Seremos eternos.

By albardelamo

862K 7.3K 1.9K

Ella sueña con que sus historias sean leídas. Él desea que sus canciones sean reproducidas en todas las radio... More

¡Bienvenidos/as!
Prólogo.
-
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7
Capítulo 8.
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11.
Capítulo 13
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25.
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32.
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43.
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50.
Epílogo.
SEREMOS ETERNOS EN FÍSICO.

Capítulo 12.

17.2K 130 35
By albardelamo

No se cuanto tiempo estuve en aquella azotea. Puede que hubieran sido unas cuantas horas o tan solo unos pocos minutos. Hacía una noche maravillosa, algo injusto pues mi humor no me hacía dejar disfrutarla. La altura me aterraba pero aun así, no podía apartar la vista del suelo.

-No me digas que estás pensando en tirarte porque en ese caso, no sabría si convencerte de que no lo hicieras o saltar justo después de ti. -Oí como una conocida voz decía a mis espaldas. No me hizo falta que me diera la vuelta para saber de quien se trataba, pero aun así me giré tan solo para ver a Oliver acercándose hacía mi. Sonreía pero no de la forma en la que el solía hacerlo, o al menos a la que me tenía acostumbrada. La sonrisa que me dirigió aquella noche no había llegado a sus ojos.

-No iba a saltar. -Respondí cuando el se situó a mi lado, intentando ignorar el suave cosquilleo que aquello provocó en mi cuerpo. Ambos estábamos mirando hacía el suelo, quizás preguntándonos como sería el saltar, lo que se sentiría al dejar caer tu cuerpo, lo que pasaría por tu cabeza minutos antes de que este se estrellase contra el suelo. -Aunque ahora que lo dices, la idea de saltar no suena nada mal. -Bromeé y por el rabillo del ojo pude ver como el sonreía un poco.

Entonces el me miró.

-¿Un mal día?

-En realidad, hace mucho que dejé de saber lo que es tener un buen día. -Confesé, arrepintiéndome al instante de hacerlo, de haber sido tan sincera. Oliver soltó un ligero suspiro.

-Creo que puedo llegar a entender lo que es eso. -Murmuró y creo que fue el tono de voz que usó lo que me hizo girarme para mirarle, esa tristeza que parecía haber en esas simples palabras. Tan solo me hizo falta observar sus ojos para ver que esa aparente tristeza también estaba reflejada en su rostro.

Nos quedamos en silencio durante unos segundos.

-¿Quieres hablar de ello? -Preguntó y negué con la cabeza.

-No, la verdad es que no. -Aunque una pequeña parte de mi deseaba lo contrario. Hablar de Santi, de mi vida en general era algo que no me apetecía hacer con Oliver pero al mismo tiempo, sentía esa necesidad de dejarlo salir de mi pecho.

Volvimos a quedarnos en silencio, supongo que ambos hundidos en nuestros propios pensamientos los cuales eran demasiado ruidosos.

-No te he visto en la fiesta. -Comenté pasado unos segundos. A pesar de que solo podía ver su perfil, pude notar como una traviesa sonrisa comenzaba a formarse en su boca. Pero seguía faltando algo.

-¿Así que has estado buscándome? -Preguntó lo que me hizo sentirme algo irritada y a la vez aliviada al ver que el Oliver que conocía había vuelto. No pude evitar sonreír.

-Ya te gustaría. -Respondí, aun sabiendo que aquello era justo lo que había hecho. -Simplemente me preguntaba por qué no no estabas en el cumpleaños de tu amigo y por qué ahora, en vez de estar en la fiesta divirtiéndote como todos los demás, te encuentras aquí conmigo hablando sobre si tirarnos o no de la azotea.

En su cara se formó una divertida mueca.

-Diciéndolo así, suena bastante deprimente.

-Es bastante deprimente. -Le corregí.

Ambos soltamos una pequeña carcajada.

-Disfruto estando aquí hablando contigo, Jane. -Comentó. -Lo prefiero mucho más que esa fiesta.

Estoy segura de que Oliver ni si quiera fue consciente de lo que esas palabras me habían hecho sentir. Era probable de que simplemente estuviese jugando, de que ese fuera tan solo uno de sus tantos juguetones comentarios pero aun así, mi corazón latió demasiado rápido.

-Venga ya. -Solté, rodando los ojos. No tenía ninguna duda de que yo, probablemente, era una de las personas más aburridas del mundo.

-Hablo en serio. -Se quejó el, su rostro volviéndose ahora algo más serio.

Alcé mis cejas al oírle.

-Vaya, si que tienes que estar mal para pensar así. -Intenté bromear de nuevo pero esa vez, no vi ninguna sonrisa por su parte. No se por qué me atormentaba tanto verle de esa forma, por qué me preocupaba saber que había cierta tristeza en el, por qué me inquietaba no verle sonreír. Así que al final, no pude evitar preguntarlo, sabiendo que no me quedaría tranquila si no lo hacía. -Oliver, ¿estás bien? Es cierto que tu sonrisa me suele poner de los nervios, pero en estos momentos, incluso la echo de menos. -Añadí eso último en un mísero intento de hacerle reír, aunque tan solo fuese un poco, aunque tan solo lo hiciera para darme el gusto. Lo acaba haciendo, pero esa sonrisa que me muestra es tan triste que casi deseé no haberla visto.

El suspiró.

-No me gusta hablar de mis mierdas, ¿sabes?

-A veces es bueno hacerlo. -Le hago saber, sintiéndome una terrible hipócrita pues yo era la primera en encerrar dentro de mi todo lo que me ocurría. -Hagamos una cosa -comienzo a decir y veo como la curiosidad despierta en el, -yo te cuento una cosa sobre mi, una confesión importante sobre mi vida y a cambio, tu me cuentas otra. De esa forma, ambos habremos compartido alguna de nuestras mierdas. -Y en realidad, no se si hice eso en un intento de ayudarle a el o de ayudarme a mi.

Fue el ligero brillo que vi aflorar en sus ojos lo que me hizo saber que la idea le había convencido, que incluso le había gustado.

-De acuerdo, empieza tu.

-¿Y por qué no empiezas tu? -Pregunté, nada más que por llevarle la contraria.

-La idea has sido tuya. -Me recuerda y no se lo puedo negar.

-Está bien. -Acepté. -Pero si ves que me estoy enrollando demasiado, que digo más de la cuenta o que quizás me pongo algo dramática, me cortas ¿vale?

El sonríe.

-No prometo nada.

Dicen que por la noche somos más vulnerables, que hace que nos abramos más. También dicen que hay ciertas personas con las que es más fácil hablar, que te transmiten la confianza suficiente como para contarle lo que quizás no habías hablado con nadie. No se cual fue la razón que hizo que me abriese tanto en ese momento, no se si fue la noche, Oliver o la necesidad de que alguien me escuchara. Quizás fuese una mezcla de todo ello.

Tardé unos instantes en hablar, sin saber muy bien como empezar, sin tener del todo claro que era aquello que quería decir, que quería que supiese.

-Odio el punto en el que mi vida está en estos momentos, ¿sabes? -Confesé al fin y una vez haberlo dicho en voz alta, sentí que se hacía más fácil seguir. -Me siento un fraude, una fracasada que iba a ser muchas cosas pero que al final acaba haciendo nada. Siento que soy insuficiente, que me he quedado estancada, como si todo el mundo avanzase menos yo y... no se, supongo que me siento frustrada por mi vida, por el giro que esta ha pegado y por lo mal que me siento aun cuando se que probablemente todo es por mi culpa.

Me obligo a dejar de hablar pues sentía que ya había dicho demasiado a pesar de que creía que podía decir mucho más, que podría hablar realmente durante toda la noche.

-No eres insuficiente. -Oí como murmuró Oliver y la sinceridad que parecía haber en sus palabras me desarmó un poco y creo que por eso no quise escucharle decir nada más; por miedo a acabar derrumbándome.

-No te cuento todo esto para que me animes o me digas lo que quiero escuchar, Oliver. Se muy bien como son las cosas.

-Creo que no tienes ni idea de como son las cosas en realidad, Jane. -Replicó el, mirándome directamente a los ojos, los cuales seguían siendo de un azul tan intenso que aun podían ser visibles en la oscuridad de la noche.

Lo único que pude hacer fue agradecerle como agradecimiento, porque en realidad, cuando me miraba de esa forma, cuando mis ojos se encontraban con los suyos durante tanto tiempo, de esa forma tan sincera y directa, me sentía incapaz de pronunciar palabra. Por eso desvié de nuevo mi vista hacía el frente, hacía la ciudad.

-Esta mañana he discutido con Santi. -Solté, sin saber muy bien por qué. -Me ha dicho todo lo que pensaba de mi, todo lo que yo ya pensaba de mi misma en realidad. Y sin embargo, escucharlo de el ha hecho que me destrozase aun más. Creo que las verdades sobre uno mismo duelen más cuando vienen de alguien que se supone que te quiere, es como si se hicieran más real.

Sabía que Oliver me estaba mirando pero aun así, me negaba a mirarle de vuelta.

-¿Que es lo que te ha dicho? -Preguntó, pero yo me limité a sonreír sabiendo que no iba a responder a ello.

-Creo que ya hemos hablado bastante de mi. Es tu turno. -Ahora fue el quien se soltó un suspiro y creo que se arrepintió enseguida de haber aceptado aquella idea mía.

-De acuerdo. Pero antes que nada, no se que es lo que te habrá dicho tu novio, pero estoy bastante seguro de que no es real.

No me molesté en rebatirlo, en decirle que si lo era, que en realidad lo tenía bastante asumido, pues nada de lo que Santi me había dicho era nuevo para mi; estaba bastante segura de que nadie podría decirme algo más cruel de lo que yo ya me decía a mi misma la gran parte de los días.

Ahora era el turno de Oliver de hablar y noté como le costaba empezar.

-Sabes, antes cuando te he dicho que disfrutaba más estando aquí contigo que en la fiesta, no mentía. Pero esa no es la única razón por la que me es imposible estar en cualquier fiesta en estos momentos. -Guardó unos segundos de silencio. -Joder, incluso salir de casa, sonreír o hacer vida normal se me hace injusto, algo que no debería de hacer.

Esperé á que continuase hablando, a que se sintiese preparado para seguir. Creo que podía haberme quedado toda la noche allí en silencio, a su lado, esperando. Oliver parecía estar a punto de dejar caer sus muros y no podía permitir que alguna palabra que dijese hiciera que estos subieran de nuevo.

-Hoy hace tres años de la muerte de mi madre. -Soltó por fin y creo que todo mi cuerpo se congeló con aquellas palabras. -Es irónico, ¿verdad? El mismo día en el que cumple años mi mejor amigo, una de las personas más importantes de mi vida, también es el mismo día en el que perdí a la más importante de todas. -Aquella reflexión hizo que se me rompiese el corazón. En el ambiente se instaló un doloroso silencio; el no me miraba pero yo no podía dejar de hacerlo.

-¿Olly lo sabe? -Pregunté aunque ya sabía la respuesta. Estaba completamente segura de que el hubiese sido incapaz de montar toda esa fiesta si hubiera sabido todo por lo que estaba pasando Oliver.

El negó con la cabeza.

-Se que si lo hiciera, si ahora mismo bajase y le dijera todo esto, no tardaría ni cinco minutos en mandar a tomar por culo a toda esta gente y que estaría conmigo, aunque tan solo fuese para estar a mi lado durante todo el tiempo que fuese necesario.

-Lo se. -Murmuré, sabiendo que el corazón de Olly no había cambiado con el paso de los años, y que en su lugar, este se había ido haciendo más grande.

-No quiero joderle su día, pero tampoco soy capaz de estar allí y hacer como si nada sucediese, como si mi vida no se hubiese destrozado tres años atrás. Y hoy es tan solo un pequeño recordatorio de ello.

No sabía que decir, no creía tener las palabras adecuadas para aquel momento. Hubiese dado lo que fuera por intentar consolarlo en aquel momento, por hacer lo que fuera por hacerle sentir aunque fuese un poco mejor, pero sabía que no había ninguna manera, que no había nada que hacer o decir.

-¿Que pasó? -Pregunté casi sin querer, no creyendo que fuera lo adecuado pero al mismo tiempo siendo incapaz de controlar esa curiosidad.

Cuando no creí que fuera a contestar, lo hizo.

-Ella... ella estaba enferma. Le habían diagnosticado con bipolaridad años atrás pero parecía estar bien, tenía su mediación, sonreía, trabajaba y todos creíamos que estaba bien. Se supone que estaba bien. -comenzó a decir pero pareció ser como si su voz se hubiera agotado. Aun así, hizo un esfuerzo, carraspeó un poco la garganta y continuó. -Mi madre se suicidó. -Volvió a hacer una pequeña pausa. -Yo no estaba en casa en ese momento. Estaba de fiesta, totalmente borracho, fumando, bailando, riendo sin parar mientras mi madre se tragaba una pastilla tras otra, cada una quitándole un poco más de vida. -Parecía haber cierto toque de rencor en sus palabras, un rencor que no sabía si iba dirigido a su madre por haber hecho lo que hizo o hacía si mismo por no haber podido impedirlo.

-No podías haberlo sabido. -Intenté consolar aun sabiendo que era en vano. -Háblame de ella. -Le pedí. -Cuéntame como era.

No se por que le pedí aquello. Tenía la sensación de que aquel tema era uno del que Oliver no había hablado con nadie, lo creía por la manera en la que aun le dolía sacarlo a la luz, como si lo hubiese enterrado dentro de si mismo. Quizás hablar de ello, recordarla, evocar su recuerdo le ayudaría.

Y parece que lo hizo por la sonrisa en la que se mostró en sus labios, como si el rostro de la mujer se le hubiese aparecido.

-Era una buena mujer, la mejor madre del mundo y la mejor persona que pudiese llegar a conocer. Le habrías caído bien, estoy seguro. Le encantaban los libros, igual que a ti y también devoraba las historias románticas, sobre todo las antiguas. Cuando supe tu nombre, no pude evitar pensar en ella y en como te hubiese envidiado.

-Jane Eyre. -Murmuré con una pequeña sonrisa y vi como su mirada se iluminaba. El asintió.

-Tenía una edición muy antigua de ese libro... creo que lo quería más que a mi. -Ambos soltamos una pequeña risa ante ese comentario.

-Bueno, no podría culparla por ello. -Bromeé y escuchar de nuevo su risa me pareció una de las cosas más gratificantes. De forma juguetona, Oliver me pegó un suave empujón con su hombro y no pude evitar pensar en lo cómoda que me sentía con su compañía.

Me siguió hablando de ella; de la manera en la que se reía con su programa favorito de la televisión, del tipo de música que cantaban a gritos cuando iban en el coche, de las golosinas que le llevaba cada día al recogerle del colegio y de la forma en la que le agarraba de la mano cuando iban por la calle, incluso cuando el comenzaba a hacerse mayor y le avergonzaba por ello. Tras sus palabras había una mezcla de amor, dolor y añoranza y mientras le escuchaba, creo que pude sentir yo también todo eso, a pesar de que ni si quiera había podido conocerla.

-No suelo hablar de ella con nadie. -Reconoció al fin.

-Supongo que te duele hacerlo pero también viene bien ¿no?

Su sonrisa fue tan triste y al mismo tiempo verdadera que no se si me rompió o me recompuso.

-Si, tienes razón. -Suspiró. -Siempre digo que lo he superado, que ya no duele como antes pero creo que solo me intento convencer de ello, porque el dolor no se ha ido, se ha hecho mucho más intenso y es entonces cuando me doy cuenta de que no lo he superado para nada y que no creo que lo haga nunca.

Y lo noté. Noté sus ojos llorosos, llenos de lagrimas que el se negó a dejar salir. Bajó la mirada y sin apenas pensar en ello, posé mi mano encima de la suya y recuerdo haber sentido su toque incluso horas después, cuando yo ya me encontraba en la soledad de mi casa.

-Eh, no pasa nada. -Con mi pulgar, comencé a hacer pequeños círculos en su piel. Sabía que estaba haciendo un gran esfuerzo por no llorar, por no romper en llanto y dejar salir todo lo que sabía que aun quedaba dentro de el, pero sabía que no lo haría, quizás porque al igual que yo, era de esas personas que se negaban a que los viese llorar. Quizás sería tiempo después, en la oscuridad de su habitación cuando lloraría hasta quedarse dormido. Fue viéndole tan roto, cuando aquella canción que había escuchado en el parque un par de semanas atrás vino a mi cabeza. No había vuelto a oírla, seguía sin saber de donde o quien había salido pero no había podido sacarla de mi mente.

Incluso me había pasado alguna que otra noche por el mismo lugar deseando encontrar a aquel desconocido, pero no había servido de nada.

-A veces, el corazón necesita llorar y eso está bien. -Cité, con cierta timidez. Oliver pareció sorprendido al escucharme. -La frase no es mía, la escuché por casualidad. -Expliqué y junto a esa sorpresa se sumó cierta curiosidad por parte de el.

-¿Donde la escuchaste? -Preguntó.

-En una canción que oí hace un tiempo. Es extraño, pero es una canción que no he podido sacar de mi mente y eso que tan solo la he escuchado una vez.

-¿Era una buena canción? -Preguntó y no pude evitar sonreír al recordarla. Deseé poder volver a escucharla, aunque tan solo fuese una vez.

-La mejor canción del mundo. -Aseguré, sin ningún tipo de duda.

No se cuanto tiempo seguimos allí. Hablando de lo que nos dolía, riendo de vez en cuando, disfrutando del silencio otro tanto. Lo que si se es que el no apartó su mano de la mía y que yo tampoco lo hice.

Si me preguntasen cuando empezó todo entre Oliver y yo, diría que fue esa noche, en esa azotea en la que nos abrimos tanto el uno con el otro. O quizás lo nuestro ya había comenzado hace mucho atrás, desde el primer momento en el que nuestras miradas se cruzaron. No lo se, pero se que esa noche cambió algo, que nos cambió.

Volvería a esa noche una y otra vez. 

Continue Reading

You'll Also Like

1.6M 116K 84
Becky tiene 23 años y una hija de 4 años que fue diagnosticada con leucemia, para salvar la vida de su hija ella decide vender su cuerpo en un club...
207K 18.6K 34
Hyunjin es el chico más guapo y coqueto de la preparatoria, Felix es un chico estudioso y el líder del club estudiantil. ¿Podrá Hyunjin lograr que Fé...
799K 40.8K 35
Melody Roberts es una chica muy sencilla, no es muy sociable y solo tiene una mejor amiga. Vive sola en un pequeño departamento, el cual debe de paga...
60.5K 7.5K 58
Cuando no pudiste decirlo, puedes escribirlo.