Capítulo 15

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Capítulo 15:

Abel comenzó cantando No me olvides. Era una hermosa canción, pero iba con doble significado. Todo en esta noche sería así. Al terminar la canción, habló.

-Buenas noches, peregrinas y peregrinos. Es un orgullo encontrarme con ustedes nuevamente. –Hizo una pausa, tomó aire y prosiguió. –Hoy es una noche diferente, es una velada especial, en un pequeño lapso de tiempo mi vida ha dado un gran giro. Y es por eso… que hoy… haré una pausa con la gira revolución-sueño dorado, para contarles una historia que terminó, pero que nunca es tarde para que salga a la luz.

Se quedó en silencio y miró hacia arriba, tratando de buscar las palabras correctas, supuse, o esperando recibir la fuerza necesaria para este recital. Todos estaban callados, preguntaban qué pasó casi en susurro, al cabo de unos segundos, mi flaco habló.

-Vamos a tomarnos nuestro tiempo, porque esta historia vale la pena. –Los músicos comenzaban a tocar una introducción a la siguiente canción, era Peregrinos. –El viernes pasado estuvimos con los cómplices de Neuquén y con cómplices de todo el país. Fue un gran recital. Por la tarde de aquel día conocí a un grupo de chicas que habían viajado muchos kilómetros para encontrarnos en el chow, le pedí a una de esas chicas que me esperara al finalizar el recital… lloraba como nunca ella… por lo que le decidí conversar un rato después de tocar con la banda…

Hizo una pausa y comenzó a cantar Peregrinos. Todas cantábamos nuestra canción. Al finalizar, continuó con su monólogo.

-Luego del recital, nos pusimos a conversar. ¿Saben algo? Era el principio de algo que se me iba de las manos. –Abel miraba hacia cualquier lado, menos hacia al frente. –El clima aquellos días no era favorecedor. Se desató una gran tormenta y, ese día, me convertí en Súper Man, sólo que con la Luisa equivocada. –Rió, me pareció bien que lo tomara un poco más calmado. –Disculpen. La tormenta fue tan grande, que se llevó todo lo que estaba en el escenario. Un parlante voló y casi cae sobre esta chica, de no haber sido por mí, claro. Cuando quisimos salir del lugar, todos corrían, el predio estaba siendo desalojado, por lo que la obligué a irse conmigo, afuera del lugar nos esperaba un auto, conducido por mi novia…

Se quedó callado. Todos se preguntaban lo mimo que yo cuando conocí a Natasha. La canción que seguía era A veces pasa. Luego de terminar la canción, comenzó a mirarme y se tentó de la risa.

-Sé que no entienden nada y están confundidos, porque yo nunca hablé de mi vida privada, pero soy de carne y hueso. –Mientras hablaba se tocaba los brazos para comprobar lo que decía. –Natasha era mi novia… Samantha, la chica que conocí. Los miro a todos ustedes en este momento… y recuerdo la cara de Sammy cuando se presentaron con mi novia. Voy a decirles algo más antes de la siguiente canción… Natasha invitó a Samantha a quedarse unos días más porque el sábado era nuestra fiesta de compromiso.

Cantó Más que mi destino. Abel era especial creando pánico en nosotros. Que de un día para el otro una abelera se enterara que él estaba de novio era algo loco, nos sacaba de plano… pero enterarse también que iba a casarse, era nuestra perdición, sólo de envidiosas que éramos, es el sueño de todas ser quien conquiste su corazón, pero tanto él como sus cómplices sabíamos que lo que más deseábamos era su felicidad, sin importar con quién. Todo el mundo miraba y cantaba atento, esperando saber más sobre aquella historia, y desgraciadamente yo la había vivido.

-Sí, era el día de mi compromiso, llevábamos más de diez años de novios y pensé que ya era la hora. El lugar era algo mágico, a orillas de un río, la luz de la luna se mezclaba con la luz de las velas que iluminaban aquella noche tan… especial. Canté su canción favorita, todo era un hermoso sueño. Pero nos olvidamos de un gran detalle, el clima de esos días. –Su voz cambió, ya no reía, ya no bromeaba, sólo me miraba buscando un refugio. –Si tan sólo hubiese sido unos minutos antes, si tan sólo hubiera estado ahí para sostenerte, si tan sólo hubiese pensado un poco más en vos, Natasha. –Sus ojos enrojecidos brillaban, empapados en lágrimas que ya no veían la hora de caer por sus mejillas. –Natasha, esto es para vos.

Comenzó a sonar Alelí, él no se veía para nada bien, el clima que se había creado en el teatro era indescriptible. Se respiraba el dolor que él sentía, todos estaban sin comprender bien aún pero no podían evitar sentirse mal al verlo al flaco de esa manera.

-¿Quién podrá quererte como yo te quiero, amor? ¿Quién? Pregunto, ¿quién podrá quererte como yo? –las lágrimas brotaron de sus ojos y su voz se apagaba. –Siempre lo decías y me atabas a tu piel con ramos de besos y escuchábamos caer sobre los techos de zinc lluvias de otoño en abril… Tengo esta nostalgia de domingo por llover… -Se quedó callado y el público siguió cantando por él. Esperó unos segundos y volvió a cantar. -¡Ay Alelí, pobre de mí! –Tapó su rostro con las manos, no lograba acabar con el llanto, nadie lograba dejar de llorar en el teatro.

Sin Luz Propia.Where stories live. Discover now