Capítulo 7: El extraño.

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Alan era un chico responsable, le encanta ayudar a los demás y es el niño consentido de la tía Rosa. Siempre es ayudándola en todo, él dice que la ve como una madre y ¿Quién no?. La tía Rosa era una muy buena persona, amable, inteligente y tiene unas divertidas anécdotas sobre la vida.

-Beatrice tráeme las cajas de tu derecha- Ordena Alan señalando a unas cuatro cajas que se encontraban a mi lado.

Recogí una de ésta, era un poco pesada pero no lo suficiente para no llevarla hacia el mostrador junto con los precios. Tía Rosa hoy le entraba nueva mercancía, cajas de frutas para el mercadito de los domingos. Ahora cargo con las últimas que quedaban: Naranjas.

La tienda de nuestra tía se encuentra en el centro de Aberomth, al frente está decorado con varias macetas con platas, tanto medicinales como para dar buen olor. En su interior, lo primero que se ve es el mostrador y la caja registradora con varias muestras de platas a la venta. Pero también venden frutas y vegetales. La tía Rosa quiere acaparar las cosas naturales que produce la naturaleza y conseguir un buen trabajo con ello. No causa daño al medio ambiente y mantiene un buen negocio. Esto causa alegría a nuestros clientes por la variedad de colores y eso emociona a nuestra tía.

-Mis niños, los dejo al mando de la tienda, necesito que pongan los precios que están en las vitrinas- Tía Rosa hace una pausa para sacudir su delantar de flores exóticas- Iré a rellenar los papeles.

-¡Si tía!- decimos Alan y yo al unísono.

Cuando tía Rosa salió por la puerta de atrás, Alan empezó a poner el precio a los productos nuevos, mientras que yo cuadraba el dinero en la caja. Y de repente sonó la campanilla que colgaba en la puerta principal.

-Buenas tardes ¿Éste es el negocio de Rosa de Guadalupe?- Pregunta un hombre, llevaba chaqueta de cuero oscuro y las manos metidas en los bolsillos de su pantalón también oscura. Su cabello era negro, como si de carbón fuera, muy parecido al color de pelo de Alan y sus ojos eran verde oliva, iguales a los de la tía Rosa; últimamente estoy viendo personas de ojos esmeralda. El hombre no sobrepasaba los cuarenta años y se notaba una pequeña cicatriz en su ceja izquierda. Se parecía a esos bravucones de mi serie favorita y la verdad, daba un poco de miedo.

Como Alan no respondió y seguro ni atención prestó, parece que soy yo responsable de atender a este cliente.

Trágame tierra y escúpame en mi cama.

-Ella ahora no se encuentra, ¿Quiere dejar algún recado?- Pregunto.

El hombre empezó a registrar su chaqueta y de allí saca un pedazo de papel.

-Dígale a Rosa que el evento se canceló y que espere mi llamada - Dijo sin dejar de mirarme con un semblante serio y después me entrega el trozo de papel - Este mensaje se lo envía su hermana.

Entonces sale de la tienda como otro cliente más.

Por minutos estuve procesando la información. ¿Tía Rosa tiene una hermana?¿Qué evento se canceló? ¿Quién era aquel hombre y que conexión tenía con Rosa? Muchas preguntas pero sin ninguna respuesta.

La tía Rosa nunca mencionó sobre la existencia de una hermana, ni siquiera habla de su familia, Alan y yo pensamos que era una mujer independiente o como diría un experto en animales: Una loba solitaria. Desconozco sobre un evento donde mi tía participara, no niego que ella es una de las principales personas que organiza las actividades recreativas aquí en Aberomth. Jamás en todos mis años viviendo en este pueblo de soledad he visto a aquel hombre azabache y no entiendo la relación que lo une con mi tía. Esto es muy confuso.

-¿Ya terminaste Bea?- Pregunta Alan interrumpiendo mis estresantes confusiones sobre mi tía, nuestra tía, mientras él se quita los guantes y apoya su espalda en el mostrador.

-Aún no, niño - Digo guardando la nota en el bolsillo de mis jeans y terminando de cuadrar- Ahora sí, ya termine.

-Excelente, ¿Qué te gustaría para cenar?- Pregunta. Alan era quien cocinaba los mejores bocados de Aberomth, a excepción de rosa. Ha habido ocasiones donde quise convencerlo de que no estudiara medicina y trabajara en elaboración de alimentos. De niño quiso construir un restaurante familiar, él cocinaba, tía rosa se encargaba de las bebidas y Beatrice (o sea yo) sería camarera.

-No lo sé, ¿Pizza?- Ladeo mi sonrisa mientras me quitaba el pequeño delantar del negocio.

-Bea sabes de sobra que eso que tú me pides no es una cena decente- Me reprime Alan.

-Pues prepara de comer lo que quieras, Alan, tu eres el chef  ¡sorpréndeme! - Sonreímos como niños pequeños. Me hizo recordar una película que Alan amaba: Ratatouille, trataba de una rata que quería cocinar.

-Parece que ya terminaron - En el umbral de la puerta de la bodega se encontraba Rosa con sus brazos cruzados y con una ligera sonrisa mostrando su más blanca dentadura.

Al verla así con sus pantalones cortos y su blusa de tirantes negros, su mirada llena de vida y su gordo cuerpecito, no encontraba conexión con el extraño de chaqueta oscura, rostro de pocos amigos y su delgado cuerpo. No parecía ser del círculo social de Rosa.

-Tía Rosa, un hombre vino y preguntó por ti - Expongo.

Ella se congela, la veía tensa, parece que la noticia le afecto, su expresión era de sorpresa.

-¿Y que dijo?- Preguntó forzando una sonrisa. Primera vez la veo actuando así de nerviosa.

-Dice que el evento se canceló y que esperes a su llamada - Digo.

Rosa desvío su mirada hacia el cristal de las vidrieras, como si fuera lo más interesante. Dudaba si entregarle el pedazo de papel, pero no soy una mala persona y quizás el mensaje sea muy importante, por lo que hice lo suiguiente. Desdoblo el pedazo de papel y leí mentalmente el mensaje.

"Prepárate, la catástrofe se acerca. Gilda Mackenzie".

¿Qué sucede? ¿Qué catástrofe? ¿Acaso tía Rosa tiene secretos que nos involucra a Alan y a mí? ¿Quién era Gilda Mackenzie?

Muchas preguntas se formaron en mi cabeza y tal vez la fuente de todas esas respuestas sea la única persona que nos crío a Alan y a mí como sus propios hijos. Vuelvo a doblar el papel a como estaba.

-Dejó este mensaje de parte de tu hermana - Ella levantó su mirada hasta que sus ojos se posaron en los míos. Yo le extiendo el trozo de papel.

Al tomarlo en sus manos, Rosa leyó el contenido y rápidamente lo arrugó para acto seguido tirarlo hacia el cesto de basura. Alan me miraba con sorpresa. Ambos no sabíamos de la presencia de una hermana de Rosa, y la noticia lo afecto más a él por ser demasiado cercano a ella. Nosotros la miramos con muchas dudas, Alan decepcionado y yo queriendo una explicación de lo que significaba aquel mensaje. Pero primero quiero saber quién es su hermana.

¿Quién es Gilda Mackenzie?

Beatrice: La Nueva Identidad©( Historia Completa)Where stories live. Discover now