Huracán violento

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No estuvo consciente durante su recuperación, la mayoría del tiempo el dolor la mantenía desmayada. Cuando abrió sus ojos se sintió en llamas, todo su cuerpo estaba hirviendo, tal vez era fiebre, tal vez eran las medicinas. Olvidó todo cuando unos ojos ambarinos buscaron los suyos luchando por cerrarse otra vez.

Ella no podía moverse, pero un ruidito de agonía y miedo salió de su destruida garganta. Había quedado hecha trizas por los alaridos que el dolor le había hecho soltar.

—No se te ocurra moverte —advirtió la voz de ese hombre atemorizante.

—Me estoy quemando —balbuceó ella.

El rostro de Hurcan se endureció como una piedra, sus ojos fueron hacia la espalda del hada y de nuevo a su rostro empapado de sudor. Neana vio como las manos le temblaron.

—Es la medicina, los curanderos dijeron que esto pasaría, tu piel se está cerrando —explicó, con voz de hielo y acero.

Tragar saliva hizo que su cuerpo entero se retorciera de dolor y eso solo le ocasionó más dolor. Era terrible. Estaba atrapada en el dolor permanente.

Los dedos de Hurcan parecían témpanos contra una de sus mejillas, ella se encogió alejándose del toque.

No me toque —dijo con fiereza, su visión nublándose por la rabia.

—Perdón —el hombre alejó su mano y la volvió puño—. Perdón por no haber podido detenerlo.

Ella no quería escucharlo, quería que se marchara, que desapareciera y no volverlo a ver nunca. Él le había dicho que no tenía que preocuparse, le había dicho que nadie la tocaría, pero había sucedido y esas palabras no detuvieron el azote del látigo contra su espalda desnuda.

—Vete —lloró, cerró sus ojos con fuerza.

No quería mirarlo ni que él la viera llorar.

—Bien —accedió, sin ponerse difícil—. Esto no ha sido tú culpa, es mía y me haré cargo de la responsabilidad. Ten la satisfacción de saber que cuando tus ojos se vuelvan a abrir cada uno de los que te tocó habrá pagado por tu dolor.

El aire le brindó un poco de alivio, ella ya no pudo abrir sus ojos, pero el aire siguió revolviendo su entorno y acunando su cuerpo. Medio inconsciente soñó con un huracán que destrozaba todo lo que tocaba.

El Caballero y el hadaWhere stories live. Discover now