Capítulo 6.

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Stefan Deville estaba en la cocina de la hermosa villa blanca de su familia, leyendo con avidez el último de los catorce libros que la reina Alaysa le había entregado en persona cuando él accedió a pertenecer a su aquelarre y rendirle obediencia absoluta.

Ese día al anochecer, Stefan se convertiría de ese momento en adelante en miembro de las brujas del sur al ser convencido por la alta y pálida mujer de que sólo de esa manera sería capaz de vengar la muerte de su hermana gemela. Él no había deseado nada más que eso desde que Sonia había muerto, y juró que buscaría por cualquier medio cumplir con su promesa. 

Si Alaysa iba a ayudarlo, él no tenía otra opción que dejar a un lado sus creencias y sus ideas de que los brujos no nacieron para pertenecer a un aquelarre y que no deben lealtad a ningún rey o reina bruja. Por eso, luego de hacer el juramento del Secreto, bajo el cual no deberá revelar jamás la ubicación del aquelarre a otros, le fueron entregados los catorce libros sagrados del aquelarre de brujas del sur, los cuales debía estudiar minuciosamente si quería aprender los misterios de la magia.

El detalle radicaba en que Stefan ya conocía todo lo que debía saber como un mago principiante, e incluso muchos otros trucos más. A decir verdad, Stefan Deville sabía tanto de magia como cualquier alta bruja de cualquier aquelarre, pero lo que necesitaba de esos libros era una información diferente, algo mucho más importante.

El rubio llevaba allí varios minutos que a él le parecían horas, pues al enorme hombre le aburría sobremanera la lectura. Él pensaba que no había nada mejor que el método práctico, ya que él mismo había aprendido todo de esa forma. Estaba pensando que lo que quería encontrar era tiempo perdido, cuando finalmente leyó un título dentro de aquel ancho y antiguo libro.

'Propiedades de la Sangre Mágica' decía en letras muy elaboradas que fueron escritas con tinta hacía quién sabe cuántos años.

—¡Finalmente!— exclamó triunfante. Los últimos días había estado pensando en aquel encuentro con el aterrador rey brujo del océano del oriente, y el término con el que éste se había referido a su amada Ilana antes de reducirla a una nube de cenizas al incinerarla.

Si tenía suerte, dentro de aquel apéndice podría encontrar lo que estaba buscando; y su "suerte", como él le llamaba a su extraña habilidad de saber cosas que normalmente nadie sabe y hacer hechizos que no había visto jamás, nunca le fallaba.

Cada vez que Stefan terminaba uno de los libros, se obligaba a releerlo sólo para prevenir de no haber descubierto algo. Por eso, se había tardado más de dos semanas chequeando en varias oportunidades los libros. Incluso había pasado noches sin dormir con el afán de saber el significado de "Neamh Mairbh".

De vez en cuando, Stefan miraba hacia la ventana para fijarse en cuánto tiempo le quedaba antes del gran acontecimiento, y desafortunadamente no quedaba mucho. La ceremonia de iniciación comenzaba al ocaso, justo cuando el último rayo de sol cae sobre la tierra, por lo que el hombre se dispuso a leer rápidamente a ver si lograba algo. 

Luego de varios minutos de leer dos veces cada una de las pequeñas líneas que conformaban el texto, Stefan consiguió algo que le llamó la atención pero que no comprendía del todo. En el libro, a pesar de tener sus hojas amarillentas por el tiempo y el uso, se leía claramente la siguiente frase:

"Si un vampiro se alimenta de los hijos de las primeras brujas, debe ser aniquilado por alguien del mismo linaje."

Haciendo una retrospectiva de la familia Deville, ellos presumían de descender de un aquelarre de brujas de Galia, una tierra anterior a como se encuentra distribuida geográficamente la Europa moderna, incluso anterior a la época de la conquista romana. Su linaje, según lo que le había mencionado su padre, se remontaba a los adoradores de los antiquísimos dioses de la naturaleza, los que consideraban sagrados a los árboles y a toda especie viva.

Cénit (Sol Durmiente Vol.3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora