capítulo 19: La cabaña del patio.

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...

Beatrice

-¿Dije algo malo? - Le susurro a Alan.

Me siento intimidada por las miles de miradas posadas en mí.

-Bea, creo que dijiste algo que no debías de haber dicho - Me susurra.

Rosa se acerca en mi campo de visión y preocupada me sujeta la mano que estaba libre, y nos dice a ambos que nos tranquilicemos. El mismo hombre que apareció en el mercadito y que anteriormente advirtió a todos sobre la presencia de un intruso, se encontraba detrás de Rosa.

-Rosa querida, creí que habías dicho que nadie del exterior estaría en esta reunión - Sus palabras eran frías y demandantes, y su rostro no mostraba otra expresión que no sea la seriedad.

-Y es cierto lo que dije. Aquí no hay nadie de afuera que no seamos nosotros - La voz de Rosa era delicada y sincera, pero el señor parecía desconfiar de ella. - Adam por favor, estos son mis pequeños y tienen el derecho de saber lo que hago. Además tienen la edad suficiente para guardar silencio.

-Bueno, en ese caso. Bienvenidos a la familia.

Todos volvieron a lo que estaban haciendo, aún sentía ligeras miradas recaer en mi dirección. Rosa soltó un sonoro suspiro de cansancio y sus ojos se dirigieron hacia Alan y a mí.

-Tengo muchas cosas que explicarles a ambos y creo que es el momento. ¡Síganme! - Rosa camina atravesando a las personas hasta llegar a la puerta trasera.

Teniendo yo mi mano entrelazada con Alan, él camina tras los pasos de nuestra tía, arrastrándome con él. Seguimos caminando hasta llegar hacia la puerta trasera donde Rosa la abre para después ella salir primero que nosotros, me encargo de cerrar la puerta después de que Alan y yo la atravesáramos. El patio estaba silencioso y muy oscuro, las nubes ocultaban a la luna, desapareciéndola por completa, causando que nuestro alrededor solo sea oscuridad.

Rosa extiene su mano hacia Alan donde él la toma dudosamente. - No quiero que se separen por ningún motivo.

Dicho esto, Rosa camina hacia la oscuridad, guiándonos y arrastrándonos sabrá Dios a donde.

La oscuridad nos absorbía más y más, hasta que las luces de la casa se hacían más pequeñas y lejanas. La tierra crujía bajo nuestros pies con cada paso que dábamos, los tacones se hacían cada vez más incómodos e insoportables de llevar, por lo que me detuve. Alan y Rosa se detuvieron y me miraron dudosos. Yo me agacho y me los quito.

-Me molestan- Dije caminando con los tacones en la mano.

Rosa siguió, arratrándonos con ella. No sabía que el patio se extendía demasiado, creí que era una propiedad pequeña, pero ahora veo que no es así. Ya no alcanzaba a ver las luces de la casa.

-Es aquí - Murmura Rosa.

Su mirada se dirige hacia la copa de un árbol, con la poca luz de la luna que nos brindaba, parecía ser una casa.

-¿Una casa en un árbol? ¿Por qué nunca supimos que teníamos una? -Pregunta Alan.

Rosa sonríe y acaricia la mejilla de Alan, como si todavía fuera un niño.

-Pequeño, ustedes dos no atravesaban más allá de la fuente.

Lo recuerdo muy bien. Cuando éramos pequeños jugábamos muy seguido en el patio, pero jamás nos atrevíamos atravesar más allá de la fuente. Alan decía que no quería que entráramos al pequeño bosque trasero, tenía miedo de encontrarse una casa de dulces y que dentro de ella vivía una bruja. Los pequeños recuerdos de Alan y su obsesión con Hanzel y Gretel, como olvidarlo. Y ahora míranos, los dos hermanos que antes le temían al bosque del patio, no encuentran una casa de caramelos, sino una pequeña cabaña en un árbol. Alan como todo niño curioso y emocionado, trepa por la escalera de mandera hasta llegar a la cima.

-Bea mira, una bruja de muñeca vive aquí adentro.

Yo sonrío y niego por todas esas veces que Alan se ha comportado como un niño como lo era antes, y que aún sigue siendo.

Rosa también sube a la cabaña para estar junto con a él y nada más me quedaba yo, sola en la oscuridad de la noche. Dejo los tacones cerca del tronco y me subo hasta llegar a la casita, Alan me ayuda a reincorporarme sentándome a su lado. La cabaña no era tan pequeña por dentro, tenía el tamaño perfecto para que cuatro personas durmieran dispersadas por los rincones. También contenía una pequeña cajita con juguetes viejos y un armario; para ser una casa elevada se veía en muy buenas condiciones.

-Ahora que estamos los tres, creo que es el momento de que sepan la verdad.

Entonces lo sabía, en la oscuridad de la noche a altas horas de la madrugada, todos los secretos que se resguardaban, saldrían a la luz de la luna. Como fue en el principio. Rosa estaba decidida a contarnos la verdad y nosotros estábamos dispuestos a escucharla.

-Cuando ustedes cumplieron 15 años les dije que son adoptados, que los adopté de un orfanato de la gran ciudad y que sus padres los abandonaron.

Alan y yo asentimos a su declaración. Recuerdo ese día como si fuera ayer mismo, mi hermano siempre le había preguntado sobre nuestros padres y Rosa siempre inventaba una excusa, de que ellos estaban muy lejos o que tenían mucho trabajo y por eso no nos podía visitar. Hasta que llegó ese día y nos contó la verdad, o eso creo.

-Quiero decir que la historia no está bien contada. Ambos no son huérfanos, al menos no tú, Alan.

Alan y yo nos miramos nuevamente. ¿Él tenía familia y yo no? ¿Por qué?

-El señor que avisó sobre el intruso, es tu padre Alan, él no se encontraban en condiciones para cuidarte, así que decidió que su hermana te cuidara, o sea a mí.

Entonces literalmente Rosa era tía de Alan. Eso explicaba muchas cosas, como el parecido en sus personalidades. Ahora con el dato de que Alan tiene un padre y que es el mismo señor; espera. Todo tiene sentido. Su cabello igual al de Alan y los mismos ojos de Rosa; todo encajaba en mi rompecabeza mental. Pero si ese señor es hermano de Rosa, también es hermano de Gilda; la última tiene más parentesco con el señor, solo que sus ojos son diferentes.

Ahora que Alan tiene la familia que siempre ha querido. ¿Qué pasó con la mía?

-Beatrice, tus padres fallecieron cuando tenías 5 años, ellos me habían llamado antes de que la catástrofe sucediera. Lo siento mi pequeña, es horrible saber que fuisteis adoptada sin saber que tus verdaderos padres murieron.

-¿Cómo eran ellos? - Pregunto inconscientemente.

-Tus padres eran las personas más maravillosas en esta tierra - Rosa acuna sus manos en mis mejillas - Tan llenos de bondad, que fue una injusticia que la muerte se los llevara aquella noche, sabiendo que tenían una niña tan linda como tú para brindarles su amor - Sus manos se alejan de mi rostro.

El silencio nos dominó por unos segundos largos y fue entonces cuando pregunté.

-¿En que secta o hermandad estas involecrada?

Ella suelta un suspiro antes de responder.

-Soy voluntaria en una organización llamada VDF, una organización que se encarga de investigar y experimentar con sustancias mortales. No quería unirme, pero era el legado familiar. Tu padre, Alan, es el líder de la organización y tus padres Beatrice, también formaron parte de esto.

Beatrice: La Nueva Identidad©( Historia Completa)Where stories live. Discover now