza. –Le di un beso en la mejilla y se quedó mirándome, pero no dijo nada.

Todos aplaudíamos y gritábamos exasperadamente hasta que mi flaco subió al escenario.

Sin Luz Propia.Where stories live. Discover now