Capítulo 15

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Aún la sangre de Laura la vampiro estaba caliente en el piso cuando me había enterado de una realidad incluso más irracional que lo que ya sabía. Ángel, el chico que me había enamorado cuando apenas era una adolescente, el que me había salvado de ser arrollada por un camión cuando no tenía idea de lo valiosa que era la vida y lo fácil y rápido que podía acabarse, cuando la tristeza no había tocado a mi puerta, era uno de ellos.

--Esto no puede ser verdad. Ángel, dime que estoy soñando. Que esto es una pesadilla o que terminé de enloquecer.-- dije en una voz aparentemente calmada. Mis labios temblaban ante cada palabra que pronunciaba pues la verdad aún mi mente no procesaba lo que había sucedido minutos antes.

Ángel se había convertido en una especie de faro brillante, emitiendo una luz tan poderosa que había incluso asesinado a la peligrosa inmortal que había dejado entrar tan ingenuamente a mi casa, para luego revelar que era el protector de los Arismendi, de mi familia.

--No es así, Rosa.-- admitió Ángel, con un atisbo de vergüenza en el rostro perfecto, un rostro moreno que irradiaba una luz blanca tan leve que era casi imperceptible. Con razón eran muchas las veces en las que me parecía que Ángel tenía cierto "brillo" a su alrededor, pero supuse que era simplemente porque se trataba de una persona positiva, de esas que opinan que el pasto siempre era verde de ambos lados de la cerca.--Lamento tener que revelar esto tan repentinamente y así de golpe, pero no tuve alternativa. De no haberme aparecido, habrían asesinado a Celeste y luego a ti. No podía permitir que eso ocurriera cuando yo mismo estaba aquí para impedirlo.--

Mi mirada pasaba con rapidez de la pila sanguinolenta que antes solía ser Laura, la redactora de la editorial que intenó asesinarme luego de haber sido convertida por Ariel en un monstruo sediento de sangre al igual que él; a Ángel, quien se había limitado a verme con aprehensión, como estudiando lo que estuviera haciendo o a punto de decir para encontrar una respuesta razonable. Sólo que todo lo que estaba sucediendo no tenía nada de razón.

Tan sólo esa misma mañana, Ángel me había acompañado a la cita con el médico a revisar qué tan avanzada se encontraba mi enfermedad, pero ahora lo que menos tenía en mente era el cáncer ni los estragos que había hecho en mi cuerpo, mucho menos el moretón tan enorme que se me había formado en el brazo luego de la embestida de Laura que me lanzó sobre la mesa del comedor. Mi cerebro se encontraba tan aturdido como en esa noche en la que mi mundo tal y como lo conocía dio un giro inesperado.

¿Conocía mi mundo? ¿Acaso era tan ciega como para no darme cuenta?

Si me ponía a pensar, entonces nunca había entrado a ese mundo sobrenatural porque ya me encontraba sumergida en él desde que tenía quince o dieciséis años.

--Espera un momento, ¿cómo que estabas aquí?-- inquirió Celeste en una voz tan aguda que se me antojó frenética. Por un instante, había olvidado que ella había sido tan testigo como yo de lo que acababa de suceder en la tranquila sala de estar de nuestra casa.-- Cuando yo salí de mi habitación, tú ya no estabas aquí. Apareciste de la nada.--

Ciertamente, Celeste había notado ese detalle. Era una Arismendi, después de todo. Era difícil que un suceso así de impactante se borrase de nuestras mentes así como así, incluso usando magia.

--Nunca me fui. Siempre estuve en la sala, sólo que... bajo otra apariencia.-- dijo Ángel, suspirando con intensidad luego de tales palabras.

--¿Podrías explicarte?-- inquirió Celeste de manera amenazante, mientras que lo único que pude hacer yo fue asentir a su pregunta.

Ángel nos pidió que nos sentáramos en el sofá, y luego de algunas quejas de parte de mi hermana, finalmente le tomé por el brazo y ambas lo hicimos.

Cénit (Sol Durmiente Vol.3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora