Capítulo 46

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Capítulo 46:

…Aún continuaba sin poder hacer nada. No podía moverme, sólo escuchar. De vez en cuando sentía a mis mellis moverse en mi vientre. Eso me ponía muy feliz, porque así sabía que estaban bien.

…No sabía cuánto tiempo llevaba en coma, y eso me desesperaba.

-Sammy, ahora que estamos solas en la habitación, voy a contarte algunas cosas. Ojala me escuches… -Solange me tomó de la mano. –Te extrañamos, mis niñas preguntan por la tía Samantha y los primos, les dije que estamos esperando a que ellos nazcan. Esta mañana Ariel subió una foto en su cuenta de twitter, ¿recuerdas la foto que sacó en tu cumpleaños, con las nenas? Y escribió como si ellas hablaran: esperando la llegada de los primos, fuerza tía, te queremos. –Hizo una pausa, me conmocionaba lo que Sol decía, y me entristecía a la vez, porque no podía conversar con ella, no podía abrazarla, ni siquiera podía llorar. –Nadie entiende nada, se corren muchos rumores, pero aún no hemos dicho nada público, no nos corresponde a nosotros hacerlo. –Se quedó callada nuevamente al escuchar que alguien entraba. -¿Cómo estás? –Dijo Abel. -Bien, estaba hablándole a Samantha, a las personas que se encuentran en este estado hay que hablarles, y a mí me gusta estar con ella… Es una gran chica, cuñado. -Lo sé… -la voz de Abel sonaba apagada. -¿Sucede algo? –Preguntó Solange. -Terminé con Paola… Creo que, ahora que voy a ser padre con otra mujer, no tiene sentido seguir con ella. Veo que lo que siento por ella no es grande y… descubrí cosas en ella que no me gustaron… -¿Qué cosas? -Contrató a una chica para que se acostara con Matías y, así, Samantha no pudiera casarse. ¿Puedes creerlo? -Sí, puedo creerlo, sabemos muchas cosas de Paola. Pero Samantha no iba a casarse de todas formas. Ella iba a aceptar que Matías se hiciera cargo, pero iba a casarse contigo. Luego pasó lo de la falsa boda y, si tú la hubieses escuchado, no estaríamos aquí en este hospital desde hace 26 días. –Me incomodé un poco al escuchar que Solange dijo que estábamos en el hospital hacía 26 días. ¿Llevaba 26 días en coma? Eso era casi un mes. -No voy a discutir ahora, Solange. –lo noté muy serio. -No, Abel, no lo tomes a mal, yo tampoco quiero discutir, lo siento, pero necesitaba decírtelo. Dime, ¿qué va a pasar entre tú y Samantha? -No lo sé, estoy confundido, y creo que ella también debe estarlo… -Van a ser padres, pero eso no los obliga a tener una relación amorosa. Yo sé que ustedes van a volver a ser la misma pareja apasionada de antes, pero el tiempo es de ustedes… y tienes demasiado que pensar, ¿de acuerdo? -Sí, eso haré. –Se quedaron callados, escuché que alguien movía una silla cerca de mí. –Escucha, Laura está afuera esperándote. Va a ir a dormir a su casa, ve con ella, descansa. Yo me quedaré esta noche cuidando de Sammy. -De acuerdo, ¿necesitas algo, Abel? -Oh, lo olvidaba. Mañana, muy temprano, llegará mamá. ¿Puedes ir a recibirla al aeropuerto? -Seguro, hablaré con ella, quédate tranquilo. ¿Algo más? -Gracias Solange por todo lo que estás haciendo por mis hijos y por Sammy. -No tienes que agradecerme nada, Abel. Quiero a Samantha como a una gran amiga, y es la madre de mis sobrinos, todo por la familia. Nos vemos luego, te quiero. -Descansa, cuídense.

…El silencio se apoderó de la habitación, seguramente él se había quedado cuidándome otras veces, pero esta era la primera en la que yo estaba “despierta” por así decirlo. A veces podía escuchar todo, pero había otras veces en las que realmente dormía, o quedaba inconsciente. La última vez que yo estuve escuchándolos había sido hacía más de 20 días atrás. Llevaba casi un mes sin moverme, sin hablar, sin poder abrir mis ojos, me daba tanta impotencia…

…Me alegra, en parte, que hayas dejado a Paola, Abel. Pero Solange estaba en lo cierto, no estamos obligados a volver sólo porque vamos a ser padres. Yo sería tan feliz contigo, pero no quiero vivir de la pena, de la lástima, no soy Natasha…

…No escuchaba absolutamente nada en la habitación, sólo el funcionar de las máquinas conectadas a mi cuerpo. De pronto, sentí que alguien se sentaba en la camilla, a mi lado, debía ser Abel, y se recostaba suavemente sobre mí, apoyando su mejilla en mi vientre…

-No puedo creer todo lo que hicimos, recuerdo aquel momento en el que te vi en medio de la gente y te acercaste a mí para sacarnos una foto. Y que a partir de ese día, yo no soy el mismo. –Se quedó callado y unió su mano con la mía. –Vivimos tantas cosas en tan poco tiempo, tan apresurados, sin conocernos bien del todo… Y por más que aún tengo algo aquí en mi pecho que oprime mi corazón, este dolor que no se quiere ir aún cuando sé la verdad, yo te sigo amando con la misma pasión… con la misma locura... Aquel día que fuiste a mi departamento supe que algo no andaba bien, te juro que yo jamás te habría hecho lo que sucedió. De haberme enterado que estabas en Buenos Aires, habría ido corriendo a buscarte. ¡Por dios, cómo te he extrañado! Por un instante pensé, tantas veces, que ya te habías olvidado de mí, y me ponía furioso pensarlo… ya que yo quería hacer lo mismo pero no podía, nunca pude y nunca voy a poder hacerlo porque eres la mujer de mi vida. Lo siento, Sammy, aquella escena en el departamento no fue mi idea, yo no sabía que irías, lo siento.

…Quitó su rostro de mi vientre y me besó la mano, se quedó así un rato largo. Sentí sus lágrimas recorrer mis dedos. ¡Cómo deseaba no estar en este estado y poder abrazarlo!

…¡Yo también te he extrañado, mi amor, tanto! No ha pasado un día en el que no pensara en ti, en el que no recordara lo nuestro. Si tan sólo pudiera despertar de una vez por todas, esto de escuchar y no poder decirte nada me está matando…

…Quizás fue porque lo deseé con todas mis fuerzas, por fin había podido hacer mi primer movimiento, moví mis dedos, acariciando su mano…

-¡Sammy, puedes escucharme! ¡Qué feliz me pone! –Se levantó de la camilla y luego sentí sus labios sobre los míos. ¿Cuándo iba a acabarse esto? Ni siquiera podía disfrutar de un beso tan esperado…

Sin Luz Propia.Where stories live. Discover now