Capítulo 22

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Capítulo 22:

-¿Irás al hospital? Tienes que curarte esas heridas. –Preguntó Abel al subir al taxi. -No, iremos a la casa de Florencia, mi amiga, su madre es enfermera. –Le indiqué la dirección al taxista y arrancó el auto. Llamé a mi amiga para avisarle que iría en unos minutos, puse la llamada en altavoz para que Abel escuchase.

-Flor, menos mal que estás en casa. –Dije alegre al notar que ella había atendido el teléfono. -¿Dónde quieres que esté en mi día libre a las 07 de la mañana, Samantha querida? –Contestó ella. -Bueno, disculpa. –Comencé a reír. –Necesito que tu mamá me atienda, estoy un poco herida y no quiero ir al hospital. -¿Qué sucede, amiga? –Su tono cambió. -Cuando llegue, te cuento bien, estoy yendo para allá. -¡Vas a hacerme levantar a esta hora! ¡Te odio! -Oye, oye, voy a compensarlo, ponte linda porque voy con alguien… te llevo una sorpresa. -Disculpa, amiga del alma, sabes lo que amo dormir, y estaba soñando con Mr. Cierre Pintos. Así que, sólo podría perdonarte si me lo trajeras en bóxer, pero como sabemos que es imposible porque en Internet no ha avisado que viajaría a Mendoza, no estás perdonada. –Dijo mi amiga y Abel comenzó a reír muy fuerte. -Mmm… ¡te vas a arrepentir de haber dicho eso! –La amenacé. –No creo que Abel se sienta cómodo yendo en ropa interior por la calle, te lo llevo vestido. -¿Qué? –Preguntó ella. -¡Florencia, prepara unos mates así desayunamos, estoy muerto de hambre! –Dijo Abel en voz alta para que mi amiga escuchara por teléfono. -¡Samantha! ¿Acaso ese es… Abel? ¡Vienes con Abel! ¡Por dios, qué vergüenza! De acuerdo, los espero.

Al llegar a su casa, nos hizo entrar rápidamente. Llamó a su madre y ella vino de inmediato. Mientras me curaba las heridas, les conté lo sucedido.

-¡Está enfermo, amiga! ¡Matías no está bien de la cabeza! –Dijo Florencia al escuchar la historia; Clara, su madre, miraba horrorizada. -¿Por qué no lo denuncias, mi niña? –Preguntó Clara. -¡No madre, no puede hacerlo! ¡Es un demente! –Dijo Florencia, por suerte ella pensaba igual que yo, conocía mi historia anterior y sabía perfectamente de lo que era capaz Matías. Mientras Flor y su madre me curaban, Abel preparó el mate

-¡Por suerte, siempre aparece el príncipe Pintos para salvarte! ¿No, Sammy? –Dijo Flor mientras Abel le pasaba el mate. –Voy a preguntar algo, no quiero ser metida, pero me causa curiosidad… Nunca nos enteramos por tu twitter que viajarías, Abel. –Mi amiga tomó el papel de detective del FBI, con sus preguntas incómodas. -Surgió de un momento para el otro, Samantha me llamó después de lo que cometió su novio, y vine a buscarla para llevármela a Buenos Aires por un tiempo. –Dijo Abel, tratando de hacerle entender algo a mi amiga. -Ah, ya veo. Y… ¿Ustedes tienen algún tipo de relación que vaya más allá de una amistad? Porque, para que tomes un avión y llegues tres horas después de que ella te haya llamado, Samantha debe ser muy importante para ti… -Yo los miraba tentada, mi amiga nos ponía tan incómodos que yo tenía ganas de reír a carcajadas. -Yo la amo, pero ella va a casarse con aquel idiota. –Abel se hizo el ofendido. -Yo no voy a casarme… ¿Qué has dicho? –Pregunté asombrada luego de escuchar que él había dicho que me amaba frente a mi amiga. -¡Dijo que te ama, Samantha! ¡Yo lo sabía, viajar a las 4 de la mañana, era obvio! –Sonreía Florencia, había oído lo que quería escuchar. Abel se acercó hacia mí y me dio un pequeño y dulce beso en los labios, para no hacerme doler en la herida recién curada. -¡Te amo y sería capaz de gritarlo a los cuatro vientos! ¡No veo por qué debo ocultarlo si eres lo más hermoso que me ha pasado! –Me dio un abrazo de aquellos que me dan ganas de estar así para el resto de mi vida. Él me estaba diciendo que no me tendría oculta, era todo lo que necesitaba escuchar para tomar mi decisión final. Ya había decidido que no me casaría con Matías y esto era el cielo. -Bueno, bueno… Tú sigues siendo Abel Pintos y yo sigo siendo tu fan, así que suéltense porque me da envidia. –Comenzó a reír Flor. –Hablando enserio, me da gusto que al fin hayas decidido alejarte del idiota de Matías, Sammy… Pero sabes lo que las abeleras sentimos por Abel, y… recuerda, somos miles y miles… Así que cuídalo.

Obvio que yo iba a cuidarlo por siempre. Era un sueño hecho realidad, hasta hace poco, Abel no me conocía, no sabía de mi existencia, y ahora, éramos el uno para el otro.

Sin Luz Propia.Where stories live. Discover now