Azotes de ira

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Sintió manos tomando sus extremidades con violencia, fue eso lo que la despertó. Todo se detuvo por un segundo cuando se fijó en quienes tenían sus manos sobre ella, la estaban sujetando, llevándosela. Eran guardianes alados, vestían uniformes como el de Hurcan. Neana los conocía a la perfección.

Pánico genuino le entumeció el cuerpo entero.

—¿Qué pasa? —gimió, su voz no quería cooperar y salir como un sonido entendible. Sin embargo, el alado que estaba más cerca de ella le entendió.

—Fue acusada de usar magia contra Marllorie Thumder —informó los delitos con voz grave—. Será llevada y sentenciada en la plaza de tierra.

Una de sus peores pesadillas se estaba haciendo realidad, deseaba pensar que estaba soñando, pero no podía ser, esto estaba realmente sucediendo. Sonidos estrangulados comenzaron a salir de ella, estaba sufriendo un ataque histérico, antes de que pudieran cubrir su boca ella gritó. Despertó a todo el piso con sus gritos. Hadas no paraban de observarla angustiadas y estremeciéndose.

La hicieron callar con una mordaza de cuero. Lagrimas gruesas resbalaban por sus mejillas y nada importaba, no importaba cuanto hiciera, cuanto suplicaba. La orden estaba dada y no habría milagro que cambiara la verdad.

¿Dónde estaba quien le habría prometido que nada le ocurriría?

Mientras la llevaban a la plaza vio a Persen, él intentaba detener a los guardianes, daba todo tipo de explicaciones que incluían el nombre de Hurcan.

—El capitán no se encuentra en Ciudad Alada ahora para dar su testimonio —rezongó uno de los guardianes, estaba irritado por Persen.

—Exijo que detengan esto si es así. Hurcan es testigo clave de lo que sucedió allí y…

Una mano grande se aplanó contra el pecho de Persen en forma de advertencia, era el guardián, lo miraba con ojos centellantes. Persen tuvo que cerrar su boca de golpe cuando su cuerpo colisionó contra una pared.

no tienes derecho de exigir nada, un delito se cometió aquí y el responsable debe pagar —rugió—. Ten cuidado, la próxima vez recuerda dirigirte hacia tus superiores con respeto.

Persen no se desplomó, pero su rostro ardió y sus ojos fueron acero. Neana vio cómo se enderezaba y sacudía su ropa, cuando sus ojos volvieron a toparse se dio cuenta de que algo había cambiado. Había determinación. Hambre de venganza.

Ella se estremeció entre los brazos de los guardianes.

Fuera de la casa de Vento los esperaba una multitud de curiosos, Neana se sintió desnuda ante todos esos ojos, casi lo estaba, lo único que la cubría era la delgada bata de seda que utilizaba para dormir, ese había sido un obsequio de su hermana cuando se fue de casa. Neana imploró que ninguno de sus familiares estuviera observando.

En la plaza ya estaban situados sus jueces y el demandante. Marllorie Idelalo tenía puesta una capa roja que resaltaba entre las plumas negras de su espalda, su cabello oscuro estaba recogido alto y rígido sobre su cabeza, dándole el aspecto de una guerrera lista para matar. Cuando sus ojos se unieron a los de Neana sonrió.

Fue dejada en el suelo, sus rodillas ladraron de dolor por las pequeñas piedras que se incrustaron en su piel. Tuvo que abrazarse a sí misma intentando reprimir sus temblores, fue estúpido.

—¿Es esta la mujer hada que te atacó? —preguntó un anciano de alas grises.

—Sí, es ella, todos saben que sirve a Hurcan. Ella usó su magia contra mí —declaró con vehemencia.

Las manos de Neana fueron hacia la mordaza y se la quitó, ella también estaba ardiendo.

—Eso no fue todo lo que sucedió —bisbiseó—. Ella me atacó primero, no iba a dejar que me matara —levantó la voz al final, logrando una ola de murmullos en la multitud.

El Caballero y el hadaOn viuen les histories. Descobreix ara