Capítulo 11: Débil.

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...

Dylan

Hoy me propuse a levantarme temprano para salir a caminar y despejar mi mente. Me encontraba en la avenida 63 y había dos calles diferentes. El de la derecha lo conocía, ya que por ese mismo camino llegaría al hospital, además es el que siempre usa mi tía para llegar temprano a su trabajo. Por lo que me quedaba la desconocida calle de la izquierda y (según un cartel) era la avenida 64.

Era un lugar totalmente distinto, callado, desolado y demasiado tranquilo. No había ni un alma en ella a excepción de la mía. Quería escuchar música para no sentirme solo en la soledad de la calle, pero cuando estaba por ponerme los audífonos, gritan mi nombre y me detengo unos momentos para saber si no fue mi imaginación.

-¡Dylan!- Grita una chica de una de las casas.

La veo fijamente y noto su cabellera castaña, era Beatrice pero...¿Por qué tiene un ojo completo de blanco? ¿Esa era la razón por la que traía gafas aquel día?

-Beatrice, que gusto verte- Dije mientras me acercaba a ella sonriendo, si me daba gusto volver a verla.

A Beatrice ya la considero mi mejor amiga aquí en Aberomth. Es una chica diferente y eso es lo que me agrada de ella.

-Dylan, tú no sabes de lo emocionada que estoy de verte- Dice ella moviendo sus manos con nervios y mirando de reojo al desconocido que tiene a su lado, pero su sonrisa tímida nunca falta, es adorable, ella es adorable.

¿Pero qué piensas Dylan? Ella solo la conoces ¿Cuánto? ¿3 días?

Sacudo mi cabeza para alejar mis pensamientos.

Beatrice me recuerda a alguien ¿Pero quién?

Beatrice

No intenté ni siquiera disimular la timidez. ¡Por dios porque Dylan me hace sentir así! La furiosa cara de Nicolás Wayne era sospechosa y no era por el rechazo a su estúpido salida. ¿Acaso está celoso porque le presto más atención a Dylan?

-Perdón Nicolás, pero como dije antes no puedo, estoy ocupada- Le lanzo una mirada a Dylan. Me acerco a él y lo abrazo mientras le susurraba. - Sígame la corriente.

-Nicolás no te importaría no sé, marcharte- Digo con desprecio, ni siquiera tengo el descaro de disimular -Dylan me pidió ayudarlo, y como buena amiga que soy acepté. ¿Cierto amigo mío?- Le doy un pequeño codazo.

Vamos Dylan, dí algo al respecto, ayúdame.

-Por supuesto Beatrice -Dice arrascándose la nuca. - Prometiste ayudarme en casa, por el problema del trasplante.

-¿Trasplante?- Pregunta Nicolás, confundido.

-Es una larga historia que no te interesa- Suelto con armargura.

-Ok Beatrice, cuando estés desocupada, que lo dudo mucho- Mira con desprecio a Dylan. -Me llamas.

Él caminó hacia la puerta del portal de mi casa sin antes chocar apropósito el hombro de Dylan y mirarlo no tan disimuladamente con desagrado. Cuando veo que Nicolás está lo suficientemente lejos, me volteo para sonreírle a mi amigo Dylan.

¿Por qué le digo amigo?

-Perdón por utilizarte en esta farsa -Me disculpo.

-No era necesario que te disculpes, se veía a la legua que no lo querías frente- Dice guardando unos audífonos y sonreírme después.

¿Se notó tanto?

Me gusta su sonrisa, que trasmite inocencia, tranquilidad, me hace sentir segura cuando lo tengo cerca, igual que mi...

No ¡¿Qué estás pensando?! ¡No es él! Dylan es diferente.

Ambos nos manteníamos en un largo voto de silencio, mirándonos a los ojos sin ni siquiera pestañar, y yo. Yo estaba sonriéndole con exageración.

El aspecto de Dylan no era como el guapo de una serie de Netflix, ni tampoco como el típico playboy de novelas de Wattpad. Era un chico que otros dirían normal, esos que con tan solo decir "Hola", ya llegan a tu corazón y ser parte de tu vida. Es ese chico que quieres como si tu hermano se tratara. Lo consentirías como a un niño pequeño. Dylan era una original frase de William Shakespeare.

-¿Quieres, entrar?- Pregunto sin apartar mis ojos de los suyos.

-No quiero ser una molestia- Dice.

-Dylan, tú nunca serás una molestia- Le respondo- Eres mi amigo y mis amigos los trato como mis hermanos. Dylan ya te considero parte de la familia, por lo que no me voy a enojar contigo si decides entrar a mi casa.

- Gracias Beatrice- Suspira lentamente mientras sus manos se movían entre sus bolsillos inquietas. - Eres una de las pocas personas que me tratan tan bien aquí, eres tan amable.

-Te diría que no te acostumbraras pero tienes pinta de ser una persona que puede soportarme.

Camino hacia la puerta de entrada de la casa mientras mis oídos son testigos de una ligera risa sincera. En el momento que mis pies suben un escalón de la entrada, mis pasos se vuelven débiles, haciendo que callera de rodillas. Dylan me sostuvo los hombros y me carga a modo princesa. ¿De dónde saca éste tipo tanta fuerza?

-¿Beatrice, estás bien?- Pregunta. Su respiración la siento en mi frente muy acelerada.

-Solo entra y llama a mi tía, ella sabrá que hacer.

Como alma que lleva el diablo, Dylan entra con rapidez y lo escucho gritar por ayuda. Mi tía no dudó en hacer acto de presencia asustada, observándome con miedo. De un momento a otro veo que me llevan hacia mi habitación donde Dylan con delicadeza me deja sobre la cama.

-Mi pequeña te voy a traer el desayuno, joven por lo que más quisieras, cuida a Beatrice y tranquilízala- Dice mi tía acariciando mis pómulos con suavidad. -Después del accidente tengo miedo que le sucede otra cosa más grave - Ésto último lo dijo en un susurro. Salió deprisa de mi habitación dejándome sola con Dylan.

Los ojos de Dylan mostraban preocupación y miedo. Él no deja de observarme, detallándome para saber que estuviera bien. Al ver que todo está en orden, simplemente suspira.

Se sienta en el suelo y recuesta la cabeza en el colchón de la cama, agotado.

-¿Estás bien? - Pregunta.

Yo desvío mis ojos hacia el paisaje detrás de la ventana, aún sentía algo de agotamiento en los músculos, y solamente no le contesté

- Beatrice...

-Solo estoy cansada - Interrumpí - No dormí muy bien anoche.

Él solo asiente a mi respuesta, acomoda la cabeza en la cama y lentamente cierra los ojos, sereno. Lo miro. Su cabello es algo largo y le tapa un poco las orejas, sus pecas son algo notorias y sus nariz parece respingada, yo no sé mucho de las formas de las narices pero esta era un poco linda, se parece a la de un conejo.

La habitación se mantiene tranquila y algo de paz, sinceramente Dylan me trasmite eso. Dirijo entonces la mirada hacia mi escritorio donde varios cuadernos se encontraban esparcidos y los lápices estaban fuera de la cartuchera. Era un desastre, no recuerdo que mi mesa de trabajo se mirara en esas condiciones.

Entonces, algo me vino a la mente (como un flasback) el recuerdo del libro que él me regalo.

Tengo que preguntárselo.

Beatrice: La Nueva Identidad©( Historia Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora