32° Pide un deseo

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Akem

Llego a mí ático y Arabella todavía no ha llegado. Luego de que saliera del restaurante tuve que ir a la empresa por un imprevisto; son las ocho de la noche, me preocupa saber que mi principessa está a estas horas de la noche sola. Francisco tuvo que dejar su puesto para poder ir a unas de las bodegas dónde tráfico la droga y las armas ilegales. Saco mi móvil y le mando un mensaje a mi diosa.

¿Estás muy ocupada? ¿Te paso a buscar?

Akem.I

08:01 pm

Dejo el móvil en la mesa pero este vibra con un mensaje de mi pequeña.

Estoy cerca, cielo. Tuve que llamar un Uber.

Arabella.D

08:03 pm

Y otra vez el "cielo" me fascina. No me gusta que esté en un auto con un desconocido pero tengo que calmar mis celos. En la tarde llamé a mi nana para que dejara una cena hecha para dos; quiero recompensar el hecho de no poder almorzar juntos. A mi nana deberían llamarle Cupido, cuando entro a la terraza todo está ambientado en una escena romántica. La luna es la protagonista por su iluminación al igual que las velas que hacen un caminito hasta la mesa para dos.

Pétalos de rosas rojas lo acompaña y por los altavoces se escucha una melodía suave. Escucho las puertas del ascensor abrirse por lo que me dirijo para allá.

— ¡Buenas noches cielo! — me sonríe y noto un brillo en sus ojos.

— ¡Buenas noches señorita Duarte! — le doy un casto beso — He notado que me andas llamando cielo muy seguido — le sonrío — me fascina.

— Es que eres mi pedacito de cielo — pasa sus brazos por mi cuello. Puedo ser todo menos parte del cielo — llegaste a mi vida como un huracán, arrasando con todo a su paso — se coloca en puntillas y me besa con calma, con mucha ternura — eres todo lo que necesito.

Los latidos de mi rígido y frío corazón empiezan a latir con fuerza.

— No sabes como me alegra escuchar de esos divinos labios esas palabras tan conmovedoras — la cojo de la cintura — pero andas como un poco bipolar hoy. — frunce el ceño — Te ves tan hermosa cuando arrugas el entrecejo. — beso la punta de su nariz — Lo que quiero decir es que hoy has tenido a todo mi mundo patas arriba, cuando me gritaste por teléfono me preocupé un poco, pero ahorita... — la pego más a mi cuerpo — andas apaciguada, tranquila y muy abierta con tus sentimientos — le susurro al oído — ¡Te amo!

Espero alguna respuesta pero nunca llega, se que tengo que ir despacio pero me jode que todavía le cueste pronunciar esas dos palabras. Para no cabrearme me separo de ella, le quito la bolsa para colocarla en la mesa y la agarro de la mano para ir hacia la terraza. La noto algo cansada por lo que la cargo.

— No soy una bebé, idiota — reclama.

— Pues eres mi pequeña, así que hágale caso a su papi — digo con voz ronca.

— Tenlo por seguro que esta noche papi... — lame el lóbulo de mi oreja — me voy a portar muy mal.

— Eres tan traviesa. — Y eso me encanta.

La bajo y ella observa fascinada todo el ambiente. Se separa de mí para pasar por el camino lleno de rosas e iluminado por las velas.

— ¿Hiciste todo esto por mi? — pregunta por lo que asiento con la cabeza — gracias cariño, estoy flipando — ve todo a su alrededor.

— Esto no es nada para una mujer de alto calibre como tú. — meto mis manos al bolsillo del pantalón.

— Amo admirar a la luna — nuevo dato — ¡Ven! — estrecha su mano.

Cojo su mano y nos acercamos a la baranda, de repente aparece una estrella fugaz.

— ¡Pide un deseo! — me dice entusiasmada.

Veo como cierra los ojos, a veces se comporta como una nena pero es mí niña, solo mía. No cierro los ojos pero lo único que deseo es poder formar una familia con mi diosa. Yo no tenía en mis planes tener hijos pero cuando Arabella llegó a mi vida dió un giro de 360° grados.

— No veía una estrella fugaz desde que era una niña — comenta.

— Pues yo me encargaré de que veas varias mi amor — prometo — ven vamos a cenar.

Nos dirigimos a la mesa, arrimo su silla para que se siente y luego me sitúo al frente de ella.

— ¿Y qué delicia comeremos hoy?

— Tu platillo favorito — levanto la tapa que cubre el plato — macarrones con queso.

Arabella se tapa la nariz y sale corriendo a no se donde.

— Principessa no corras que todavía tienes una herida que está sanando — grito.

¡Que mujer!

Miro como entra al baño; se oye arcadas. Corro también al baño y le sujeto su preciosa melena. Arabella comienza a vomitar sin parar, temo que se debilite.

— ¿Cómo salieron los resultados del examen de sangre? — ella al oír mi pregunta vomitó más.

Media hora más tarde, Arabella se encuentra acostada en la cama de nuestra habitación.

Y si es nuestra porque ella pronto se vendrá a vivir conmigo.

Se tomó dos calmantes para el dolor que tiene aún en la herida y cayó en los brazos de Morfeo.

¿Qué tendrá mi diosa?

CENIZAS +18 [1] ✓ [Borrador]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt