Capítulo 61 - Fin

129 9 8
                                    

Capítulo 61:

Luego de aquella noche, las cosas cambiaron. Para bien, podría decirse. Aún sentíamos el clima un poco incómodo entre nosotros, pero era cuestión de esperar, siempre juntos, y afrontar todo lo que se interpusiera en nuestro camino, porque nos amábamos, y eso era lo importante, no teníamos luz propia si vivíamos distanciando nuestro amor, y no les daríamos una buena vida a Federico y Alma si peleábamos todo el tiempo.

Ya había comenzado el mes de marzo, estábamos en el día 8 del mes, era el día de la mujer. Abel me despertó con un hermoso ramo de rosas rojas y un gran desayuno. Pero lo mejor que podía pasarme era tener su presencia cada día al despertar.

Ahora estábamos viviendo en su departamento en Buenos Aires, y yo me estaba haciendo ver en una clínica de la zona. Mamá había vendido su casa de Mendoza y había comprado una cerca de aquí, para poder estar con nosotros. Éramos sólo los cuatro ahora, esta nueva vida me encantaba, aprender a ser padres de dos cositas tan lindas era mi paraíso y Abel afrontaba mejor su paternidad ahora que nos ayudábamos mutuamente.

-Mi amor, quiero que esta tarde vayamos al mar, hay una última sorpresa que quiero darte antes de que termine el día. –Dijo cuando estábamos lavando los platos luego del almuerzo.

Dormimos la siesta junto a los bebés, por ahora entrábamos todos juntos en la cama. Despertamos a las cuatro y media de la tarde y los bañamos. Luego, mientras yo los cambiaba, Abel se duchaba. Como siempre, la última en arreglarse era yo, seguro sería porque me tardaba demasiado.

-Sammy, te dejo algo sobre la cama. Cuando salgas, míralo. –Gritó desde la puerta del baño, yo estaba duchándome. – ¡Te esperamos en el auto, te amo!

Terminé de bañarme y salí envuelta en la toalla. Sobre la cama había un vestido blanco, me sequé y me lo probé. Era bellísimo, me quedaba hermoso, llegaba un poco más arriba de mis rodillas, tenía breteles muy finitos y era de una tela muy fresca, no muy ajustado al cuerpo. También vi un pequeño trozo de papel, escrito por Abel: “Quiero que estés preciosa para recibir esta sorpresa, por favor, vístete con este vestido”. Busqué unas sandalias que fuesen acorde al vestido. Me hice una pequeña trenza, dejando la mayor parte de mi rojizo cabello suelto. Tomé mi bolso y salí de casa.

-¡Estás hermosa! –Dijo Abel al verme cuando subí al auto. Vi que él llevaba puesto una camisa suelta, blanca, y un pantalón igual que la camisa, parecía ser la misma tela de mi vestido. -Tú también, ¡estás precioso!

Dos horas después llegamos al mar. Nos llevó a una playa hermosa y deshabitada, para estar sólo los cuatro juntos. Tiramos unas mantas sobre la arena y acostamos allí a los gorditos. Nos quedamos sentados mirando el paisaje de los pocos rayos de sol sobre el mar.

-Él fue mi gran compañero durante el tiempo en que no estuve a tu lado. El mar… -No despegaba la vista del agua en movimiento. –Comencé a venir muy seguido aquí, cada vez que aparecías en mi mente, cada vez que anhelaba con desesperación y locura tenerte en mis brazos y hacerte mía… -Se sentó detrás de mí y me abrazó con sus piernas y brazos, como siendo presa de él, y yo jamás me iría de aquel lugar. Comenzó a cantarme. –Sabrás que aún cuento los días… y como estés, donde estés, estás en mi vida… Que soy cruel con mis errores… Eso lo sabes muy bien, muy bien me conoces… Pero nunca sabrás lo que duele tu nombre… No pierdo la fe y te sigo esperando… Me siento así, como un niño perdido que no aprendió, no quiere jugar, soñar o llorar, ni sonreír sin ti… No soy quien soy si no te tengo… Creo en las manos de dios y no en este absurdo dolor… Mirar el mar ya no me sirve, no me da la calma… Vivo del último beso que guardo en el alma… Nunca sabrás lo que duele tu nombre… No pierdo la fe y te sigo esperando… Y esta soledad que me sigue abrazando, se queda aquí, no se quiere ir y no sé qué hacer, ni qué decir… Amor, aquí sin ti… No sé, no sé vivir… -Ya no debes esperar más, estoy aquí contigo. –Tiré mi cabeza hacia atrás y él besó mi frente. -¿Sabes? Cada vez que escucho tus nuevas canciones… Me da la sensación de que este disco cuenta nuestra historia… -Elegí estas canciones justamente con ese motivo, para expresar lo que habíamos vivido, puse mi felicidad, mi tristeza, mis sonrisas, mis lágrimas, mis sentimientos en este disco, fue como una forma que hallé para desahogarme. -Todos deben verme como la mala, porque te hago sufrir… -Comencé a reír. -Hey, mira que en ellas también admito que me equivoqué… -Puso cara de nene al que estaban retando. -¡Lo sé mi vida! -¡Ven aquí! –Dijo y me dio vuelta, quedé sentada en sus piernas, rodeando su cintura con las mías. Acaricié sus mejillas mientras él me miraba a los ojos. –Cierra los ojos. -¿Por qué? –Pregunté con una sonrisa. -Porque es hora de tu sorpresa… ¡Ciérralos! –Los cerré. –Ahora, ábrelos… -Los abrí, tenía en sus manos una pequeña cajita abierta, en ella estaba el anillo que él me había dado, y que yo le había devuelto. Aquel anillo con un gran significado para él, y con tanto valor para mí ya que fue lo único que tenía de él cuando nos separamos, lo único que hizo que sintiera su presencia aún a mi lado. –Escucha, ¿sabes qué día es hoy? –Preguntó. -¿El día de la mujer? –Pregunté… -¿No lo recuerdas? –Dijo asombrado. -¿¡Qué día es hoy!? –Pregunté confundida. -Hoy hace un año que conocí a aquella abelera, que estaba llorando de felicidad por haberme conocido. Hoy hace un año que me enamoré de ti, hoy nuestra relación cumple un año. –Yo miraba sus ojos brillosos, no podía creer que ya hubiese pasado un año, inconscientemente miré hacia el pasado, vi tantas cosas que habían sucedido, y que ya eran parte del pasado. –Escucha, sé que no he sido el hombre perfecto de un tiempo a esta parte, pero hoy comenzaremos una nueva vida, juntos, sin nada que nos haga daño. Por eso, mi sorpresa es esta… ¿Quieres casarte conmigo, Samantha, y caminar a mi lado por el resto de la vida? -¡Sí, mi amor, si quiero! ¡Eternamente, sí! –Lo besé con tanto amor y el no paraba de sonreír. -Escucha, aún hay más… -Colocó sus manos en mis mejillas. –Levantemos a los mellis y vamos a otro lugar especial… -Colocamos a Fede y Alma en el cochecito y caminamos por la orilla del mar. -¿Qué es esto, mi amor? –Dije al ver el camino por el que me estaba llevando. Había un sendero de pétalos blancos. -Esto nos conducirá a tu sorpresa final… -Continuamos caminando hasta llegar a otra playa, donde nos esperaban nuestros familiares y amigos, todos vestidos de blanco como nosotros. Había sillas bellamente decoradas con telas blancas y rosas blancas y rojas que miraban hacia un pequeño altar, el cual estaba debajo de un arco decorado prolijamente con una enredadera y más flores blancas. Me recordó la noche de compromiso de Natasha… Pero esta vez no había velas, había farolas. Todos voltearon a vernos, sonriendo. -Mi amor, ¿qué significa… -Dije con una sonrisa tímida, comencé a sospechar qué era la sorpresa pero quería que él lo dijese. -Hoy comenzamos una nueva vida. Te propuse matrimonio, aceptaste y me hiciste el hombre más feliz del mundo… Entonces, no veo el motivo de esperar para casarnos, amor de mi vida.

Susi y mamá fueron en busca de los mellis y nosotros caminamos hacia el altar. Fue una ceremonia muy emotiva, era el acontecimiento tan esperado por todos, porque no querían vernos pelear, no querían vernos mal, querían que fuésemos felices. La noche llegó y todos festejamos la boda. Me dedicó muchas canciones y después bailamos el vals. Luego del baile, él me llevó lejos de todo, sólo nos iluminaba el reflejo de la luna en el mar. Él me tomó de la cintura, yo me paré en puntas de pie y coloqué mis manos en su nuca, acariciándolo mientras me miraba a los ojos.

-¿Eres feliz? –Pregunté -Acabo de casarme con la mujer más bella del universo, la mujer que llena mi vida de luz, con quien tuve dos hermosos hijos, ¿cómo no estar feliz? –Dijo sonriendo. -¿Tú? ¿Eres feliz? -Estamos juntos, te tengo en mis brazos, me has dado vida, ya no me falta más nada para ser feliz. ¡Te amo! -¡Te amo, mi flamante esposa! ¡Te amaré por siempre!

Me besó como aquella primera vez, enamorado, con dulzura, con ternura, con pasión, con felicidad. Dejamos de lado todo lo que nos había herido en algún momento, comenzamos una nueva vida, apoyándonos el uno al otro, siendo felices, viviendo y disfrutando cada momento que se nos presentase porque entre los dos existía un gran sentimiento, había una gran llama de pasión, cariño y amor que jamás se apagaría.

Fin…

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Apr 05, 2015 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Sin Luz Propia.Where stories live. Discover now