El Caballero y el hada

El alado y el hada

Hubo una vez un hombre que vivía en la Ciudad alada, con enormes alas de plumas plateadas que nacían en su espalda y lo hacían ser uno de los alados más temidos de la ciudad. Lo llamaban el “Caballero”, pero no porque fuera uno, quienes lo apodaron habían encontrado divertido llamarlo como algo que él definitivamente no era. No se molestaba con formalidades, no importaba quien fuera, él era el mejor soldado que pudo haberse formado en esa ciudad y él lo sabía, no iba a perder el tiempo lamiendo las botas de alguien cuando debía ser al contrario. Su temperamento frágil lo hizo un mal que nadie deseaba cerca, su humor espantaba a los suyos, su ego los desaparecía.

Pero era el mejor.

Por esa razón dejaban pasar sus caprichos y soportaban sus tratos humillantes.

Neana era un hada común nacida en los bosques a los pies de las grandes montañas de la ciudad, toda su vida había vivido bajo la sombra de los alados, de sus desprecios y abusos. Fue criada para servirles como cualquier otra hada, eso le habían inculcado, esa era una buena forma de vivir, según los ancianos. Cuando Neana fue enviada a una de las montañas donde residían los grandes alados lo sintió como un gran honor, hasta que supo a quién debía servir.

Hurcan el “Caballero”, su nombre era la palabra que en las viejas escrituras representaba la fuerza de los cielos, Neana conocía su historia, todas las hadas menores lo hacían. Él no respetaba a quienes le servían, las chicas que eran enviadas a él renunciaban a la gloria y preferían regresar a sus pobres inicios donde servían a alados menos importantes.

Pero Neana no era como las demás hadas asustadizas, ella tenía un plan, iba a trabajar hasta que tuviera el dinero suficiente para poder salir de Ciudad Alada, aunque muchos dijeran que era la tierra más hermosa de Drawgie, ella no quería quedarse y servir por siempre.

Y no pensaba dejar que un alado narcisista la hiciera cambiar de dirección.