Seremos eternos.

By albardelamo

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Ella sueña con que sus historias sean leídas. Él desea que sus canciones sean reproducidas en todas las radio... More

¡Bienvenidos/as!
Prólogo.
-
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7
Capítulo 8.
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25.
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32.
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43.
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50.
Epílogo.
SEREMOS ETERNOS EN FÍSICO.

Capítulo 28

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By albardelamo

PARTE 3: CUANDO  LE PERDÍ. 

1 AÑO DESPUÉS.

-Tranquila, todo va a ir bien. -Intentó tranquilizarme mi madre, mientras me daba un último abrazo. Tan solo quedaban unos pocos minutos para que el evento empezase y estaba tan nerviosa que no había dejado de temblar desde que había salido de la cama aquella mañana; no había podido dormir nada.

-¿Y que pasa si no hay nadie, si nadie ha venido a verme? ¿Qué pasa si salgo ahí fuera y solo estáis vosotros y Martha? ¿Qué pasa si algo el ridículo?-Pregunté preocupada, realmente pensando que aquello era lo que iba a suceder. Me había estado imaginando ese día durante las últimas semanas y toda clase de escenarios se habían pasado por mi cabeza y el más repetitivo era el más doloroso; el del fracaso total.

Mi madre sonrió con ternura y acarició mi pelo al mismo tiempo que mi padre ponía su mano en mi hombro, dando un ligero apretón en este. Había estado viéndolos con regularidad, ellos habían venido a visitarme y yo había ido a de vez en cuando a casa; esta vez sin mentiras de ningún tipo y al hacerlo me di cuenta de lo equivocada que había estado todo ese tiempo, del sufrimiento tan tonto que yo misma me había provocado sin sentido; ellos me habían apoyado y lo harían en cualquier cosa.  Y ellos también se habían sincerado conmigo: me habían hecho saber  ya no estaban juntos, que el amor se había acabado pero que aun así se llevaban mejor ahora que antes como si su destino hubiera sido el de ser simplemente amigos.  Aun así, habían venido uno junto al otro para estar conmigo en ese día tan especial.

-Eso no va a pasar. -Se quejó mi padre.

-Y si llegase a suceder, de todas formas estarán las personas que te quieren y te apoyan, chica. -Agregó Martha que se había mantenido en silencio durante todo ese tiempo; se me hacía algo raro que estuviera ahí conmigo y con mis padres pero al mismo tiempo se lo agradecía.

-¿Y tu eres una de esas personas, Martha? -Le pregunté con un cierto toque de diversión en mi voz, intentando disimular lo emocionada que aquello me hacía sentir.

-Por supuesto que si. -Gruñó, casi indignada por la pregunta. Con el paso del tiempo la mujer con la que apenas soportaba pasar unas horas en el trabajo había pasado a convertirse una gran amiga, algo que en ese momento no me sobraba. -Pero solo porque te vas a convertir en una famosa escritora con mucho dinero. -Bromeó, guiñándome un ojo con complicidad. 

Segundos después mientras los tres aun seguían intentando tranquilizarme, una de las empleadas del centro comercial se acercó a mi y me preguntó si ya estaba preparada pues el evento empezaría en breve. No serviría de nada decirle que en realidad no lo estaba para nada, que en realidad tan solo quería salir corriendo de allí, por lo que simplemente asentí con la cabeza y tanto mis padres como Martha se fueron para coger sitio fuera, dándome un último abrazo y volviendo a repetir que todo va a ir genial. 

Confía en ti misma y todo irá bien. Tu puedes hacerlo. Habían sido las palabras de una de las personas más importantes de mi vida. Intentaba aferrarme a ellas a cada momento, me las repetía a mi misma cada día.

Aproveché el poco tiempo que me quedaba para dirigirme a la estantería que había intentado ignorar desde que había entrado en la sala. Lo había visto de inmediato, había visto esas filas llenas de discos, las tres figuras tan conocidas que aparecían en la portada, las cuales parecían estar mirándome en aquel momento. Mi mirada se posó sobre todo en el del medio y a pesar de que tan solo se trataba de una simple fotografía, consiguió acelerar mi pulso; incluso con una imagen conseguía hacerlo. Vi sus ojos azules, su pelo como siempre revuelto, la guitarra colgada colgada a su hombro y la expresión seria en su rostro que parecía intimidar a la cámara, que incluso conseguía intimidarme a mi. Danna mantenía la misma expresión seria y en Olly se podía ver como estaba a punto de soltar una de sus grandes sonrisas; el día después de aquella sesión mi amigo me llamó para contarme como tuvieron que repetir aquella foto una y otra vez pues ninguno era capaz de mirar a la cámara con ese toque de misterio que el fotógrafo les pedía. Me reí con el al imaginarme la escena y deseé con todas mis fuerzas el haber estado presente, el haberlos visto intentando mantenerse serios, el ver como explotaban en risas siendo incapaces de hacerlo. Pero hacía ya un tiempo que había dejado de estar involucrada en sus planes, entre sus logros. Solo me quedaba observarlos desde la distancia, como todos los demás hacían.

Ya no eran los teloneros de otros grupos; ahora era suya la gira, ahora eran ellos los que tenían teloneros. Se habían convertido en la banda de rock del momento, eran la sensación, las personas de las que todo el mundo hablaba. A veces me costaba asumir que en un momento habían sido mis mejores amigos, que el chico por el que todo el mundo suspiraba me había dicho te quiero no mucho tiempo atrás, que las canciones que toda esa gente cantaba a gritos hablaban sobre mi, que habían sido escritas para mi.

Nunca me sorprendió lo famosos que se habían hecho, me hubiese sorprendido mucho más que no lo hubiesen sido. Lo que si me seguía sorprendiendo fue la rapidez con la que todo sucedió. Oliver había cumplido su promesa: se había ido, había tocado todos sus conciertos y había conseguido que la gran mayoría conociese su nombre. El lo había conseguido, mi Oliver lo había logrado y aun así, la tristeza no me había abandonado desde el día en el que lo dejé en el aeropuerto.

Pero estaba orgullosa, orgullosa de el, orgullosa de Danna y Olly por lo que me fue imposible no sonreír al ver aquellos discos en las estanterías, con un cartel de lo más vendido encima de estos. Dolía el haberlos perdido, el saber que ya nunca podía volver a los tiempos de antes pero también estaba feliz porque era lo que merecían, era como debía de ser.

Ahora, mirando su fotografía en aquel disco, observando sus ojos que hacía ya demasiado tiempo que no tenía delante de mi, podía recordar todos y cada uno de los momentos que habíamos pasado juntos, como si hubieran sucedido hace tan solo un par de días atrás. Así se sentía a veces, como si el tiempo no hubiese pasado cuando en realidad lo había hecho, cuando cada día sin el había pesado demasiado.

Habían pasado siete meses desde la última vez que le vi. Le había visto cada vez que había venido a la ciudad aunque tan solo tenía un par de días para quedarse. Fue en verano cuando al mandarme un mensaje avisándome de que estaría tres días en casa cuando dejé de contestarle por mucho que me rompiese el hacerlo y me fui de vuelta con mis padres para así no verlo dr ningún modo.

Dolía demasiado pasar dos días maravillosos con el para luego volver a tener que despedirme. No creía ser capaz de aguantar ni una despedida más porque al irse, me dejaba mucho más destrozada que antes.

No se si hubiera hecho otra cosa de haber podido volver a atrás. Viéndolo ahora, no se si tomé la decisión correcta; cualquiera me hubiera dolido de todas formas. Pero me costó dejarle ir, me costó dejar de contestar sus mensajes, dejar correr sus llamadas cuando lo único que deseaba era escuchar su voz y aun así, sentí que era lo necesario en aquel momento. Quizás me equivoqué, puede que lo hiciese, pero tampoco podía pasar toda mi vida pegada a un teléfono, esperando tan solo los pocos días que viniera a verme para sentirme así un poco más viva. Tenía que aprender a vivir sin el y lo estaba consiguiendo, a pesar de esa opresión que aun sentía en el pecho cada vez que pensaba en el, que aun solían ser demasiadas horas al día y es que, el no estaba a mi lado pero estaba en todos los sitios; Internet, televisión, campañas publicitarias... ¿cómo se supone que iba a olvidarlo?

Seguía mirando el disco cuando oí como Linda, la mujer de la editorial, me indicaba que era la hora. Volví a mirar la fotografía, esa vez mirando a Oliver directamente, como si el pudiera verme, como si el estuviera conmigo aunque lo cierto es que sentía que a pesar de todo, siempre lo estaba.

-Todo esto es gracias a ti. -Susurré y sonreí.

No quería ni pensar en la imagen que podía dar al estar hablándole y sonriéndole a una simple fotografía pero lo cierto es que me sentí mucho mejor después de hacerlo.

Cogí aire y lo solté, sintiéndome aun aterrada, sin saber que podía salir de todo aquello pero siguiendo andando hacía la puerta de todas formas.

-Estoy bastante nerviosa. -Le confesé a Linda cuando me encontré con ella. Me sonrió con ternura.

-No te preocupes, es lo normal. Pero tranquila, todo va a ir genial.

Entonces todo pasó demasiado rápido; yo me centré en sonreír, en intentar no temblar y en hacer todo tal y como había visto a otra gente hacer antes. En la mesa había una pequeña torre con libros, los cuales tenían mi nombre en su portada. No recuerdo demasiado como transcurrió el evento pues creo que no fui realmente consciente de lo que estaba sucediendo hasta que terminó, como si mi mente se hubiera bloqueado en ese tiempo y mi cuerpo estuviera actuando por puro impulso. Se que me presentaron, que me senté en una pequeña silla y que la gente comenzó a sentarse en las que había delante de mi, mucha más gente de que la que había imaginado. Martha y mis padres me miraban con una sonrisa y a pesar de lo mucho que significaba para mi tenerlos allí, no puedo negar que sentí un doloroso vacío en mi interior pues los ojos azules que había estado esperando ver llegado ese momento, no se encontraban presentes; pero yo tampoco los merecía, no después de haberle apartado de mi vida.

La presentación comenzó y fue mucho mejor de que en un principio creí. La gente parecía estar interesada en mis respuestas, hubo preguntas de todo tipo e incluso alguna que otra risa. Comencé a sentirme más relajada según pasaba el tiempo y me quedé con ganas de más cuando esta terminó.

Cuando comencé con la firma de libros sentía como si todo eso no me pudiera estar sucediendo a mi, como si le estuviera ocurriendo a otra persona que si lo mereciese realmente; aun en un día tan importante como aquel, mi parte auto destructiva intentaba hacerme sentir como si no fuera merecedora de ello, como si todo fuese un error. Hice todo lo posible para intentar que no me fastidiase el momento.

Sonreí a todos los comentarios que me hicieron, intenté que la firma que había estado practicando los últimos días quedase igual en todos los libros y fracasé en el intento. Y a pesar de los nervios, de las respuestas tontas que pude dar en algún momento y de que sentía como todo a mi alrededor daba vueltas sin parar, disfruté de cada segundo, sintiéndome por primera vez en mucho tiempo, feliz.

Todo iba bien, todo iba perfecto. Me dije a mi misma que nada podía ser mejor.

Y entonces pasó.

Sentí como si algo dentro de mi me estuviese diciendo que levantase la vista. Como si alguien estuviese gritando en mi oído para que mirase hacía el frente, hacía la persona que se encontraba de pie, apoyada en la pared con los brazos cruzados, sujetando mi libro y mirándome con una sonrisa, con los ojos rebosando de orgullo. Esos mismos ojos azules que aun seguían dejándome sin aliento, los mismos que me habían mirando desde la fotografía minutos atrás. Los mismo que hacía tantos meses no había vuelto a ver en persona.

Sus ojos azules, su pelo despeinado, su chaqueta de cuero y su media sonrisa. Todo el estaba delante de mi.

Oliver estaba ahí.

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