Capítulo 9

131 5 2
                                    

Capítulo 9:

Sentirlo de esa manera fue una hermosa experiencia pero la estadía en el paraíso duró poco tiempo. Su celular comenzó a sonar.

-Atiende Abel. –Dije al ver que él no quería atender. -No, que llamen en otro momento. –Dijo él, no quería contestar, pero yo me aparté de él, me tapé con su toalla y busqué su teléfono. La llamada era de Natasha… ¿Natasha? Mi cara de pánico le preocupó. -¿Quién es? –Me preguntó. -Natasha… -Respondí casi en un susurro. -¿Cómo? Atiende.

-Hola… -Dije esperando a la otra persona. -¿Quién habla? –Preguntaron, era una mujer. – ¿Eres Samantha? Se acaba de morir mi hija y tú te das el lujo de atender el teléfono de su novio. –Enfureció. –Dame con él. -Quiere hablar contigo, es la irrespetuosa de tu suegra llamándote desde el teléfono de Natasha. –Dije a los gritos, para que aquella señora escuchara. Le lancé el teléfono a la cama y busqué mi ropa.

-Hola, Rosa, ¿qué sucede? –Preguntó Abel. –Ah, era eso. Sí, no tenía por qué avisarle nada… ¿Cómo que por qué no? Eran regalos míos hacia su hija, ella ya no está, entonces me los traje… ¿Ladrón? ¡Yo no he robado nada! No me falte el respeto señora, que por eso me los he llevado… Claro, trataste mal a Samantha, y ella no te ha hecho nada, a nadie le ha hecho nada. Y debido a tu actitud es por lo que he decidido traerme las joyas, no quiero que te las quedes, quédate con lo demás… ¿Qué te falto el respeto? Te tuteo sólo para ponerme a tu nivel. Pero sabes qué, no tengo por qué ponerme a tu nivel. Ya te dije que tus actitudes no fueron lo más indicado, adiós. –Y cortó.

Yo ya estaba vestida con mi remera y mi short, sentada en la cama. Aquella llamada me quitó las ganas de seguir. Pero no porque su ex suegra me tratara mal, sino porque cuando me levanté, en la pantalla decía que Natasha estaba llamando. Era como si ella hubiese entrado en la habitación y nos hubiese descubierto mientras nosotros lo hacíamos. Me quedó un gran sentimiento de culpa, de bajeza.

-Lo siento mi amor. –Dijo Abel. -Descuida, vamos a descansar, son las cuatro de la tarde. –Se recostó a mi lado y me abrazó, yo dormí sobre su pecho.

A las seis de la tarde ya estábamos despiertos y listos para irnos. Éramos sólo nosotros dos, en su auto. Ariel y los chicos de la banda viajarían mañana lunes para el recital del martes.

-Cuéntame sobre tu trabajo… -Dijo Abel mientras miraba el camino. -Soy Licenciada en Turismo, me recibí hace dos años, a los veintitrés. -¡Qué genial! Mi enamorada es una Licenciada. –Dijo sonriendo. -¿y qué haces? -Soy guía, hago diversos tours con turistas, es entretenido. -¡Debes estar muy ocupada siempre! –Sonrió. -Sí, pero esta semana me tomé varios días para venir a verte. –Dije, él me miró y me tiró un beso.

Pasamos por un camino que costeaba un pequeño río, el sol comenzaba a esconderse. Abel paró el auto y bajamos para tomar unos mates. Estar sentada a su lado y ver juntos aquel paisaje era realmente romántico. Él sí que sabía cómo hacerme sentir bien.

-Mañana no llegaremos a tu casa… Quiero tomarnos nuestro tiempo, viajar muy bien, tranquilos, y llegar el martes en la mañana, ¿te parece bien? –Preguntó. -Claro, como desees. Más tiempo para estar contigo. –Sonreí. Me miró a los ojos y me besó tiernamente. -Quiero darte algo… -Dijo con aquella sonrisa tan hermosa y esos ojos que enamoraban y transmitían paz. Tomó mi mano. –Quiero darte mi anillo. –Dijo mientras lo quitaba de su dedo y lo colocaba en el mío. –Es de mi abuela, su alianza de casamiento. –Dijo y luego me besó la frente. -¿Por qué a mí? –Fue lo único que logró salir de mi boca. Cada vez estaba más enamorada de él, pero no podía suceder, yo estaba de novia con Matías, aunque no lo amara como antes. -Porque mi abuela dijo que se la entregara a la mujer que me quitara el sueño y te encontré y, más allá de que tengas novio, yo sé que terminaremos juntos, él no te quiere. Vamos, continuemos con el viaje, alquilé una habitación en un hotel muy íntimo, te encantará. –Dijo al levantarse del suelo. Guardamos las cosas en el auto y continuamos durante dos horas más el viaje.

Estaba atónita con lo sucedido. ¿Cómo iba yo a decirle que estaba comprometida con Matías? Que en octubre nos casaríamos… y tan sólo faltaban siete meses para el acontecimiento…

Llegamos al hotel, era pequeño pero acogedor. Agradable. Cenamos y luego nos dirigimos a la habitación.

-Abel, debo decirte algo. –Dije mientras miraba y acariciaba el anillo que él me había dado, decidí no dar tantas vueltas e ir al grano. –Estoy comprometida con Matías. -No lo creo… ¡Ay chiquita, que mala noticia que me has dado! –Me abrazó y besó mi cabeza. –Pero algo sucederá, si no, no nos habríamos enamorado de esta forma tan loca, ¿no crees? –Dijo y sonrió, trataba de ocultarlo, pero entendí que estaba mal, sus ojos brillaban, tratando de soltar aquellas lágrimas.

Sin Luz Propia.Where stories live. Discover now