Sirius Black

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Al día siguiente volvió a acercarse a Camila, la chica estaba sentada en una banquita de piedra en la jardinera. Sirius tomó asiento a su lado y le sonrió un poco. La chica frunció el ceño mientras miraba a Black, no entendía qué tramaba y eso le asustaba un poco.

—Camila, lo siento— comenzó— creo que ayer fui muy agresivo y mi intensión no era molestarte o incomodarte. La verdad es que me gustaría conocerte más, sé que no somos precisamente amigos ni nada parecido pero, por algo se empieza.

Black sonrió esperando algún tipo de respuesta, pero la chica seguía con el ceño fruncido.

—Sirius, en serio que me gustaría creerte... pero no puedo. Tienes una fama que no es precisamente la más admirable y si es algún tipo de juego...— dejó la frase al aire.

—Camila, hablo muy en serio cuando digo que me encantaría conocerte. Puedes confiar en mi.

La chica lo miró con duda, bastante temerosa de caer en algún tipo de trampa. Pero finalmente cedió y asintió ligeramente.

—Bien, tal vez podamos salir algún día a conversar.

Sirius sonrió satisfecho.

—Hay que salir este sábado a Hogsmeade, ¿te parece bien?

—Seguro— habló mientras se encogía de hombros.

Sirius sonrió y se puso de pie para marcharse.

▪︎▪︎▪︎

A Black le generó una ligera sorpresa darse cuenta de que la pasaba de maravilla con aquella chica. Ambos reían y se divertían mucho. No paraban de hablar y escuchaban con mucha atención al otro.

Pasaron alrededor de dos meses cuando se volvieron oficialmente una pareja formal. Todo el colegio sabía que Sirius Black y Camila Bane eran novios.

Incluso Peter, Remus y James comenzaron a llevarse muy bien con la chica. Ella era muy agradable y les era sencillo bromear entre todos.

Sirius se había olvidado de la estúpida apuesta con James. No era capaz de romperle el corazón a la chica que comenzaba a amar con gran intensidad.

Y debido a que a James también le comenzó a agradar mucho la novia de su mejor amigo, no mencionó nada más respecto sobre la apuesta. 

Nada hasta aquel día, casi cinco meses después.

Camila caminaba animadamente por los pasillos rumbo a la sala común, pero detuvo su andar cuando reconoció la voz de su novio.

Estaba por ir en su búsqueda pero se detuvo cuando escuchó que James decía su nombre.

—¿Entonces le dirás a Camila?— dijo con voz queda.

Remus resopló mientras rodaba los ojos, acto que pasó completamente desapercibido por todos 

Sirius dejó salir una risa sarcástica.

—Claro— dijo con ironía— le diré que todo esto siempre fue un juego. Que me retaste a enamorarla y luego desecharla como si nada. Porque yo soy Sirius Black y puedo conquistar a cualquier chica.

—Sirius...— habló James pero no sabía qué decir.

Ahora que su mejor amigo decía aquellas palabras en voz alta, sonaba muy cruel y horrible.

Camila sintió que el aire se esfumaba por completo de sus pulmones. Sintió el pulso en sus oídos y dejó de escuchar todo lo demás. ¿Un juego?

Quería sentirse triste y llorar... pero ni una sola lágrima se asomó en sus ojos. Un gran sentimiento de furia e impotencia la recorrió de pies a cabeza.

Respiró profundamente y se fue de allí. No quería escuchar nada más, no había nada que la pudiera lastimar más.

Aquella noche, la chica estaba sentada en el sillón junto a la chimenea leyendo uno de sus libros favoritos. Levantó la vista cuando Sirius entró a la sala.

Black se acercó a su novia y cuando intentó darle un beso en los labios, esta se giró y los labios de Sirius estamparon contra su mejilla. El azabache frunció el ceño pero prefirió no decir nada al respecto.

Ella continuó leyendo, aún cuando Sirius se sentó a su lado y la abrazó por los hombros. El hombre había comenzado a hablar con sus amigos, por lo que no notó la indiferencia de la chica.

Poco a poco, todos lo comenzaron a notar. Camila se distanciaba de ellos y ya ni siquiera se reía de sus malos chistes.

Esto comenzaba a enfadar a los chicos, y habían decidido enfrentarla. Al principio era una conversación medianamente agradable, donde le preguntaban a la chica si había algún problema pero ella negaba absolutamente todo.

—¡Eres una mala amiga!— le gritó finalmente James.

Todos se quedaron en silencio, Camila dejó salir una risa que desconcertó a los presentes.

—¿Yo?— negó lentamente— Yo no fui la que hizo una estúpida apuesta y jugué con sus sentimientos. No lo traten de negar— dijo al notar que Sirius estaba por hablar— el otro día los escuché en el pasillo. No me importa si todo cambió después... pero me parece muy desagradable que les parezca divertido o entretenido jugar con las chicas de esa manera.

Ninguno se atrevió a hablar.

—Camila...— murmuró Sirius pero ella le dirigió una mirada que lo hizo bajar la mirada de inmediato.

—No quiero volver a verlos nunca más.

La chica se retiró, esta vez un par de lágrimas se deslizaron por sus mejillas pero rápidamente fueron limpiadas.

No valía la pena llorar por personas así.

Camila los evitó el resto del año y los años siguientes, ellos y sobretodo Sirius habían intentado acercarse para remediar las cosas, sin embargo ella se negaba profundamente a escucharlos, no había nada que explicar.

Pasaron algunos años antes de que se volvieran a encontrar, o al menos a Sirius y Remus.

Cuando Dumbledore volvió a reunir a los integrantes, Camila fue uno de ellos. Fue una gran impresión para Sirius volver a ver a su más grande amor después de tanto tiempo.

—Hola, Camila— saludó el hombre cuando todos se marcharon y solo quedaron ellos.

—Sirius.

Se miraron por un momento.

—Sé que ha pasado mucho tiempo pero quería pedirte perdón. Era un adolescente estúpido y siendo adulto creo que aún lo soy. Me arrepiento profundamente de lo que te hice.

Ella sonrió apenas un poco.

—Te perdoné hace mucho tiempo— dijo, sin dejar de mirarlo a los ojos— no me gusta guardar recores... además ahora estoy casada y soy muy feliz.

Sirius sintió que su corazón se encogía dentro de su pecho.

—Casada...— murmuró, pero le costó trabajo decir aquella palabra— felicidades.

Asintió.

—Gracias— bajó la mirada— te confieso que me costó trabajo olvidarte, yo realmente te amaba y no fuiste fácil de superar.

—Yo aún no he dejado de amarte, desde nuestra primera cita... me di cuenta que eras la persona más maravillosa que se había cruzado en mi camino.

—Es poco tarde.

—Sí. Lo es.

Se miraron una vez más, ambos liberaron un suspiro y continuaron con sus vidas. 


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