Capítulo 17

7.5K 544 95
                                    

Algo en mi interior me indicaba que siempre lo había sabido.

Desde mis años de infante aventurera hasta mi adolescencia golpeada por la tragedia, algo proveniente de mis venas me decía que siempre iba a estar protgida, que todo iba a estar bien. En cierto modo, nunca me hubiese sido necesario escuchar aquellas palabras de la boca de Ángel, revelando los verdaderos orígenes de mi madre.

Estaba sentada en el sofá de mi casa al lado de Celeste, quien parecía estar tan sumida en un rincón seguro de su memoria como yo. Mi mente estaba presente, sintiendo cada palabra dicha por Ángel como un tatuaje que quemaba dentro del alma; pero mi cuerpo no respondía a las órdenes que le daba. Se había resignado a permanecer inmóvil, tal y como una vez lo estuve ante el encantamiento de Ariel el vampiro, cuyo engendro aun me mantenía nerviosa, incluso viéndola muerta como estaba.

- ¿No van a decir nada?- escuché decir a Angel, pero no podía responderle. Estaba congelada como una estatua. Fue en cambio mi hermana menor la que rápidamente salió de su conmoción, de aquella fantasía en la que ambas estábamos sumidas.

-Nada de esto es real, es sólo un sueño loco. Una pesadilla o algo-. Celeste comenzó a llorar. Esto era demasiado para ella. Al final de cuentas, no había podido protegerla de los horrores que guarda el mundo exterior. Había fallado como hermana.

-Lo siento por haberles revelado eso de esta manera, pero era ahora o nunca. Ustedes deben estar enteradas de todo ahora que el mal ha entrado en esta casa. Deben estar protegidas, deben estar a salvo-.

-¿A salvo de qué? Hace una hora estaba preocupada porque Rosa estaba muriendo de cáncer y ahora me entero que existen los vampiros, los hombres de luz y que descendemos de una de ellos. ¡Hemos vivido engañadas toda nuestra vida!- Celeste espetó esas palabras con ira y dolor. Estaba consternada y con razón.

Ángel miraba hacia todos lados, tratando de buscar las palabras adecuadas a tal pregunta. Paulatinamente, fui saliendo de aquel estado de shock en el que me hallaba, pudiendo retomar el control de mis dedos, de mis manos, de mi lengua, de mi boca.

-¿A salvo de qué?- repetí la pregunta de Celeste, provocando que tanto ella como Ángel me mirasen.

-De la maldición que cae sobre todo el que posee la sangre Arismendi-. dijo en tono sombrío el protector de nuestra familia, el supuesto vigilante de nuestro bienestar.

Sólo que en ese momento, me sentía de todo menos bien.

-Quiero que me expliques todo, Ángel. Quiero saber qué sucede con nuestra familia y lo que tú tienes que ver en esto. Lo que... lo que mi madre tenía que ver en esto-. espete en un tono cruel, el mismo que había usado Celeste, debido a la desesperación del misterio que cubría como una sombra a mi familia y a todo lo que había ocurrido en mi vida durante el último año.

Ángel se puso de pie del sillón ubicado al lado del sofá y comenzó a caminar frente a Celeste y yo de un lado a otro. Se frotaba las manos y las juntaba frente a su boca, como si estuviese a punto de soltar otra bomba de noticia.

Afuera, la lluvia seguia cayendo como si fuesen baldes de agua y no gotas lo que caía del cielo nocturno. Aquel diluvio habia sido la escena de uno de los momentos mas impresionantes y dolorosos que habia tenido en mi vida. En la vida de ambas, Celeste y yo.

-Era necesario que supieran esto. Como les dije, ahora que el mal ha entrado en la casa, ustedes corren peligro. En especial tu, Rosa-.

-¿El mal?- inquirió Celeste, poniéndose de pie. -¿Te refieres a la mujer vampiro que intentó matarnos?- señaló a la pila sanguinolenta que seguía aún en el suelo lustroso de la casa, manchando su pulcritud perpetua.

Cénit (Sol Durmiente Vol.3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora