Capítulo 57

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Capítulo 57:

-¿Ya viste lo hermosos que son? -Preguntó mi madre al verme sentada en el suelo, muerta de amor. -Son dos diamantes hermosos, tranquilos, alegres... ¡Son dos angelitos! -Sí, lo son. -Dijo mi madre, sonriendo. En ese momento su teléfono comenzó a sonar. Miró la pantalla y luego situó sus ojos sobre mi, traviesamente. -Es Abel quien llama... -No vayas a decirle nada, Laura. -la miré retándola y ella rió. Atendió la llamada. -Hola Abel, ¿cómo andas, niño?... Oh, ella está bien, no ha pasado nada grave, el doctor cree que pronto despertará... Sí, cuéntame... Oh, ya veo, son las ganas que tienes de que ella esté allí con ustedes... ¡Arriba ese ánimo, querido! Todo saldrá bien... De acuerdo, besos a mis nietos y a tu familia... Nos vemos luego, adiós. -Cortó la llamada. -¿Qué dijo? -Pregunté desesperada. -Me preguntó cómo estabas tú... y me contó que le había pasado algo tan raro esta mañana, él juraba que te había visto en el pasillo del hotel, Samantha... -¡Ay, mi amor! -Dije recordando sus ojos en el pasillo. -Pero esta noche él sabrá, mamá. -Estuve pensando, no quiero estar encerrada aquí todo el día sólo porque tú quieres esperar hasta esta noche para reencontrarte con tu príncipe azul. ¿Qué tal si salimos un rato a pasear y hacer cosas de chicas hasta que él comience con los ensayos y podamos ser libres aquí? Digo cosas de chicas porque tu cabello pide a gritos ayuda con tus enormes raíces...

Comenzamos a reír. Era cierto, no había ido a la peluquería en tanto tiempo. Aún no sabía cómo me había animado a salir a la calle así. Fuimos a una peluquería en la ciudad y comenzamos con nuestros cuidados femeninos. Al mediodía, Susi me envió un mensaje de texto: -Abel va a estar con los bebés hasta las cuatro de la tarde, porque a esa hora comenzará con los arreglo, con los ensayos finales y yo quedaré a cargo de los mellis. Después de las cuatro nos vemos en tu habitación. Besos. Luego de haber terminado con nuestras cosas fuimos a almorzar. Regresamos a la habitación a las 3 de la tarde y mi madre se acostó a dormir. A las cuatro y cuarto Susi estaba golpeando la puerta. Con ella venía Solange. Pasamos una hermosa tarde las cuatro junto a las nenas de Sol y mis gorditos. Me contaron tantas cosas, algunas sí las sabía, porque mientras estuve en coma pude escuchar, pero había tantas otras que no sabía debido a los recesos en los que verdaderamente estuve inconsciente.

Se hicieron las 8 de la tarde y era hora de arreglarse para ir al festival. No podía decidirme sobre qué ponerle a mis bebés, tenían ropitas tan bonitas, tan delicadas que me derretían. Luego de cambiarlos y preparar su bolso, me tocó el turno de arreglarme.

Mi teléfono comenzó a sonar, era Susi: -Sammy, debo pasar a buscar a los mellis para ir con Abel. Cuando vaya, te doy las entradas para que estén sentadas junto a nosotros.

Susi se llevó a los bebés y yo terminé de peinarme y maquillarme. Llegamos con mamá al predio donde se realizaría el festival. Éste estaba repleto de personas, había tantísimos abeleros con carteles, con remeras, con vinchas, esperando ansioso por la llegada de Abel. Entregamos nuestras entradas a seguridad y nos llevaron al sector donde estaría la familia de Abel, frente al escenario. Buscamos nuestros asientos, la primera fila estaba casi vacía, sólo estaba Solange y sus nenas, nos sentamos junto a ellas. Como era el primer recital de una gira suspendida, la familia de Abel decidió estar allí, apoyándolo y formando parte del gran grupo de los cómplices, abeleros, peregrinos y tantos otros.

A las 00 horas, Susi y Raúl vinieron con los mellis a ocupar sus lugares. Susi se sentó a mi lado y dijo que Abel subiría la escenario a las 02 de la madrugada, aproximadamente. Alma y Federico lloraban y Susi dijo que ella no les había dado la mamadera para que yo pudiera amamantarlos. Nos costó salir del lugar por la cantidad de personas que había. Era el triple de la cantidad que había cuando llegamos. Todos venían a estar con mi flaco, a felicitarlo por su paternidad, a pasar el rato con él.

Subimos al auto de Raúl y alimenté a mis hijos. Luego de recorrer el mismo trayecto, regresamos casi a la misma hora en que Abel comenzaría el recital. Nos llevamos una gran sorpresa cuando fuimos a decirle a seguridad que ya habíamos vuelto.

-¿Tú? -Dijo Paola, mirándome con esos ojos sobradores. -¿Qué haces aquí? Veo que ya saliste del manicomio... -¡La que debe hacer las preguntas, soy yo! ¿Qué haces tú aquí, Paola? -Estaba cansada de que siempre tuviese que aparecer ella. -Sammy, vamos, el show ya va a comenzar. -Dijo Susi, sin siquiera mirar a Paola. -Vaya usted con los niños, Susi. Yo la alcanzo en un segundo. -La vi caminar hacia los asientos. -Respóndeme ahora, Paola. ¿Qué haces aquí? ¿Qué historia estás inventándole al policía para que te deje entrar? -Pregunté riendo irónicamente. -¡Ese no es tu problema! -Vimos que todos comenzaban a gritar desaforadamente, seguro estaban subiendo al escenario Freddy, Claudio, Marcelo, Norby y Ariel. A los segundos escuchamos que comenzaron a tocar Tiempo y Abel subió al escenario para cantar. -Esto se acabó, Paola. Mis hijos ya nacieron y yo ya no estoy en coma. Si tuviste alguna oportunidad durante este tiempo en el que yo no estuve, ahora se esfumó. -¿Qué sabes tú? Hoy hablé con Abel y dijo que tú aún estabas en coma, aún no le has dicho nada, qué mentirosa... -Dijo burlándose. -Con eso no me asustas. Si él hubiese querido que estuviese a su lado, no tendrías que estar discutiendo con el policía para poder entrar, ¿no crees? -Sólo sé que tú crees demasiado las cosas y él aún no te ha visto. Si yo voy y le digo esto ahora, ¿con quién se quedará? Conmigo, porque yo fui la que estuvo a su lado luego de lo que le hiciste. -Sólo fuiste su pañuelo, Paola, nada más, sólo eso, es todo lo que mereces. Ya vete, por favor. -Escuchamos que terminó la canción y Abel comenzó a hablar con el público.

-¡Qué grande es esto! Gracias peregrinas y peregrinos por estar esta noche aquí, conmigo, ya que es muy especial para todos nosotros. Retomar la gira es maravilloso, pero será sólo por hoy hasta dentro de un tiempo. Les agradezco por acompañarme con sus mensajes y por transmitirme tantas fuerzas para afrontar esta situación. -Hizo una pausa, sonrió y continuó. -Bueno, basta del monólogo, vamos a disfrutar de esta magnífica noche, como todos lo merecemos. La siguiente canción es especial porque es dedicada a la persona que le dio luz a mi vida. -Miró al suelo, y colocó su mano en sus ojos, como para evitar llorar. -¡Te amo Samantha, dijiste que nos veríamos pronto, yo siempre estaré aquí! ¡Mi amor, aquí te espero! -Comenzó a cantar y yo sentí que moriría de amor.

-Disculpa Paola, Abel me está dedicando una canción y quiero disfrutarla. ¡Adiós!

Corrí a mi asiento y me quedé allí, viendo a mi amor sobre el escenario. Yo cantaba a los gritos como todos en aquel inmenso lugar, agitaba mis brazos. Abel terminó de cantar pero los instrumentos sonaban aún. Miraba sonriendo hacia el público hasta que sus ojos chocaron con los míos. Era el momento, mi amor. Se quedó mirándome fijo, sorprendido y confundido, con una sonrisa tan iluminada, estaba inmóvil, helado. Los nervios regresaron a mí y mi cuerpo temblaba. Besé mi mano y le soplé un beso, él reaccionó...

Sin Luz Propia.Where stories live. Discover now