Capitulo 28: El inicio de la crisis.

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Moscú.
Unión Soviética.
Alrededores de la sede del Comité Central.

La gente había quedado en estado de shock, uno de los símbolos más imponentes de la Unión Soviética, su glorioso Comité Central había quedado prácticamente destruido y no sólo eso, la mayoría de sus miembros habían muerto en uno de los rescates más importantes ( y
ahora de los más desastrosos) de la historia.

Rápidamente a como pudieron muchos fueron a buscar de alguna forma remover los escombros para intentar rescatar a los desafortunados que aún seguían con vida no obstante la militsiya los detuvo, porque por más buenas intenciones que tuvieran no tenían ni la preparación ni las herramientas adecuadas para intentar un rescate sin matar a los posibles sobrevivientes en el intento.

Rápidamente llegaron los equipos de emergencia soviéticos para comenzar con sus labores de acordonamiento y otras tareas para iniciar la remoción de escombros y los procesos de búsqueda y rescate.

Éste hecho daría de que hablar por muchísimos días en tanto el gobierno empezaba las investigaciones correspondientes.

Moscú.
Unión Soviética
Oficina del Secretario general del PCUS.

Por supuesto que el Secretario general fue, después de los presentes de la tragedia del Comité Central uno de los primeros en ver por la televisión soviética aquel hecho. En esos momentos continuaban sus labores en el Comité de Emergencia por lo que todos los personajes importantes estaban ahí y no era necesario convocar una reunión.

Los miembros del Comité de Emergencia (que era en su mayor parte miembros del gabinete de Ziuganov y miembros del Comité Central que no estaban presentes en la sede al momento del ataque) dejaron de hacer sus pendientes y comenzaron a debatir del suceso.

"... Además, ¡¿Cómo íbamos a saber que el jodido rescate iba a salir tan mal?!". Respondió el ministro de defensa a una pregunta que consideró impertinente por parte de uno de los miembros del Comité Central.

"¡¿No se supone que tenían previsiones para cualquier escenario?!".

"¡No había jodida manera camarada Abramov de saber que aquellos cabrones tuvieran explosivos en sus chalecos!".

"¡¿Entonces por qué mandar a los Alpha a una misión a ciegas?!".

El intercambio verbal comenzaba a subir de tono cuando el Secretario general intervino.

"¡Suficiente!. ¡Ahora mismo no tenemos tiempo para buscar quien tuvo responsabilidades!".

Todos se callaron inmediatamente, Ziuganov siguió hablando.

"... La situación se nos ha ido de las manos... Es cierto eso... Pero debemos analizar las opciones que tengamos en mano".

"Es claro que no podemos hacer nada si nos sabemos quién fue". Respondió el teniente coronel Beria.

"Cierto, cierto pero la KGB encontró archivos que pueden ayudar. ¿No?". Intervino el ministro de defensa.

Todos pusieron atención al director de la KGB, quien se encontraba fumando un puro, después de soplar prolongadamente el humo del tabaco respondió.

"Cierto... Pero aún es un incompleta, es preciso que tengamos todo para dar una respuesta adecuada a los responsables".

"¿Cuánto durará eso?".

"Unos días".

"¡No tenemos unos días!, ¡¿Que no ve lo que está sucediendo?¡". El ministro de defensa dijo a punto de gritar

"Lo sé, y perfectamente al igual que usted". Respondió tranquilamente el director de la KGB

El aire otra vez se llenó de tensión, no obstante aquel ambiente fue interrumpido por el Secretario general, quien pensaba de manera muy frecuente en qué momento hablar para evitar una prolongación innecesaria en la discusión.

"Camarada director, es necesario que nos traiga los archivos... Incluso si están incompletos, no podemos seguir perdiendo el tiempo. ¿Es posible?". Dijo Ziuganov.

"Tenemos extremadamente poca información confirmada, es riesgoso tomar una desición con esa cantidad de información".

"La desición que se dé será en base a la opinión del Comité de Emergencia quienes están dispuestos a recibir aquella poca información que dispone, no veo problema en que se le dé continuamente actualizaciones al respecto".

"Exactamente". Dijo el ministro de defensa. "Las próximas horas son de suma importancia, no podemos permitirnos tomar la situación a la ligera".

Todo se había quedado en silencio, todos estaban viendo al director de la KGB quien había llevado a su boca su puro, después de dar una respiración profunda y exhalar el humo comenzó a hablar.

"Bien... Ordenaré que traigan los archivos, ¿Algo más?".

"No... Agradezco mucho su colaboración camarada".

"Lo que sea. Bien me retiro".

Los pasos del director de la KGB se tornaron pesados al salir, mientras tanto los otros miembros del Comité de Emergencia siguieron analizando opciones.

Washington D.C.
Estados Unidos de América.
Oficina Oval.

Al otro lado del mundo también había una reunión de emergencia en la Casa Blanca, dónde el presidente Ronald Reagan se había reunido con su gabinete para discutir la situación que estaba sucediendo en Moscú.

"Es evidente que nos culparán, quien haya hecho ésto logró burlarnos a ellos y a nosotros". Dijo el director de la CIA.

"¿No es un auto-atentado?". Preguntó Reagan.

"Por las características del ataque y el hecho de que el propio Secretario general soviético fuera objeto de ataque durante el asalto descarta ésta posibilidad... Quizás hayan sido los pakistaníes pero no o sabemos aún, señor presidente si queremos ver otra vez la luz del sol será mejor tener un enfoque sumiso en tanto la situación no se calme".

"No lo haremos". Objetó el vicepresidente Bush.

"¡No es por un motivo político maldito idiota!. ¡¿Qué no has visto que los rojos están en alerta máxima!. ¡A la mínima que hagamos algo mal terminaremos jodiendo a todos en una puta nube radioactiva!". Alzó la voz un general.

La discusión en la Oficina Oval también se prolongaría por bastantes horas, no obstante quien tendría la última palabra sería el propio Reagan.

[Continuará.]

Oriente: La Unión Soviética.Where stories live. Discover now