Capítulo 26

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Capítulo 26:

-Deseo despertar así todos los días de mi vida –Dijo al abrir sus ojos y verme recostada sobre su pecho, abrazándolo. Era tan romántico, me enamoraba tanto que hacía que mi lengua no se conectara a mi cerebro en varias ocasiones y hablara tonteras. Me vestí con una camisa de Abel y me dirigí hacia la cocina para prepararle el desayuno.

Desde la cocina escuchaba que tocaba la guitarra en la habitación, era una nueva melodía para mis oídos, nunca antes había escuchado aquella canción. Coloqué el desayuno de ambos en una bandeja y fui rápido hacia donde él estaba, dejó la guitarra a un lado al verme entrar para desayunar en la cama.

-¿Qué tocabas, corazón? -¿Te gustó? -Sí, suena lindo, ¿qué es? -Es una canción que aún no termino, pero que sí o sí tiene que estar en el nuevo disco. Tampoco le he puesto título… -Rió y me miró con ternura en los ojos. –Es para ti, comencé a escribirla luego de que pasáramos nuestros primeros días juntos y tuvimos que separarnos porque tú trabajabas y yo estaba de gira aún. -¡Ay, mi amor! ¿Lo dices enserio? –Dije contenta, nunca nadie me había hecho una canción, él era el hombre de mis sueños. -Sí, escucha. –Tomó su guitarra y comenzó a tocar la melodía para luego cantar con su hermosa voz. –Cada vez que quiero hablar, cada vez que quiero respirar, apareces tú… Entre besos y caricias, entre el llanto y la sonrisa, sólo vives tú… Siento que te quiero tanto, siento que me estoy fallando al pensar en ti… Yo no puedo ser tu dueño, no, no puedo ser tu dueño… -¡Si puedes serlo, te obligo a ser mi dueño! –Comenzó a reírse con lo que dije. –Me encanta, Abel, es hermosa. -Debo terminarla, sólo que aún no encuentro cómo hacerlo.

Pasamos un bello día con sus amigos y familia en una casa quinta, festejando su cumpleaños. Sus hermanos lo invitaron a jugar a la pelota y yo me quedé con Susi y con Sol, la mujer de Ariel. Nos reíamos tanto al verlos discutir por alguna falta que cometía el equipo contrario, eran tres niños peleando con el resto.

-¿Sabes algo, Samantha? –Preguntó Susana. –Nunca había visto a mi hijo de esta forma, tan feliz de estar con alguien, ni siquiera con Natasha… -Es cierto, es otro mi cuñado. –Asintió Solange. -Yo siento lo mismo, Susi, además, él es un gran hombre, y merece que lo traten como tal… que lo mimen, que lo amen, y Abel me hace sentir la mujer más afortunada del mundo. –Sonreí tímidamente, pero era verdad, cualquier abelera en mi lugar se sentiría afortunada de tenerlo. -Me encantaría que alguna vez seas mi nuera, y nos hagas compañía a Sol y a mí. –Me abrazó Susi, yo me quedé sin palabras, la madre de Abel me quería y quería que fuese su nuera, era algo maravilloso pensar en ser parte de aquella bella familia. -En algún momento lo será, mamá. –Dijo Abel mientras se acercaba a nosotras, secándose la cara con una toalla. –Sammy, vamos al departamento. Necesito descansar un poco para el show de esta noche

Por la noche, el teatro estaba repleto de cómplices, fue un recital mágico, escuchar a miles de personas cantándole el feliz cumpleaños a Abel, con carteles deseándole lo mejor, y él siempre con su hermosa sonrisa y sus ojos brillantes. Al finalizar, fuimos a cenar a su casa, quería tener algo romántico e íntimo, sólo para los dos.

-Quería hablarte sobre lo que dijo mi madre… -Dijo Abel al cerrar la puerta del departamento. -Sí, dime. -Yo te di el anillo de mi abuela, el que debía ser para la mujer que me conquistase, ¿recuerdas? -Claro, mi amor, no me lo he quitado nunca desde que me lo entregaste. –Sonreí y le mostré mi mano izquierda, lo llevaba en el dedo anular, como si estuviésemos comprometidos. -Perfecto, porque quiero pedirte algo… -Hizo una pausa, respiró. –Quiero que seas mi mujer… ¡Cásate conmigo! -¡Sí, mil veces sí! –Salté precipitadamente hacia él, enredándome en su cintura, y lo besé. Era increíble, Abel me había pedido matrimonio, iba a casarme con él, ya nada podía ser mejor, esto era como estar en el cielo.

Sin Luz Propia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora