Prólogo

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Preguntemos un momento a nuestra conciencia.

-No me dejes - Susurra mi padre, con sus ojos negros como la noche, iluminados por las infinitas llamas.

Siento que el aire no llega con normalidad a mis pulmones por el espeso humo que sale de las lenguas de fuego y sostengo en mi mano mi muñeca, regalo de mi madre, quien la miro desplomada en el carbonizado suelo de madera, débil y ahogada.

¿Cuál es la razón por la que aún seguimos vivos?

-Mamá, no te duermas - Consigo responder con un hilo de voz mientras las lágrimas amenazan con salir de mis ojerosos ojos.

La frágil madera que nos sostiene a los tres siento que cada vez se calienta, se ablanda y se agrieta. Siento demasiado calor en mi cuerpo y el olor de la madera quemándose, causando dificultad en mi proceso de respiración. Mi padre sostiene una de las manos de ella entre las suyas, con miedo a que se convierte en polvo, mientras ella acaricia su rostro de suciedad con el pulgar de su izquierda. Su rostro pálido apenas es visible por los enormes destellos rojos y amarillos.

¿Por qué surgimos en este mundo? ¿Con qué propósito?

-Estaré, bien, cariño. Prométeme que protegerás a mi pequeña, nuestra pequeña - Sus palabras se cortan cuando de repente tose y su boca se llena de un líquido escarlata tiñendo sus labios y desplazándose por su barbilla.

Sin poder soportarlo, las lágrimas salen sin parar, me desmorono sobre ella abrazándola. Sus antes marrones ojos cada vez menos brillantes parecen estar fijos en una ventana del desmoronado salón, hacia la penumbra de la solitaria noche donde la luna completa nos miraba con lástima.

-Bea- susurra y su turbia mirada deja de observar el oscuro cielo para posarse sobre mi humedecido rostro-. Protege a Grace por mí, mi amor.

Al principio no te sabe responder con claridad...

La temperatura de su cuerpo disminuye a pasos agigantados, se vuelve tan frío que el peligroso calor que nos azota no hace tanto efecto y su pecho cada vez se mueve con lentitud. Con las pocas energías que le quedaban para moverse se quita aquel colgante que tanto me ha gustado cada vez que la veía con un vestido nuevo; me lo entrega con temblor a mis manos sudorosas, cubiertas de sangre, su sangre.

-No hables más- dice mi padre aún con las lágrimas en sus mejillas- Pronto saldremos de aquí, juntos - Sonríe.

Miente.

Pero tampoco te sabe mentir.

Sé de sobra que esa fantasiosa verdad, es una cruda y despiadada mentira.

Ella con dificultad le devuelve la sonrisa, una que no volveré a ver, y después, su cara parece congelarse en ese mismo gesto y su respiración se detiene por completo. No se mueve. Esperé un simple movimiento, un suspiro, que solo sea de sus tantas bromas, pero nada. Solo el rostro de la persona que juró proteger su más preciado tesoro.

-No- lloro abrazando a mi padre - Mami, por que.

Me ahogo en las lágrimas mientras siento que unos brazos me envolvían. Mi visión se tornaba borrosa y cada músculo de mi cuerpo era estremecido por el ímpetu de las llamas sin control.

-Salgamos de aquí- susurra mi padre mientras que mi mejilla sentía la humedad de su pómulo -  No podemos hacer nada.

Y solo tiene opciones de dejarte acertijos y desafíos para que tu mismo los descubras.

Una ingenua y profunda parte de mí espera que de repente inhale con fuerza y despierte por una pesadilla, como si no hubiera pasado nada. Que me abrace y me diga que todo está bien. Que podemos salir de este infierno juntas, pero eso no pasa. Me acerco a mi madre y la vuelvo a abrazar, no quiero alejarme de ella, no ahora. Abruptamente, tiran de mi hacia atrás obligándome a soltar el cuerpo ahora sin vida de mi mamá.

-¡No!- grito con desesperación viendo como me alejan cada vez más de su suave crespo castaño y de su rostro, en la que siempre había ardido la llama de la esperanza y felicidad. Un fuego que me mantenía caliente, tranquila y segura, haciendo que piense que eso era mejor que nada.

-¡No!- Me intento zafar, pero los brazos de mi progenitor me contienen. Las lágrimas no dejan de abatir -¡Suéltame!

Te deja obstáculos. Solo porque su verdadero propósito...

Los siguiente que sé es que siento que me cargan y poco a poco me alejaban hasta la única salida de la que antes era mi casa, pero el techo se derrumbó ya estando tan cerca de salir. Mi padre intentando salvarme me lanza hacia la calle y veo como los carbonizados escombros caen sobre él, llevándose a la única persona querida que quedaba, sacando de mí un desgarrador grito seco, uno de horror y miedo.

Es que encuentres el tuyo.

Había perdido a mis padres en un extraño incendio donde no se sabía la causa de su inicio.

Me había quedado huérfana y sola en la calle íngrima y oscura de  un 13 de enero de 2005. Solo me quedaba ver como mi antiguo hogar es consumido y desaparece poco a poco por el fuego.

Después todo explotó.

Beatrice: La Nueva Identidad©( Historia Completa)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ