Mi romance real

Af bonnell99

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Bethany tiene la fortuna de ser una de los periodistas seleccionados para entrevistar al príncipe de Suecia... Mere

Sinopsis + aviso importante
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Epílogo
Agradecimientos
Capítulo extra - 1
Capítulo extra - 2

Capítulo 54

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Af bonnell99

Por un instante, pensé que nos encontraríamos regresando al palacio cuando los dos nos encontramos de vuelta en Estocolmo, desconocía con exactitud donde estábamos dirigiéndonos, ya era más de media noche y Frederick lucía animado ante el repentino cambio que de pronto tuvimos.

Conducimos por casi diez minutos más, no estaba segura de a dónde nos dirigíamos, aun así, estaba algo curiosa por conocer. El auto se detuvo minutos más tarde frente a un enorme edificio, aún continuábamos en la ciudad, sin embargo, este edificio no lo reconocí hasta que estuvimos dentro de él.

—¿Qué hacemos aquí?

Pregunté, ni siquiera entramos aún, estábamos parados en la entrada, además, estaba casi segura de que no había nadie dentro del edificio de la suprema Corte del país.

—Ya verás.

Dijo acercándose a la puerta, aun cuando él era el príncipe, lo que estaba a punto de hacer era un delito. Negué, lo amaba, pero a veces sus ideas eran algo extremistas que terminábamos en serios problemas y si estaba en cierto, estaba tratando de entrar al edificio.

—No entraré ahí, tendremos problemas.

—Ey, tranquila. No entraremos de manera ilegal o algo por el estilo, conozco al guardia de seguridad del edificio, además, tengo una llave extra.

Enarqué una ceja justo cuando sacó la llave del bolsillo de su pantalón, ¿acaso siempre la traía consigo?

—Entonces, ¿qué planeas hacer?

—Dios mío, preciosa, solo déjate llevar por un momento ¿sí? Juro que no estamos haciendo nada malo, ya lo verás.

Frederick introdujo la llave dentro de las puertas de cristal del edificio, estás se abrieron de inmediato y me sorprendí al ver que las luces por dentro estaban encendidas, o más bien la luz provenía de un pequeño cubículo donde un guardia de seguridad se encontraba sentado tomando un refresco mientras veía la pantalla de la computadora.

De inmediato, nuestra presencia llamó su atención y se sobresaltó al vernos a ambos.

—Alteza, casi me pega un infarto —murmuró recuperando la compostura y levantándose de su lugar para hacer una reverencia hacia Frederick.

—Buenas noches, Clay.

—Alteza, hace tiempo que no lo veo por aquí.

—Ha pasado un tiempo.

Se encogió de hombros, la mirada que ambos hombres compartieron fue cómplice.

—Veo que ha traído visitas.

—Así es, espero que eso no sea ningún inconveniente.

—Claro que no, Alteza, sabe que siempre es bienvenido aquí, ¿quiere que encienda las luces?

—Sería amable de tu parte.

Clay, como se había dirigido Frederick hacia él, se alejó del mostrador para acercarse a un interruptor y encender las luces del resto del edificio, el ruido que emitió cuando estas se encendieron me sobresaltó un poco, Frederick colocó su mano en mi espalda baja y me dio un pequeño empujón para que lo siguiera.

—¿Me dirás que estamos haciendo aquí?

Quería una respuesta rápida, él compartió una corta mirada.

—Solo ten paciencia, yo sé que no es tu fuerte, pero tienes que tenerla.

Si, la paciencia no era cosa mía y estaba siendo impaciente con todo el misterio que se estaba cargando.

—¿Cómo es que has estado aquí antes?

Decidí contrastar otra pregunta, nos detuvimos frente a un elevador, él aplastó un botón y las puertas se abrieron, me hizo una ceña para que entrara primero.

—Es algo tradicional entre mi abuelo y yo, también algo cliché si me lo preguntas, pero él era un amante de este lugar.

Las puertas del elevador se cerraron y guardamos silencio mientras ascendíamos dentro, oprimió el último botón o eso creo, nos tomó un par de minutos llegar hacia nuestro destino.

—Más vale que tengas una buena razón para estar aquí, este lugar está vacío y en verdad no encuentro sentido de estar aquí.

Recorrimos un enorme pasillo hasta detenernos en un par de puertas dobles de madera, ambas eran rústicas en comparación del resto del edificio moderno, Frederick las abrió de inmediato, las luces estaban encendidas y reconocí el lugar de inmediato, era una corte.

Jamás he tenido oportunidad de estar en un parlamento real en persona por lo que me vi asombrada y admirada al mismo tiempo, era enorme, había un estrado, un centenar de lugares donde seguro se sentaban ministros, diputados, senadores entre otra gente importante.

—¿Qué estamos haciendo aquí?

Preguntó admirada, Frederick quién se encontraba a mis espaldas, llegó a mi lado.

—No estoy seguro aún de lo que hacemos aquí, solo he querido traerte, mi abuelo me traía aquí todo el tiempo de niño, tenemos uno así dentro del palacio, pero este de aquí fue el primero que visite —señaló un lugar a lo lejos en la esquina muy cerca del estrado—. Solía sentarme justo ahí, al lado del duque de Västerås, yo tenía alrededor de siete la primera vez que entre aquí, se supone que no se le permite la entrada a niños por el bien de lo que habla dentro de estos lugares, pero mi abuelo, siendo el rey, permitió que se hiciera una excepción conmigo asegurando a todos los hombres que yo tarde o temprano ocuparía un lugar aquí, mejor dicho, sería su suplente y estarían rindiéndome cuentas, después, no volví hasta que tuve doce, la tercera y última vez fue cuando tuve catorce y el resto creo que es bastante obvio, comencé a presentarme en ellas de manera oficial a mis dieciocho.

Wow —susurré—, eso debe ser impresionante.

—Lo es, recuerdo que mi primera vez me resultó intimidante y admirable a la vez, la mayoría pensaba que como solo tenía siete años, no prestaría atención a nada de lo que ellos estaban hablando, pero recuerdo bien aquel día, fue uno de los mejores de mi vida, creo que fue ahí cuando me di cuenta de lo importante que era ser como mi abuelo, cargar con un peso bajo los hombros como el suyo, estaba admirado por todos esos hombres y la forma educada y segura de sí mismos con las que defendían y argumentaban sus hechos, era admirable, incluso las discusiones las encontraba interesantes.

—Imagino que hay miles de historias que contar.

—Las hay, todos los hombres que han pasado por este lugar cuentan su propia historia y en su mayoría son admirables, no cualquiera se gana un lugar dentro del parlamento real, hay muchos miembros de la realeza que no lo consiguen a pesar de que se pasan toda su vida preparándose para estar aquí.

Admiré el lugar, era enorme e intimidante al mismo tiempo, existía una vibra que imponente.

—¿Cuántas personas se reúnen aquí?

—Cientos de ellas, por lo general, no puedo darte una cantidad específica porque en cada reunión suele haber personas distintas, a veces, se convocan a reyes de otros reinos, condes, duques, marqueses, senadores, presidentes y la lista es larga —explicó también admirando el lugar.

—Estoy impresionada.

Realmente lo estaba.

—También lo estuve la primera vez que vine aquí, subirte ahí puede ser intimidante. —Señaló al estrado.

Hubo un breve silencio entre los dos, ambos nos desplazamos por el lugar.

—¿Qué hacemos aquí exactamente?

Insistí, ya que no encontraba una explicación de por qué estábamos aquí a estas horas de la noche. Frederick, quien se encontraba ahora en el estrado sonrío.

—Ven, te mostraré.

Me hizo una seña para que lo siguiera, caminé hacia él, extendió una mano en mi dirección para ayudarme a subir al estrado y después nos dirigimos hacia una puerta de metal que estaba al lado, al cruzarla, nos dirigió por un pequeño pasillo donde al fondo se encontraba una segunda puerta del mismo material, allí, había otro pasillo, pero al fondo de este, unas escaleras blancas las cuales subimos.

Un atisbo de incertidumbre cruzó por mí, estaba más confundida que nunca, desconocía que era lo que estaba cruzando por la cabeza de Frederick y entre más avanzábamos, más dudas generaba, al final de las escaleras, nos encontramos de nuevo con un pasillo, que este, a diferencia de los anteriores era mucho más corto y al fondo también se encontraba una tercera puerta.

Nos detuvimos frente a ella, una sonrisa cruzó por los labios de Frederick, era una sonrisa amplia que me dejó ver sus dientes blancos y no me quedó de otra más que sonreír de vuelta porque su sonrisa era encantadora.

—Vas a disfrutarlo.

Aseguró, abriendo la puerta, se hizo a un lado para dejarme pasar primero, crucé el pequeño escalón que estaba y el viento del exterior golpeo mi cuerpo en cuanto salí del edificio, no tarde mucho en reconocer que estábamos en el techo del edificio, Frederick salió.

Quise decirle algo, pero me quedé sin palabras al admirar la preciosa vista que nos ofrecía la punta del edificio, era una vista completa de Estocolmo y como era de noche, la ciudad estaba iluminada por las luces de toda la ciudad.

Cuando salí de mi pequeño trance de admiración, me giré hacia Frederick quien estaba un par de centímetros lejos de mí a mis espaldas, mantenía aquella sonrisa en su boca y su postura era relajada, sus manos estaban dentro de los bolsillos de su pantalón.

—Es hermoso.

Dije con admiración, se acercó a mí.

—Lo es, mi abuelo solía traerme aquí a admirar la vista por la noche. —Gracias a la cercanía en la que estábamos, acarició un mechón de mi cabello y lo pasó detrás de mi oreja—. Fue aquí donde me enseñó lo hermoso que es Estocolmo y lo orgulloso que él se sentía de gobernar Suecia.

—¿Por qué no me trajiste aquí antes?

—No lo sé, dejé de venir aquí hace un par de meses atrás, fue mucho antes de conocerte, como mi abuelo era quien solía traerme aquí todo el tiempo, siempre he sentido que le pertenece más este lugar que a mí, aun así, disfruto la vista que ofrece.

—Me encanta.

Susurré, su sonrisa se ensanchó y se inclinó para besar mis labios.

—Ven, vamos.

Dijo cuándo se separó de mí, entrelazó nuestras manos y nos acercamos más hacia el final del edificio para contemplar la vista, conseguimos sentarnos en la sobre uno de los aires gigantes de refrigeración que había, ya que parecía un cajón había espació suficiente para los dos, sobre él, la vista continuaba siendo espectacular.

—Estoy anonadada.

—Apuesto a que sí, es maravilloso.

Frederick se removió en su lugar colocándose detrás de mí, sus largas piernas quedaron a cada costado de mi cuerpo, recargué mi cabeza sobre su pecho y sus brazos me envolvieron en un cálido abrazo, a pesar de que aquí corría un poco de viento gracias a la altura en que nos encontrábamos, no era una noche tan fría.

—¿Cómo es que el rey descubrió este lugar?

Pregunté, él se tomó su tiempo para responderme.

—Aunque sea difícil de creer, era una persona algo nerviosa e insegura de sí misma, al menos lo fue durante su juventud, le gustaba la perfección cuando se trataba de sí mismo a pesar de que era un hombre sencillo con los demás, su mayor miedo era no llenar los zapatos que conlleva ser rey, por lo que siempre estaba exigiéndose más, estoy hablándote de una versión muy joven de él, digamos que más o menos una versión de él a nuestra edad —explicó, jugué con los dedos de su mano, mientras admiraba la vista y prestaba atención a sus palabras—. Un día, tuvo que dar un discurso para cambiar la monarquía en Suecia, estaba muy nervioso, no era su primera vez frente al parlamento, ya había estado ahí antes junto a todos los hombres, más si era su primera vez compartiendo sus ideas, tenía miedo de que los hombres rechazaran sus planes pare mejorar al país, eran más de cien contra uno y era joven, los nervios le ganaron, tuvo un ataque de pánico justo al estar sobre el estrado a punto de compartir su propuesta, salió corriendo, no le importó dejar a todos esos hombres, consiguió llegar hasta aquí en busca de aire, según recuerdo, no le prestó atención a la vista hasta que consiguió recuperarse del ataque de pánico y cuando descubrió lo precioso que luce Estocolmo desde aquí, se enamoró, sintió orgullo por ser quien era y por decirlo de una manera egoísta, orgullo por saber que Suecia era su territorio, era suyo y nadie le quitaría esta tierra. Nunca he conocido un rey en mi vida que amara tanto a su país como mi abuelo, él daba la vida por Suecia y por cada ciudadano si eso le era posible.

—Era un rey excelente.

Dije cuando terminó de explicar, el rey Carl realmente era uno de los mejores reyes que Suecia ha tenido.

—No hay duda de ello. —Suspiró con cansancio—. Recuerdo que cuando los dos subimos aquí, me dijo que un día esta preciosa vista me pertenecería, que Suecia sería mía y que debía de empezar a quererla, admirar su belleza, mi abuelo tenía una habilidad sorprendente de encontrar la belleza en los rincones donde los demás consideran que no existe.

—Suena como una versión algo similar a ti.

Rio por lo bajo.

—Gracias por el halago, pero tengo que retractarme, él era mucho mejor persona que yo.

—Vamos, ¿dónde está ese gran ego tuyo? —Le di un golpecito en el brazo, una mueca se dibujó en su boca—. Eres una persona maravillosa, Freddy, no importa lo que diga el rey o cualquier otra persona, sé que lo eres.

—Supongo que a veces solo necesitas que una sola persona crea en ti —susurró y dejó un beso en la cima de mi cabello, nos quedamos en silencio por un largo tiempo, el pecho de Frederick subía y bajaba con tranquilidad, era relajante estar así a su lado, luego de un buen tiempo, volvió a hablar—. Esto se siente normal, me agrada.

Sonreí.

—A mí también.

—Es bueno tener un poco de paz.

—¿Te digo algo? Creo que este es uno de los mejores días que hemos tenido.

Sonrió y plantó un beso en mi mejilla que me hizo reír.

—Concuerdo contigo, este lugar es de los mejores en los que he estado.

—¿Puedo hacer una pregunta?

—Preciosa, a estas alturas de nuestra relación, no deberías de preguntar, te conozco bien como para saber que terminarás preguntando así que ahórrate esa pregunta de ahora en adelante.

Reí.

—Lo siento, no puedo evitarlo.

—Lo sé.

Me removí entre sus brazos para mirarle.

—¿Sientes que estás listo para gobernar Suecia?

Ver la vista de la ciudad aquí, me hizo preguntarme eso, Frederick respiró hondo y exhaló soltando todo el aire.

—Nadie en su vida está listo para gobernar, incluso cuando estás en el trono, tampoco estás seguro de como deberías de hacerlo, nunca sabes si lo que estás haciendo es lo correcto, hay mucha incertidumbre, demasiadas preguntas y también miedo a tomar una decisión y descubrir que no es lo mejor para el país.

—En mi opinión, la vida está llena de incertidumbre.

—Claro, lo está y, aun así, tenemos que continuar adelante con nuestras vidas, tropezar y aprender a levantarnos, de esa misma forma funciona el trono, puedes pasarte una vida practicando, estudiando leyes, aprendiendo sobre la monarquía y aun así tropezaras cuando menos te lo esperes y tienes que aprender a levantarte no solo por el bien de uno mismo sino de una nación.

Explicó, de nuevo hubo un silencio y por esta ocasión, ninguno de los dos habló, nos quedamos una hora más allí, admirando la ciudad hasta que el sueño llegó a nosotros y consideramos que era tiempo de regresar a casa.

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